¿Qué oculta el “nunca más” judicial?

¿Qué oculta el “nunca más” judicial?
¿Qué oculta el “nunca más” judicial?

En su reciente discurso de asunción, el presidente Alberto Fernández anunció el próximo envío al Congreso de un conjunto de leyes para una amplia reforma del sistema judicial en el país. Aludió, en tal sentido, a la supuesta injerencia de los organismos de inteligencia y de la política en el funcionamiento de la justicia, en clara alusión a las detenciones, por denuncias de hechos de corrupción, de ex funcionarios de los gobiernos kirchneristas. En el tramo posiblemente más polémico de su mensaje ante la Asamblea Legislativa, Fernández dijo que la que predomina en la vida democrática del país es una suerte de “corporación de jueces poderosos” capaces de perseguir a quienes disienten con ellos a través de “persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias”.

En ese marco, repercutió con fuerza una frase en la que el Presidente instó a un “nunca más” a una justicia “contaminada por los servicios de inteligencia”, en las que también involucró con supuestos actos desleales a sectores mediáticos. Y fue más enfático al remarcar: “Cuando digo nunca más, es nunca más...”. En eso basó, por añadidura, su anunciada intervención a la Agencia Federal de Inteligencia.

La sorpresa fue grande porque “nunca más” es una expresión que se utiliza en nuestro país para repudiar los hechos derivados del terrorismo de Estado durante la última dictadura. Frase que surgió de boca del fiscal Julio César Strassera al cerrar su alegato  en el juicio a las juntas militares llevado a cabo durante la presidencia de Raúl Alfonsín.

Por ende, haber apelado a un concepto de tanta sensibilidad para los argentinos, como el “nunca más”, conduce a un compromiso con la pregonada reformulación de la justicia que convierte a la misma en una de las metas más comprometedoras para el nuevo jefe del Estado.

La supuesta influencia del gobierno de Mauricio Macri en la situación procesal de tantísimos ex funcionarios kirchneristas y empresarios vinculados a los contratos por obras de infraestructura, que estaría dando sustento al apelativo histórico de Fernández y a su promesa de una fuerte reformulación de la Justicia Federal, no debería limitarse a los años recientes como ejemplos de la decadencia de la magistratura.

Es difícil olvidar, en ese sentido, la fuerte injerencia que el kirchnerismo ejerció hasta fines de 2015 en los tribunales a través de esa suerte de colonización ideológica que significó la organización conocida como Justicia Legítima, que amparaba sin reparos a la militancia política de hombres y mujeres vinculados al kirchnerismo en el ámbito judicial para contrapesar la labor de otros mayormente independientes que en muchos casos preferían no pulsear ante mecanismos no muy usuales en sus respectivos ámbitos.

En todo caso, habría que interpretar a quién se refirió el Presidente con su “nunca más”. ¿Lo deberán  aceptar los muchísimos jueces honestos como “nunca más abusen los políticos de sus atribuciones”? ¿O se puede leer como un “nunca más te atrevas a investigarme” de parte de funcionarios que prefieren seguir más cerca de la corrupción que del cumplimiento patriótico de sus funciones que les exige la Constitución?

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