Lamentablemente los argentinos tenemos cierta tendencia a colocarnos como centro de todo, una característica muy humana sin duda, pero que llevamos al extremo bochornosamente. Esto fue advertido por muchos pensadores, entre ellos Jacinto Benavente.
En 1922, el dramaturgo español se hallaba de gira en nuestro país, junto a Lola Membrives, cuando recibió la noticia de haber obtenido el Nobel de Literatura. Al conocerse esta noticia, la prensa local comenzó a entrevistarlo pero no para saber sobre su carrera o logros, sino con el fin de conocer la opinión de un Nobel sobre los argentinos. Sí, aunque parezca mentira. El sabio los miró una y otra vez con extrañeza.
No respondió hasta el último día. Entonces señaló que si querían saber su opinión al respecto ‘armen la única palabra posible con las letras que componen la palabra argentino’. Dicha palabra es ignorante.
De esta anécdota rescatamos aquel magnetismo por colocarnos como protagonistas de todo y desde allí analizar el mundo, algo que durante las últimas jornadas hemos visto con respecto a Bolivia.
La mayoría de las naciones no consideró como un Golpe de Estado los sucesos del vecino país. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar porque Evo Morales tomó el poder de forma ilegal -ya que la Constitución no le permitía un tercer mandato- y buscó perpetuarse a través del fraude, algo que reconoció él mismo llamando nuevamente a elecciones. En esta línea, la Organización de los Estados Americanos denunció que en Bolivia el golpe se había llevado a cabo en realidad el pasado 20 de octubre, a través de las elecciones fraudulentas que beneficiaron a Morales. Llamativamente, en nuestro país la mayoría reconoce esta situación irregular, pero la deja de lado.
Fueron muchos los que pidieron la renuncia de Morales, entre ellos las Fuerzas Armadas. Eso generó ofuscación en muchos intelectuales y políticos argentinos que inmediatamente lo relacionaron con los golpes cívico-militares de nuestra historia. Lo cierto es que aquella institución puede “sugerir” soluciones en casos de crisis, algo que marca la Constitución de Bolivia en su art. 20 inciso B. Además, los militares no tomaron el poder.
Siguiendo el recorrido de hechos para interpretar, nos encontramos con que el poder recayó sobre Jeanine Áñez. Para muchos esto es escandaloso debido a que los legisladores que responden a Morales no dieron quórum y aún así fue nombrada para el cargo. Pero según la Constitución boliviana, Áñez no necesitaba del quórum de la Asamblea Legislativa para ser designada de manera interina: tras la renuncia de Evo se aplicó la fórmula de abandono del cargo.
A modo de síntesis podemos decir que quien no respetó la Constitución en todo momento fue Evo Morales, no quienes hoy ostentan el poder.
Nuestros legisladores deberían haberse informado más al respecto, dejando así de analizar conflictos internacionales desde parámetros nacionales y de dar la razón a Benavente.