Estamos más desconcertados que caballo arriba del techo, no sabemos qué le va a ocurrir al país. Bueno, en realidad nunca sabemos, porque al parecer, este es un país imprevisible. Nos despertamos y todos los días nos encontramos con una noticia distinta y en nuestra contra, ninguna a favor. Tiren un tiro para el lado de la justicia, muchachos.
Ocurrieron las PASO. “Al cohete”, decían antes de producirse;“no sirven para la finalidad que fueron creadas, van a ser una encuesta cara que no va a decidir nada”.
¡Vaya si decidieron cosas! Los resultados fueron tan contundentes que cambiaron la realidad del país en pocas horas. Lo que era un desastre pasó a ser un desastre incierto y esto es peor que un desastre.
El Gobierno quedó colgado como ristra de ajos para la envidia y se miraban sus integrantes como preguntándose “¿qué pasó?”.
Deberían ellos saber qué es lo que pasó, pues si hay un culpable de que las cosas sean como son ese es el Gobierno. Estuvo tres años y siete meses a cargo de la situación y esta se volvió incómoda como calzoncillos de hilo sisal.
El pueblo, mientras tanto, sufrió. En algunos casos sufrió escandalosamente y cuando tuvo oportunidad de hablar, de decir a través del voto, dijo con contundencia.
La sensación es que no se votó de la forma en que se votó por simpatía a una causa partidaria. No, se votó por bronca, porque seguimos estando en la malaria cuando nos habían prometido un país mejor.
El pueblo no come vidrios. Hace casi cuatro años atrás eligió a estos gobernantes que tenemos para encauzar el país, al cabo de los cuales se dio cuenta de que el bote hacía agua por todos lados y estas rajaduras no se arreglaban con la Gotita.
Pero ocurrió que el resultado de la elección repercutió en los mercados de tal forma que el dólar, como un pájaro maligno, voló, y el riesgo país, que marca nuestra confiabilidad en el mundo, se fue para arriba como provechito de buzo, haciendo todo todavía más incierto.
¿Qué tiene este país? ¿Qué tenemos los argentinos para que nos ocurran estos desasosiegos? ¿Seremos un pueblo que se equivoca de rumbo o definitivamente un pueblo que anda a la deriva?
Algo debe de haber, debemos de estar hechos de una sustancia variable que no encuentra su forma definitiva. Tenemos todo para ser una potencia y sin embargo andamos reptando por el fondo del tarro.
Ahora todos estamos preguntándonos qué va a pasar. La esperanza se encuentra manchada por la incertidumbre. ¿Podremos vivir un poco mejor, no digo mucho, digo un poco mejor que lo que actualmente estamos?
La historia no nos alienta mucho, no nos provee de un refugio seguro. Es más, aumenta la incertidumbre.
¿Qué va a pasar? Es la gran incógnita y a pesar de que no hayamos votado a favor de los “Fernándeces” en las elecciones pasadas, el deseo sería de que les vaya bien, de que nos vaya bien.
La grieta se está desmoronando pero los escombros nos pueden caer a todos sobre la cabeza.