Que la cosa sea pareja

Que la cosa sea pareja

Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes

Hablo mucho con los tacheros, ellos saben qué diablos le está pasando al humor popular, porque mucha gente se sube al taxi y hace catarsis, tal vez, teniendo en cuenta que a ese que está manejando quizás no lo vuelvan a ver, y entonces abren la canilla de sus sentires, de sus sueños y de sus broncas.

Uno de ellos, comentando la situación del país, me dijo, días atrás: “Uno aceptaría la inclemencia económica (juro que usó esas palabras) si la cosa fuera pareja. Si todos hiciéramos el sacrificio, si el mal momento lo sufriéramos todos. Pero uno vuelve a ponerle sacrificio todos los días en busca de una plata pequeña, mientras ve que otros se salvan con fortunas”.

Me hizo acordar al “Payador perseguido”, del querido Ata cuando dice: “El trabajo es cosa buena/ es lo mejor de la vida/ pero la vida es perdida/ trabando en campo ajeno/ que unos trabajan de trueno/ y es pa’otros la llovida”.

Los legisladores nacionales pretendieron aumentar sus sueldos considerablemente. No sé por qué le dicen “dieta” al sueldo de los legisladores si se los ve a todos bien rellenitos de carnes. Comer, comen, no hay dudas. Los legisladores nacionales pretendieron aumentar sus sueldos y después dieron marcha atrás. Pero no porque no quieran el aumento o les parezca injusto, dieron marcha atrás porque vieron que era inoportuno: el intento levantó tantas protestas que comenzaron a recular y en chancleta. Prefirieron privarse de aumentos para privarse de insultos.

No me llama la atención que hayan abandonado la intención (temporalmente), me llama mucho la atención, me duele, que lo hayan pretendido, que muchos, sino la mayoría, piense que deben cobrar mucho más, como esa legisladora con nombre vitivinícola que argumentó que gente de la industria del vino, gerentes, por ejemplo, ganan más que un diputado. Pues, señora, vaya a ser gerenta de vino o de lo que quiera, no se sienta obligada, que de irreemplazables está lleno el cementerio.

A ver, chicas y muchachos con fueros. Ustedes son servidores públicos. No piensen que se van a hacer ricos con sus trabajos, es más, no deben hacerse ricos con sus  trabajos. No son trabajos para acumular dinero, son trabajos para servir. Voy a aclarar la palabra por si alguno no la entiende: “servir: Trabajar para los otros sin buscar beneficio propio, haciendo lo mejor que se pueda”.

Antes de entrar en vuestros  trabajos ya saben lo que van a cobrar. Tienen todo el derecho, como tenemos todos a decir: “Esa plata no compensa el esfuerzo que he de tener que hacer, por lo tanto no acepto el trabajo”. Tienen el derecho. Entonces no se postulen, porque el país no puede repartir más beneficios, cuando beneficios no hay.

Ustedes, señores y señoras legisladores/as, son representantes del pueblo, de un pueblo que en un treinta por ciento es pobre. No pueden hacer ostentación de sueldos frente a aquellos que no tienen pan para hoy y pretenden que ustedes hagan algo para poder tenerlo mañana.

Y si quieren verlo de otra manera, ustedes son empleados de ese pueblo. Si quieren aumento deberían discutir con él sus paritarias, porque el pueblo es, sencillamente, vuestro patrón.

Como decía aquel tachero amigo que mencioné al principio: “uno aguantaría la inclemencia económica si sabe que el esfuerzo es de todos, que es parejo”.

“Cuando el país está urgido/ Por un magro devenir/ Deben todos admitir/ estar igual de afectados/ no existen privilegiados/ a la hora de sufrir”.

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