No es fácil acabar con el hábito digital más común del mundo, ni siquiera en un arranque de ira moral ante los riesgos relacionados con la privacidad y las divisiones políticas que ha creado Facebook, o en medio de las preocupaciones acerca de cómo el hábito afecta la salud emocional.
Aunque cuatro de cada diez usuarios de Facebook afirman haberse tomado largos descansos de la red social, la plataforma digital sigue creciendo. Un estudio reciente reveló que al usuario promedio se le tendrían que pagar entre 1000 y 2000 dólares por alejarse de su cuenta durante un año.
Entonces, ¿qué sucede si renuncias de verdad? Un nuevo estudio, el más completo hasta la fecha, ofrece un adelanto.
Debes saber que verás las consecuencias de inmediato: pasarás más tiempo con amigos y familia en persona. Sabrás menos acerca de la política, pero también serás menos propenso a la fiebre partidista. Tendrás ligeros cambios de humor en el día y estarás satisfecho con la vida. Y, si eres como el usuario promedio de Facebook, tendrás una hora de ocio extra al día.
El estudio, realizado por investigadores de las universidades de Stanford y de Nueva York, ayuda a esclarecer la discusión respecto a la influencia de Facebook en la conducta, el pensamiento y la política de sus usuarios activos mensuales, quienes suman unos 2.300 millones en todo el mundo. El estudio se publicó hace poco en el sitio web de acceso público Social Science Research Network.
Un cuerpo de psicólogos ha argumentado durante años que el uso de Facebook y otras redes sociales está relacionado con problemas mentales, en especial en adolescentes. Otros han comparado el uso habitual de Facebook con una enfermedad mental, con una adicción a las drogas e incluso han publicado imágenes de resonancias magnéticas que muestran "cómo se ve la adicción a Facebook en el cerebro".
Cuando Facebook publicó sus propios análisis para refutar esas aseveraciones, la compañía ha sido ampliamente criticada.
Un directivo de prensa de Facebook declaró lo siguiente acerca del nuevo ensayo que el propio estudio mencionaba: "Facebook genera grandes beneficios para sus usuarios", y "cualquier debate acerca de los inconvenientes de las redes sociales no debería opacar el hecho de que cumplen con necesidades profundas y generalizadas".
El nuevo estudio, una prueba aleatoria, esboza una imagen matizada y equilibrada del uso diario que probablemente no satisfaga a quienes critican la plataforma ni a quienes la apoyan.
Los investigadores (dirigidos por Hunt Allcott, profesor adjunto de Economía en la Universidad de Nueva York, y Matthew Gentzkow, un economista de Stanford) usaron anuncios de Facebook para reclutar a participantes mayores de 18 años para que pasaran al menos quince minutos al día usando la plataforma; el promedio diario fue de una hora, mientras que quienes la usaban con más frecuencia lo hacían entre dos y tres horas, o más.
Casi tres mil usuarios aceptaron y llenaron largos cuestionarios en los que se les preguntaba acerca de sus rutinas diarias, sus opiniones políticas y su estado mental en general.
A la mitad de los usuarios se les pidió al azar que desactivaran su cuenta de Facebook durante un mes a cambio de un pago. El precio pactado para el pago fue un tema de gran interés para los investigadores: ¿cuánto vale el acceso mensual a fotografías, comentarios, grupos de Facebook, amigos y noticias? El estudio reveló que el costo es de aproximadamente 100 dólares en promedio.
Durante el mes de abstinencia, el equipo de investigadores revisó con regularidad las cuentas de Facebook de los participantes para asegurarse de que quienes habían aceptado alejarse de la plataforma no las reactivaran. (Solo el uno por ciento lo hizo).
Los participantes también recibieron mensajes de texto de manera regular para evaluar sus estados de ánimo. Se cree que esta especie de monitoreo en tiempo real produce una evaluación psicológica más precisa que, por ejemplo, un cuestionario proporcionado días más tarde.
Algunos participantes afirmaron que no habían notado los beneficios de la plataforma hasta que la cerraron. "Por supuesto, extrañé mi conexión con la gente, pero también ver los eventos en vivo por Facebook Live, en especial los de política, cuando sabes que estás viendo el contenido junto con otras personas interesadas en lo mismo", comentó Connie Graves, de 56 años, una enfermera profesional a domicilio en Texas que participó en el estudio. "Y me di cuenta de que también me gusta tener un lugar donde pueda obtener toda la información que deseo: pum, pum, pum, ahí está".
