No hubo hazaña ni espacio para soñarla. Deportivo Maipú se despidió con una goleada en contra frente a Temperley (0-4), que duele tanto por la forma como el globo de la ilusión pinchado.
Las diferencias fueron tan grandes entre uno y otro equipo como los kilómetros que debió recorrer cada uno para llegar a Sarandí. Temperley expuso sus credenciales de equipo serio, decidido a recuperar el lugar en Primera División que supo perder la temporada pasada. Y para demostrarlo, ahogó desde el minuto inicial al Cruzado. Ni Daher ni Capurro supieron como encontrar la forma de jugar de frente al arco rival y Maipú dependió exclusivamente de los lanzamientos de sus defensores hacia las bandas. Y en ese dividir la redonda, perdió claramente el equipo mendocino. Algo de Aguirre, el coraje de Rodríguez y la experiencia de Olmedo para intentar darle buen destino al balón. El resto se perdió en la confusión a la que lo sometió el rival. El 3-0 fue un fiel reflejo de un tiempo donde, cada vez que aceleró, Temperley besó la red.
El complemento estuvo de más. Basterrechea y Vizaguirre vieron la roja antes de los 5 minutos y la diferencia se volvió más grande aún. Temperley se dedicó a mover el balón y Maipú, pese a sus ganas y su entrega, lejos estuvo de la hazaña. Queda el orgullo de haber llegado más lejos que cualquier otro equipo mendocino en la presente edición del torneo. No es poco.