Julieta Silva (29), seguirá en prisión preventiva, acusada de atropellar y matar a su novio Genaro Fortunato (25).
La joven está imputada por homicidio agravado por el vínculo y por alevosía por el hecho ocurrido durante la madrugada del sábado 9 de setiembre a la salida del boliche "La Mona Bar", en San Rafael. Intervienen en la causa la fiscal Andrea Rossi; la abogada de la chica, Florencia Garciarena, y el abogado Tíndaro Fernández, quien representa a la familia de la víctima como querellante.
Mamá de dos hijos de 5 y 10 años y separada, Julieta conoció a Genaro a través del deporte; ella jugaba hockey en Banco Mendoza y él rugby en Belgrano. Su relación amorosa comenzó hace poco más de tres meses y los padres de él estaban al tanto, aunque todavía no habían tenido la oportunidad de conocerla. Previamente el chico había mantenido una extensa relación con Agostina Quiroga (25), quien en su entorno era conocida como su "novia de toda la vida". Si bien estaban separados, ella está embarazada de él y en unos meses más iba a convertirse en papá.
Como tantas otras noches, la pareja se había dispuesto aquel viernes 8 de setiembre a compartir un momento juntos. "La Mona Bar" ubicada en Hipólito Yrigoyen y El Chañaral de San Rafael fue el sitio elegido, a donde arribaron alrededor de las dos de la madrugada del día 9.
Lo que sucedió allí adentro todavía se encuentra en el terreno de las especulaciones, la única certeza es que alguna razón desató una pelea entre ambos. En un principio se habló de una discusión por celos motivada por un mensaje de whatsapp que Agostina Quiroga le había enviado al futuro padre de su bebé, pero fue la misma chica quien negó haber entablado cualquier tipo de comunicación con él. Una segunda conjetura ronda en torno a una pelea del joven con otras personas dentro del mismo local. El dato cierto es que la pareja salió discutiendo a las 5.25 de la mañana luego de haber bebido varias copas.
La autopsia de Genaro reveló que tenía 1.8 gramos de alcohol en sangre, mientras que las pericias toxicológicas de Julieta permitieron conocer que tenía 0.8, es decir, no estaba ebria o fuera de sus cabales aunque había pasado el límite permitido para manejar.
Igualmente ella se subió a su auto Fiat Idea, en el que ambos habían llegado al bar. En este punto cobra relevancia el testimonio de un cuidacoches quien presenció todo lo ocurrido, a lo que se sumó la declaración de un odontólogo quien aseguró haber visto el momento en que el auto conducido por la chico atropelló al rugbier. A partir de estos relatos se reconstruye la secuencia de lo que ocurrió.
A bordo de su vehículo, la mujer estaba dispuesta a partir y dejar allí a su novio. Pero él quiso evitarlo y se colgó de la ventanilla del conductor. El mismo movimiento del auto motivó la caída del joven quien quedó tirado sobre el asfalto. Igualmente ella salió del estacionamiento del boliche ubicado en calle El Chañaral, pero a los 150 metros (aproximadamente) hizo una "U" y volvió "sobre sus pasos".
Allí se encontraba Genaro tirado en el suelo y fue embestido por el vehículo, lo que le causó la muerte instantánea. La autopsia confirmó que el joven falleció por "aplastamiento de cráneo".
Según los mismos testigos, esa noche ella se bajó del auto y al ver a su novio tirado sin vida en el asfalto comenzó a gritar "no lo vi, no lo vi, está muerto". En su posterior declaración, Julieta reiteró que no lo vio y que jamás sería capaz de matarlo intencionalmente. Ella explicó que a pesar de sufrir astigmatismo esa noche había salido sin sus anteojos recetados y que a eso se sumaba el hecho de que llovía. Además indicó que iba mirando para un costando buscando al mismo Genaro para devolverle el celular que ella llevaba consigo.
Sin embargo, la fiscal Rossi tiene elementos para descreer de estos dichos. Ella pudo comprobar que al caer, el joven rugbier, quedó justo debajo de una de las farolas de la calle El Chañaral y que el vehículo llevaba las luces prendidas, por lo que el chico era perfectamente visible a pesar de la precipitación.
Inmediatamente después de lo ocurrido Julieta fue trasladada al hospital Schestakow donde la sedaron y la dejaron en un pabellón de psiquiatría. El miércoles posterior fue llevada a la cárcel de San Rafael donde quedó presa hasta hoy, jornada clave en la que se define su destino. Será fundamental para la causa determinar si el hecho se encuadra como un asesinato o, si tal como sostiene la joven, se trató de una muerte accidental.