Ella y el resto de quienes se abstuvieron tuvieron acceso al servicio de mensajería de Facebook a lo largo del estudio. Messenger es un producto diferente y el equipo de investigación decidió permitirlo porque es muy similar a otros servicios de comunicación interpersonal.
Al finalizar el mes, quienes se abstuvieron y los sujetos de control volvieron a responder largos cuestionarios que evaluaban los cambios en su estado mental, su conciencia política y su pasión partidista, así como las fluctuaciones de sus actividades diarias (en línea y desconectados), desde el inicio del experimento.
Para los abstemios, la ruptura con Facebook les liberó una hora al día en promedio y más del doble a los usuarios más asiduos. También reportaron que habían pasado más tiempo desconectados, incluyendo el tiempo que pasaron con amigos y familia y viendo televisión.
"Yo habría esperado un índice mayor de uso de otras plataformas digitales en sustitución de Facebook (Twitter, Snapchat, navegación en línea)", comentó Gentzkow, de Stanford. "No fue así y, al menos, en lo que a mí respecta, fue una sorpresa".
El resultado más sorprendente del estudio podría ser que el hecho de desactivar Facebook tuvo un efecto pequeño, pero positivo en los estados de ánimo de las personas y en la satisfacción que sentían con su vida. El descubrimiento modifica la suposición generalizada de que el uso habitual de las redes sociales puede ocasionar problemas psicológicos reales.
Una investigación previa no logró distinguir si los problemas con el estado de ánimo se presentaban después del uso prolongado, o si las personas malhumoradas tendían a ser las usuarias más frecuentes. El estudio nuevo sustentó esta última explicación.
En una entrevista, Ethan Kross, profesor de Psicología en la Universidad de Míchigan, quien ha hecho investigaciones previas respecto al estado de ánimo y el uso de las redes sociales, afirmó que era demasiado pronto para sacar conclusiones respecto a los efectos psicológicos de abandonar Facebook. Mencionó dos estudios recientes, aleatorios y de menor tamaño, en los que se descubrió que el estado de ánimo de los usuarios mejoraba cuando se les restringía el acceso a las redes sociales.
"Necesitamos saber más acerca de cómo impacta el uso de las redes sociales en el estado de ánimo y cuándo, no solo concluir que la correlación no existe", o que es muy leve, aseguró Kross.
Hasta ahora, la discusión respecto a los efectos de las redes sociales en la salud mental también se ha enfocado, en su mayoría, en niños y adolescentes, no en la población de mayor edad que fue el objeto de este nuevo estudio.
"Es absolutamente posible, y probable, que la dinámica de las redes sociales y el bienestar sea diferente para los adolescentes que para las personas de 30 años en adelante", afirmó Jean Twenge, psicóloga y autora de iGen: Why Today's Super-Connected Kids Are Growing Up Less Rebellious, More Tolerant, Less Happy.
Los psicólogos y los informáticos han presentado el argumento de que las redes sociales son adictivas, y muy pocos usuarios habituales de Facebook estarían en desacuerdo. El nuevo experimento proporcionó mucha evidencia que lo sustenta: al concluir, los participantes que abandonaron la red social durante un mes dijeron que planeaban usar Facebook con menor frecuencia, y lo hicieron, por lo que redujeron su viejo hábito… al menos durante un tiempo.
Aproximadamente el diez por ciento seguía absteniéndose una semana después, en comparación con el tres por ciento del grupo de control, que había desactivado su cuenta de manera voluntaria; y el cinco por ciento se seguía absteniendo dos meses más tarde, en comparación con el uno por ciento en el grupo de control.
Los incentivos financieros tuvieron resultados similares. Después de que finalizó el periodo de un mes del estudio, los investigadores les preguntaron a quienes se abstuvieron cuánto dinero necesitarían que se les pagara, hipotéticamente, para mantenerse desconectados de Facebook durante otro mes. Esta vez, el costo se redujo por debajo de los 100 dólares… aunque no en todos los casos.
"Les pedí 200 dólares por otras cuatro semanas", contó Graves, la participante de Texas quien aún no ha vuelto a Facebook. "Mínimo".