Se define a la historia contrafáctica como “un ejercicio de abstracción sobre los sucesos históricos que pretende dilucidar un curso hipotético de acontecimientos históricos, respondiendo a la pregunta ¿qué habría pasado si ...?”.
En un país con tantas expectativas fallidas como el nuestro el “qué habría pasado si ...?, se expresa casi siempre en un lamento por alguna parte de la historia que de no haber existido, las cosas habrían sido mejores para los argentinos. Por eso la mayoría de los presidentes se proclaman seguidores de una parte buena de la historia a la que luego una parte mala interrumpió y entonces se imaginan como aquéllos que en su proyecto de país serán los continuadores de la parte buena haciendo como si la parte mala nunca hubiera existido. Como si de modo esotérico, su voluntad de poder habría podido borrar de la historia todo lo que fue perjudicial según el entender de cada presidente.
Juan Perón, cuando se abrazó con Ricardo Balbín se imaginó qué habría pasado si... los dos grandes partidos populares se hubieran unido en 1945, con lo cual quizá lo acontecido entre 1955 y 1973 no habría ocurrido y así nos hubiéramos evitado años de dictaduras y de gobiernos con escasa legitimidad de origen.
Los militares genocidas también se hicieron esa pregunta pero en su forma más perversa. Ellos asumieron el poder imaginándose qué habría pasado si... en el país jamás hubiera existido el peronismo, ni el radicalismo, ni siquiera la ley Saenz Peña.
Raúl Alfonsín en 1983 llegó al poder con la idea de recuperar la “república perdida”. O sea, se preguntó qué habría pasado si... el golpe de Estado de 1930 no hubiera ocurrido. Un mundo imaginario donde el fraude y el desencuentro con el peronismo quizá no hubieran llegado a tener lugar.
Los renovadores peronistas de los años 80 se proyectaron como los continuadores ideológicos y políticos del abrazo Perón-Balbín. Imaginaron construir un país donde qué habría pasado si... la violencia peronista setentista y la dictadura criminal no hubieran tenido jamás lugar.
Más abarrotado aún fue el ensimismo que con un profundísimo cambio de orientación dentro del peronismo propuso, quizá inconscientemente, una síntesis entre los dos grandes modelos históricos que disputaron el poder en la Argentina prácticamente durante toda la historia independiente, el liberalismo y el nacionalismo. Menem se propuso ser el continente peronista de un contenido Liberal produciendo un cimbronazo en las estructuras del tradicional movimiento porque el cambio era demasiado grande. En particular teniendo en cuenta el sesgo antiniebla o no Liberal del peronismo histórico, que recién con los renovadores de los 80 comenzó a ser dejado de lado, pero que luego el Kirchner restauró. Lamentablemente el experimento de Menem no contó con las mejores expresiones de ambas corrientes para realizar la síntesis y a la postre terminó siendo peor el remedio que la enfermedad porque a partir de allí se dejó de lado todo intento de reencuentro histórico entre las grandes tradiciones históricas del país. El qué habría pasado si... el peronismo no se hubiera opuesto al liberalismo también falló.
El siglo XXI nos trajo otra suposición con un contenido sorprendente e inesperado, ya que para construir el poder que aún no tenía, Néstor Kirchner se imaginó una historia contrafáctica donde él se proponía como el continuador del peronismo de izquierda que Perón rechazara drásticamente en su retorno al país. Kirchner se preguntó qué habría pasado si... en la Plaza de Mayo del 1 de Mayo de 1974 en vez de echar a la juventud peronista simpatizante de Montoneros, Perón hubiera echado a la derecha peronista estableciendo un gobierno de signo ideológicamente progresista tal cual piensan al progresismo los que adhieren a esa tendencia hoy. Y entonces se propuso construir su gobierno tras ese imaginario.
Si recordamos todas estas actitudes en porque el actual presidente Alberto Fernández es un Paciente cultor de las mismas teniendo un claro imaginario acerca del papel que él quisiera jugar en la historia a partir de lo que imagina como el mejor momento del Kirchner en que él participó y aquellos otros momentos del Kirchner en que él no participó y que en lo profundo de sí mismo le gustaría que jamás hubieran existido.
Alberto Fernández mientras estuvo con los Kirchner siempre se sintió como copropietario del poder que la pareja estaba construyendo, mientras que la pareja jamás lo consideró un igual. A poco de haber asumido Cristina la presidencia esa diferencia se expresó en una ruptura, convirtiéndose Alberto en un duro crítico de sus antiguos supuestos (para él) socios.
Hoy, en su gestión lo que intenta - para construir poder propio (frente a quien sí tiene poder propio, y mucho)- es preguntarse qué habría pasado si... el conflicto con el campo y la guerra contra los medios no hubieran ocurrido, haciendo que los gobiernos de Cristina hubieran sido moderados y no de “vamos por todo”. A la vez, Alberto Fernández también quiere borrarse en parte a sí mismo ya que cada día son más las cuestiones que rectifica de lo que dijo cuando estaba en contra de Cristina (la última fue cambiar su idea de que Nisman fue asesinado por la de que se suicidó).
Muchos le critican a Alberto no tener programa de gobierno, pero él, imaginándose continuador directo de Kirchner considera que darle centralidad a la cuestión de la deuda externa es su gran programa. Como para Néstor salir del default fue su primera gran meta de gobierno, Alberto intenta que no entrar en default sea su primera gran meta. Tener buena relación con el campo y con los medios es algo que también anhela para revertir lo que supone los dos grandes errores cristinistas (aunque apoyados por Néstor), pero a la vez, así como Kirchner tuvo su amigo bolivariano en Hugo Chávez, Alberto lo intenta con Evo Morales. Finalmente, aquello que jamás podría decir pero que debe figurar entre sus anhelos más profundos es el de poder hacer un gobierno donde él ocupe el centro de la escena y Cristina con sus progres y sus camporistas sean un ala del movimiento. Muy importante pero jamás su totalidad o su centro.
Veremos si este nuevo qué habría pasado si... tiene mejor suerte que los anteriores. Sino habrá que intentar nomás presidir un país asumiendo la totalidad de la historia en vez de querer borrar alguna de sus partes.