De acuerdo a estimaciones del IERAL, la economía de la provincia en el primer trimestre de este año cayó cerca de un 10% anualizado (sin estacionalidad) respecto del cuarto trimestre del 2019.
Teniendo en cuenta los últimos datos disponibles, dicha caída podría hasta duplicarse en el segundo trimestre.
El combo de la pandemia y los problemas que arrastra nuestra economía está dañando gravemente la subsistencia de muchas empresas, del empleo y de la situación económico - social de la población en la provincia.
En este difícil contexto, hay que tener en claro que la dinámica de salida que experimentó la economía de Mendoza en su última gran crisis (2002), es muy difícil que suceda en esta oportunidad.
Algunas semejanzas existen con aquel período ya que las empresas, producto del intenso proceso recesivo, también presentan una gran capacidad productiva ociosa que les permitiría, ante un impulso en la demanda, reactivarse rápidamente.
Sin embargo, por un lado, hay enormes diferencias en cuanto a la solidez de las cuentas públicas y a la dinámica esperada para las principales economías que compran productos mendocinos en el resto del mundo.
Por otro lado, difícilmente los motores sectoriales que traccionaron la recuperación del 2003 vuelvan a tener esa dinámica en esta oportunidad.
El 75% de la recuperación que tuvo la economía en aquel año estuvo explicada por 4 sectores: comercio, petróleo, bebidas y servicios inmobiliarios.
Actualmente, el mercado del petróleo en el mundo no presenta un contexto muy esperanzador y, sin un plan económico que reduzca las expectativas inflacionarias, difícilmente los otros tres motores tampoco puedan resultar tan potentes como lo fueron en 2003.
De esta forma, el desafío de pensar políticas públicas para reactivar la economía y recuperar empleo resulta urgente.
Como buena parte de los países que comercian con Mendoza enfrentan problemas económicos menores a los nuestros, probablemente éstos puedan recuperar el dinamismo de sus economías más rápido.
Este razonamiento lleva a pensar que los sectores de Mendoza con clientes extranjeros y que proporcionalmente generen más empleo, serían los indicados para encaminar el proceso de recuperación de la economía.
Teniendo en cuenta estas premisas se destacan dos tipos de exportaciones:
* Un poco más del 80% están relacionadas con la industria del vino y con los sectores fruti-hortícolas. El problema de estas actividades es que además de empezar a estar amenazadas por la caída en términos reales del tipo de cambio multilateral (cae 7% desde inicio del año), como en la mayoría de ellas ya pasó la época de la elaboración, difícilmente en el corto plazo puedan traccionar demasiado al mercado laboral.
* Otro sector muy importante relacionado con las ventas a extranjeros es el turismo. La participación del empleo en este sector es bastante alto en términos relativos pero, lamentablemente, la recuperación del mismo se espera que sea muy lenta.
De esta forma, en el corto plazo, el motor de las ventas al resto del mundo puede resultar limitado tanto para reactivar la economía mendocina como la situación de su mercado laboral.
En situaciones recesivas, el otro sector que siempre debería ayudar a estabilizar la economía a través de un mayor gasto es el sector público.
Lamentablemente, el gobierno de la provincia enfrenta severísimas restricciones financieras para cubrir gastos básicos como son el pago de los salarios y de la creciente ayuda social.
Dadas estas restricciones, la pregunta relevante es cómo el sector público puede estimular una mayor demanda en la economía que dinamice, al mismo tiempo, al mercado laboral y atenúe la actualmente muy delicada situación social.
La propia dinámica de las crisis siempre genera algunas oportunidades que deberían ser aprovechadas para impulsar la recuperación de la economía.
En este sentido, el hecho que el valor del dólar (MEP o dólar bolsa) se encuentre en niveles casi del 40% por encima del promedio histórico y que el sector privado haya acumulado una gran cantidad de divisas en los últimos períodos, genera el gran desafío de cómo estimular a que los mismos sean volcados nuevamente a la economía.
Lo ideal sería que, luego de arreglar el problema de la deuda pública, se elabore rápidamente un plan de estabilización que reestablezca la confianza y reduzca las expectativas de inflación.
Lamentablemente, implementar este tipo de soluciones no depende de las autoridades provinciales y es poco lo que pueden hacer para influir en las mismas.
Uno de los escasos instrumentos que tiene el gobierno provincial y algunos municipios para estimular la economía y la creación de empleos, es aprovechar la actual caída en términos de dólares (MEP) en el costo de la construcción (mano de obra, algunos materiales, terrenos, etc.).
Una posible forma de realizar esto, es a través de licitaciones de venta de las tierras fiscales que estos organismos tienen en su poder mediante contratos que estimulen un rápido comienzo de las obras que requieran los negocios que el sector privado desee implementar.
Llevar a cabo este tipo de política le permitiría al sector público no solamente liderar la reactivación en el sector más dinámico de la economía para generar empleo sino también aumentar los pocos recursos que tiene para atender los crecientes gastos derivados de la emergencia social.