Los hermanos se pelean por la televisión, la ropa, la computadora. Los padres somos testigos de esos enfrentamientos y a veces no sabemos cómo actuar. ¿Es mejor mantenerse al margen o moderar las peleas?
Se pelean porque se usan la ropa, se enojan porque uno tiene permiso para ir al cine con los amigos y el otro no, se enfrentan por el tiempo frente a la computadora, por el programa de televisión que quieren ver y por miles de motivos más. Y por más que tengan una computadora y un televisor exclusivo para cada uno, siguen encontrando razones para pelearse, y es lo normal, porque son hermanos.
Aunque hay hermanos que se pelean poco y nada –son excepciones-, lo más común es que recién durante la adolescencia y hacia el final de la misma la relación entre los hermanos se afiance y logren ser compañeros y compinches.
Mientras tanto, los padres siguen siendo testigos de esos enfrentamientos y, como siempre, deben tratar de mantenerse al margen. Cuando los hijos superan los diez años, su capacidad de diálogo y de comprensión es excelente, de modo que es al diálogo a lo que los padres deben apuntar cuando se trata de ayudarlos a vincularse con sus hermanos.
El mejor momento para hablar no es durante el enfrentamiento, porque si hay gritos y enojos que dejan a los hermanos “sin capacidad de razonar”, es obvio que los resultados no van a ser positivos. Una vez pasada la crisis, los padres pueden intervenir -sólo si es imprescindible- con sus hijos juntos o por separado y la idea es que puedan hacer de “mediadores” apuntando a que el conflicto se resuelva de modo tal que las dos partes –o tres o más- consigan lo que quieren.
Un ejemplo muy conocido que suele utilizarse en mediación es el de los hermanos que peleaban por una naranja. Cuando el padre indagó en el nudo del conflicto, descubrió que uno quería el jugo y otro la cáscara para rallarla y hacer una torta. De modo que los dos pudieron tener lo que querían, sin perjuicio para el otro.
Es a esta idea a la que hay que apuntar con los hijos, para ayudarlos a ver realmente cuáles son sus necesidades. Por ejemplo, si uno está escuchando música en el equipo del living y el otro se queja porque no puede hacer su tarea, habrá que pensar cuál de los dos puede seguir con lo suyo en otro ambiente de la casa.
Y, obviamente, el objetivo final es que aprendan esta estrategia para aplicarlas por sí mismos, de modo que logren independizarse de sus padres también en relación a los conflictos con sus hermanos.