El llanto es la forma de expresión natural cuando no hay lenguaje. Puede expresar necesidad, disconformidad o decir "quiero estar cerca de tuyo". La comprensión del llanto del bebé es un proceso que se construye con la interacción, el contacto, las miradas.
Los padres comienzan a interpretar no sólo con el oído, sino que se trata de un conjunto de señales integradas que les permite interpretar lo que le ocurre a su hijo. Lleva tiempo e incluye distintos aspectos:
- Intensidad
- Coloración de la piel
- Tono muscular
- Movimientos (torso, brazos y piernas)
- Expresión facial, gestos
- Miradas del bebé
- Tiempo en el que ocurre, frecuencia, momentos del día
- Estado previo del bebé (dormido, activo, ensimismado).
Con el primer instante de vida, el llanto marca su primera respiración, el cambio de estar en un medio gaseoso por el que antes fue líquido. La primera inspiración es tan importante como la última, porque abre y cierra un ciclo de la vida. El oxígeno es al cerebro aquello que le permitirá que la mente inicie la construcción de significados y sentido de la vida.
En el primer año de vida, el bebé puede estar aparentemente sereno y desencadenar el llanto. Son circunstancias en las que ocurre el fenómeno de habituación, cuando de pronto el entorno se vuelve incómodo, ruidoso o cambia, el bebé comienza a llorar como una descarga. Otras veces puede estar muy activo y no logra serenarse, entonces llora pidiendo contención. Siempre dependerá de su temperamento para expresar aquello que le pasa.
El llanto puede expresar muy diversos significados, no sólo el deseo de comer o dormir. Dependerá de la sintonía de sus padres, de llegar a conocer y comprender las necesidades de la mente en desarrollo de su bebé.