Quejas, dieta y cárcel flotante: cómo es la vida a bordo de un crucero con coronavirus

En el Diamond Princess, varado en Japón al menos hasta mediados de febrero, ya hay un argentino infectado. Hay 3.700 personas a bordo.

Quejas, dieta y cárcel flotante: cómo es la vida a bordo de un crucero con coronavirus
Quejas, dieta y cárcel flotante: cómo es la vida a bordo de un crucero con coronavirus

Las lujosas vacaciones de 3.711 personas a bordo del Diamond Princess se convirtieron en la peor pesadilla. Es que el coronavirus empezó a propagarse y 61 pasajeros ya lo han contraído -entre ellos, un argentino- por lo que el crucero estará aislado del continente hasta al menos el 19 de febrero.

El británico David Abel quiso festejar sus bodas de oro en la nave en la que podía degustar manjares y disfrutar de los paisajes de Asia oriental.

Sin embargo, terminó encerrado en su camarote  por dos semanas más, comiendo un sándwich "de lechuga con algo de pollo" y viendo cómo se llevaban a 20 personas infectadas por un nuevo virus al hospital.


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Abel es uno de los tantos que quedaron atrapados por el drama y el miedo causado por un nuevo tipo de coronavirus del que poco se sabe aparte de que se contagia con facilidad.

"No será un crucero de lujo; será una cárcel flotante'', dijo Abel en Facebook desde el buque en el puerto de Yokohama, en las afueras de Tokio.

Mientras funcionarios japoneses llevaban provisiones a bordo para que la cuarentena fuese un poco más soportable, los pasajeros recurrieron a las redes sociales para destacar la amabilidad de la tripulación y quejarse de la falta de medicamentos, la calidad de la comida y la imposibilidad de ejercitarse o siquiera salir del camarote.


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Sus fotos y videos mostraban que el buque de 3.711 pasajeros y tripulantes se ha convertido en una nave fantasma con zonas de recepción, albercas y salones abandonados. A diferencia del varado en Yokahama (Japón), en el buque en Hong Kong escasean los pañales y la leche para bebé, según trascendió.

"Siento pena por los que tienen camarotes interiores sin luz natural ni aire fresco. Para ellos van a ser dos semanas bastante desoladoras'', dijo Abel en una entrevista.

China ha reportado más de 28.000 casos del virus, que se ha propagado a una veintena de países. Pero el miedo se propaga más rápidamente que el mismo mal. Los trabajadores de la salud en Hong Kong hacen huelga para que se cierre la frontera con China continental, y en toda Asia los chinos padecen discriminación. Taiwán ha prohibido los cruceros internacionales.


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Funcionarios de salud japoneses dijeron a la prensa que se enviaba un equipo médico con provisiones al buque. En el puerto donde el buque dejó los pasajeros infectados y recibió provisiones, una persona en buzo enterizo de protección abordó con dos cajas que llevaban el rótulo "termómetros''.

En la nave World Dream en cuarentena en Hong Kong, se examinaba a los más de 3.600 pasajeros y tripulantes porque ocho a bordo contrajeron el virus.

Asimismo, los pasajeros se quejan de que se aburren infinitamente a bordo, encerrados en el camarote, a veces sin ventana. Para tratar de entretenerlos, se instalaron más canales de televisión. Una página de sexo por webcam incluso se brindó a ofrecer su contenido en abierto para los internautas del barco.


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Las personas sin luz natural ni una ventana al exterior están autorizadas a caminar en la cubierta en pequeños grupos para tomar el aire, pero bajo condiciones estrictas, como el uso de una mascarilla cuando están fuera del camarote.

El estadounidense Matt Smith, de 57 años, y su esposa, Katherine, tuvieron suerte: su camarote cuenta con un balcón. Pero, aún así, no escondió su pesar y admitió que la cuarentena de 14 días es un "mal trago".

"Creo que cuantos más casos diagnostiquen a bordo, más posibilidades habrá de que encuentren razones para prolongar la cuarentena. Es un poco descorazonador", declaró Smith.

Otros decidieron tomarse la situación con un poco de humor. "Decidí hacerles una pequeña broma a los tripulantes que nos traen la comida. Los esperé con algas en la cara [...]. Esto no les hizo ninguna gracia", publicó en Twitter una pasajera japonesa.

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