Es plausible que legisladores provinciales y gente preocupada por el patrimonio esté gestionando la posibilidad de que la residencia que perteneció al dirigente, escritor y abogado comunista Benito Marianetti sea adquirida y convertida en un museo.
La intención, como decimos, es valiosa por diversos motivos. El inmueble constituye el testimonio de uno de los primeros arquitectos mendocinos recibido en Buenos Aires, Raúl Jacinto Álvarez, autor de obras muy valiosas. Por rara coincidencia el inmueble, de unos 500 m2, está al lado de la vivienda de otro gran arquitecto provincial, Daniel Ramos Correas.
Como ocurre frecuentemente, la casa del recordado socialista estuvo durante años sin despertar el interés tanto para las personas que se oponen a su venta así como de gobiernos provinciales que se sucedieron desde el regreso a la democracia.
Hoy es una decisión familiar por motivos económicos que se proceda a la enajenación del inmueble, un justo derecho que ejercen los herederos. Siempre, sostenemos, habrá que respetar esa potestad de la familia de percibir un justo lucro con su herencia.
También sería ideal que la inversión la pudiera efectuar el Estado, sea el provincial y el municipal asociados, o uno de ellos junto con una fundación privada, y alcanzar de esa forma la posibilidad de cristalizar un centro cultural y/o museo, al que si descartamos contribuiría la familia Marianetti, conocida por su desinterés y permanente contribución a la difusión y promoción de la cultura.
Es previsible que no será inalcanzable conseguir la declaración de patrimonio arquitectónico o histórico para el bien, ya que es creación de uno de los notables arquitectos que dio Mendoza, Raúl J. Álvarez. La residencia se une a otras que hicieron los primeros profesionales del medio, como el ya citado Ramos Correas, y las que concibieron otros colegas, como por ejemplo Manuel y Arturo Civit, y que igualmente merecen ser protegidas.
Vale entonces el intento de dejar en pie este valioso inmueble. Serviría mucho para dar más envergadura al patrimonio arquitectónico local, que no siempre ha salido bien parado y ha visto erradicar por la piqueta magníficas realizaciones. También este intento por salvar la construcción y no ver allí erigirse una torre, serviría para rendir homenaje al doctor Benito Marianetti y todo lo que hizo por Mendoza. "El legado ético, político y material (a través de sus más de 60 obras literarias y de ensayo) es mucho más que un inmueble. El Centro de Estudios Benito Marianetti fundado, entre otros, por Ángel Bustelo y Nerina Marianetti, resguarda y mantiene viva su memoria", como sostiene la profesora Gabriela Curi Azar, estudiosa del autor de "Mendoza, la bien plantada".
Pero, la realidad manda. Si bien el proyecto legislativo que por estas horas está ingresando en la Casa de las Leyes habla de la compra de la casa, es un dato archiconocido por todos que las arcas de la administración provincial no se encuentran en una situación floreciente, por lo que tememos que sea poco probable un desembolso como el que ameritaría la adquisición de la propiedad, más cuando hay emprendimientos que no pueden terminarse o su realización marcha lenta por falta de fondos.
Para resumir, se debe permitir que la familia Marianetti decida el destino del otrora hogar de Benito. Los que deseen conocer sobre la vida de este mendocino, podrán leer sus escritos existentes en bibliotecas públicas, y la Secretaría de Cultura haría bien en reeditar los libros del pensador.
El estado ideal en cuanto a conservar la casa sería lograr un salvataje con la intervención de organizaciones privadas, con algún tipo de vinculación con el sector oficial, y lograr mantenerla en pie desembolsando la inversión que requiere su recuperación y readaptación a fines culturales, y previendo formas de recuperación del reembolso que se tuviera que llevar a cabo.
