Qué se preguntan en Barcelona: cómo ven los ojos árabes a Messi

Leo hizo público su dolor y repudio ante el ataque a las Ramblas. El astro tuvo vínculos positivos y también negativos con el mundo árabigo.

Qué se preguntan en Barcelona: cómo ven los ojos árabes a Messi

Por Fabián Galdi   - editor de MÁS Deportes digital -


Fue una reacción inmediata, tan reflexiva como visceral a la vez: en su cuenta de Instagram, Lionel Messi publicó una imagen de Barcelona en blanco y negro con un lazo que simbolizó el luto por la tragedia en las Ramblas. Le duele. Nos duele. Leo y Antonela Roccuzzo reaccionaron de inmediato. El impacto fue demoledor y la respuesta de la familia resultó inmediata tras la tragedia.

Fue una semana signada por los hechos desgraciados para el crack. Un revulsivo interno le habrá permitido hacer un flash de cuántos intensos momentos vivió desde que llegó al FC Barcelona de la mano de su padre, Jorge. Su historia deportiva está ligada al Barça desde siempre, sin escalas vistiendo otra camiseta que no sea la blaugrana. En infantiles primó la de Newell's, desde ya, pero su irrupción en la excepcionalidad como futbolista supo modelarse con la paciencia de un orfebre en La Masía, hasta dar lugar a las exhibiciones de nivel premium en el Camp Nou y cualquier escenario de máxima jerarquía futbolística del mundo.

Cuando aún se iban acomodando los sabores amargos luego de la caída contundente ante Real Madrid en la Supercopa española (5-1 en el global), el miércoles pasado, al día siguiente se desencadenó el flagelo que conmovió a escala planetaria. Casi simultáneamente, figuras estelares del deporte, el espectáculo, la cultura y la política ejercieron el mismo derecho a la indignación que sacudió al mejor futbolista del mundo. Era comprensible.

La imagen que escogió el argentino para representar su consternación. (Captura instagram).

Una mirada hacia atrás permite apreciar de qué manera el astro se vinculó al mundo árabe, con sus extensiones en el norte africano y territorio asiático fuera de la península arábiga. Hubo ligazones estrechas desde lo afectivo y también rechazos aprovechados por el mundo político. Lo normal, si se quiere, cuando se está frente a un extraordinario artista de la pelota, quien hoy sigue siendo el más premiado de todos los tiempos a partir de haber ganado cinco veces el Balón de Oro que otorga anualmente la FIFA.

Fue en Doha, más precisamente en el Khalifa International Stadium, en 2010, cuando Messi tuvo una primera bisagra en su paso por la Selección gracias a un golazo convertido en el último minuto del partido frente a Brasil, en 2010. Ya con Sergio Batista al frente - tras el Mundial de Sudáfrica, donde Diego Maradona fue el DT - el por entonces apodado La Pulga armó una jugada de su sello y le dio la victoria al albiceleste por 1-0 ante la verde amarela. Además, se rompió así una racha negra de cinco años sin triunfos ante el pentacampeón del mundo.

Leo ya había enfrentado cuatro veces a los brasileños y llevaba una serie negativa de tres derrotas y un empate ante el Canarinho. En esta ocasión, con el arbitraje del catarí Abdalá Balideh, el equipo nacional se alineó así: Romero; Zanetti, Burdisso, Pareja y Heinze; Banega, Mascherano y Pastore (D´Alessandro); Di María, Messi e Higuaín (Lavezzi). En tanto, el Canarinho lo hizo de esta manera: Victor; Dani Alves, Thiago Silva, David Luiz y André Santos; Lucas, Ramires (Jucilei) y Elias; Robinho, Neymar (André) y Ronaldinho (Douglas). Tras el cierre, el público local despidió al goleador del juego con un aplauso sostenido.

No fue éste el único relacionamiento de Messi con los cataríes, ya que participó de visitas a la  Aspire Academy en la capital del emirato. Allí volvió a estar en contacto con Josep Colomer, quien tanto tuvo que ver con su desarrollo durante la etapa formativa en la cantera azulgrana y ahora trabaja con jugadores juveniles previamente escogidos en diferentes partes del mundo. Tampoco fue casual que Leo se haya llegado hasta allí. Catar generó uno de los más importantes ingresos económicos al haber publicitado durante cinco temporadas a la Qatar Foundation y después a su línea aérea Qatar Airways en la parte más visible de la camiseta del Barcelona. Tal acuerdo con QSI (Qatar Sports Investment) le permitió al club catalán - entonces presidido por Sandro Rosell - una cuantiosa suma de ingresos, estimada en 170 millones de euros.

El diez se vio sacudido emocionalmente. (Captura)

Una situación de conflicto le sobrevino a Messi tras un desafortunado incidente ocurrido en Egipto, el año pasado. El futbolista había sido contratado por la cadena MBC cuando respondió a una pregunta formulada por la periodista local Mona el Sharkaui respecto de los actos de caridad y decidió ofrecer sus botines para una subasta. Lejos de imaginarse que este acto fuera la causa de un escándalo, Leo quedó atrapado en una situación incómoda cuando fue atacado por el parlamentario Said Hasasin y por el dirigente futbolístico Azmi Megahed, quienes consideraron una afrenta al orgullo egipcio y hasta una humillación. Desbordado por la situación, el astro optó por no opinar y dar por cerrado el momento. Más allá de esto, una opinión del ex jugador local Ahmed Mido en twitter respaldó a su colega al sostener que se trataba de una falsa acusación porque "lo más preciado de un escritor es su pluma y lo más preciado de un futbolista son sus botines".

La popularidad de Messi también fue utilizada como emblema de los opositores al régimen de Muammar Kadafi, en Libia, en medio de las manifestaciones en 2011. Era común observar pancartas con la imagen de Leo en las calles de Bengasi, la ciudad ubicada a unos mil kilómetros de Trípoli y que estuviera en manos de la oposición. Inclusive, el abogado Fathi Terbil, cuya detención provocó una revuelta masiva, también se había manifestado como fanático del crack, aunque en ese caso lo ponía en la misma línea de su admiración por Maradona.

Quizá por una popularidad que no sabe de límites geográficos ni de sectarismos de cualquier índole, es que Leo quedó asociado a un hecho por demás conmovedor: la imagen de un niño afgano que vestía una bolsa de plástico a modo de camiseta argentina con el número 10 en la espalda. El pequeño Murtaza Ahmadi, de cinco años, se dio el gusto - finalmente - de conocer a su gran ídolo en Doha, cuando Messi lo hizo ingresar al campo de juego antes de un amistoso del Barcelona ante Al Ahli SC, el año anterior.  Todo un símbolo de integración multicultural, sin distingos ni discriminaciones xenófobas o chauvinistas.

Leo con Murtaza, el chico afgano que conmovió al mundo con su camiseta de nylon. (AFP)

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