José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
El objetivo trazado por el Gobernador para las elecciones de octubre pasaría por apuntar a no menos de un 11 por ciento de diferencia con el justicialismo, mejorando en varios puntos porcentuales lo logrado en las primarias de agosto.
Para Cornejo y su equipo ese porcentaje sería ideal para mantener un gobierno bien parado de cara a los dos años finales de gestión, más allá de admitirse que el resultado electoral por la renovación de bancas legislativas obligará a acentuar la negociación con la oposición para aprobar las leyes prioritarias.
A la caza de votantes. Tanto en el oficialismo como en el PJ crecerá a partir de ahora la búsqueda de votos entre los sectores que no quedaron bien parados en las PASO, los que se bajaron de la nueva convocatoria electoral o los que directamente no obtuvieron el porcentaje que la ley fija para poder competir en las generales.
El escenario para el domingo 22 de octubre en esta provincia es, otra vez, de una clarísima similitud con una “segunda vuelta”, como en las generales de junio de 2015 que llevaron a Cornejo al Gobierno, porque el justicialismo dejó la sensación de que puede mejorar lo que sumó en agosto. En realidad, el cornejismo quiere ser un ganador más holgado y el PJ, un digno escolta. Entre la izquierda y Protectora hay una lejana disputa de votantes que puede terminar acentuando el reparto entre ambos. Lo de la dirigencia de la ONG es muy auspicioso, pero si consolidan el espacio político la apuesta será para dentro de dos años.
Lo destacable es que los primeros desertores de las parlamentarias de octubre, en especial Encuentro por Mendoza, tienen claras raíces peronistas que pueden llevar a la deducción de que sus votantes se inclinarán por la lista que encabeza Omar Félix.
Desde el oficialismo prometen trabajar para que el sector de Armagnague, que perdió la interna de Cambiemos en las PASO, sugiera a sus seguidores que voten por la lista encabezada por Najul. Hay quienes sostienen que “si bien no quieren a Macri y sus políticas, son radicales que están sólo un poco enojados con Cornejo, pero se les puede pasar el enojo...”.
El contexto nacional. Mientras se rearma la estrategia local, están los que ya quieren mirar más allá y no descartan un nuevo protagonismo del radicalismo mendocino en el plano nacional muy pronto.
Superando cualquier diferencia lógica en una coalición gobernante, nadie duda en la UCR de que ésta era necesaria para neutralizar la hegemonía kirchnerista y se saca a relucir que en la mayoría de las provincias el gran sostén del nuevo espacio Cambiemos lo constituyó el antiguo partido. Es por eso que prácticamente ningún dirigente radical del país con preponderancia puede estar pensando en otra cosa que en mantener el espacio gobernante. El resultado de las PASO disipó en parte la preocupación sobre cómo afrontar una crisis política derivada de los inevitables acomodamientos de tarifas que debió realizar la administración macrista, entre otros reajustes. En ese marco, posiblemente se esté gestando alguna aspiración radical local de protagonismo en la fórmula presidencial de Cambiemos dentro de un par de años. En ese sentido, nadie desmiente que Cornejo tenga legítimas aspiraciones y que por ahora una candidatura al segundo lugar de la fórmula sea más que aceptable recompensa por tratarse de quien marcó el rumbo con un espacio multipartidario (Cambia Mendoza) que hizo frente exitosamente al kirchnerismo.
Siempre se comenta que el Pro nacional y el cornejismo se parecen bastante en la forma de organizar sus gobiernos, con poca apertura a los socios políticos. Es una crítica a un determinado armado de una coalición gobernante. En defensa de ese estilo de conducción surgen los que basan una coalición gobernante en el complemento entre los poderes del Estado. En el Congreso el macrismo gobernante difícilmente hubiera podido salir a flote en sus dos primeros años de gobierno sin el apoyo de los aliados en la coalición, encabezados, lógicamente, por los senadores y diputados de la UCR. En cambio, en Mendoza, Cornejo muy poco necesitó de los “socios” por el buen número de legisladores que su partido supo sumar en las exitosas elecciones de 2013 y 2015, mientras el Partido Demócrata luchaba por su subsistencia y el Pro mendocino comenzaba a consolidarse como partido local. En 2019 tal vez el macrismo local tenga derecho a alguna ambición un poco mayor.
No está muerto quien pelea. En cuanto al justicialismo, está claro que quien preside el partido y encabezará la lista oficial de Somos Mendoza en octubre, Omar Félix, no pudo lograr desde la noche de las primarias la foto de unidad de su partido, que necesitaba.
Hay quienes destacan que el camino a recorrer hacia las legislativas no será del todo fácil porque hay aspectos que marcan diferencias que pueden ser importantes. Desde el camporismo querrían tener un protagonismo de campaña que difícilmente en el sector de Félix estén dispuestos a conceder.
El sanrafaelino pretende que su sector, ganador en las PASO, sea el que ejerza el mayor protagonismo. La eventual nacionalización de la campaña (la corriente kirchnerista que encabezó “Juani” Jofré se referenció siempre en el liderazgo de Cristina Fernández) no es algo muy bien visto por el grueso del PJ, consciente de que el peronismo a nivel nacional debería buscar reorganizarse después de octubre detrás de otros dirigentes que se perfilen para liderar, no sólo la ex presidenta, que ya cambió su estrategia con respecto a las PASO y ahora se vuelve a inclinar claramente hacia el PJ.
En un artículo titulado “El peronismo está herido, pero no de muerte”, publicado en el diario La Nación, el analista político Marcos Novaro dice que “... nada indica que los líderes peronistas vayan a dejarse desangrar sin resistir. Antes bien, lo más probable es que la consolidación del oficialismo los estimule a reagruparse, simplemente por una cuestión de supervivencia. Y si algo sabe el peronismo es sobrevivir”.