Autor: Enzo Traverso.
Editorial: Siglo XXI
Páginas: 128
Año: 2014
El título del libro interpela y nos arrincona: ¿Qué fue de los intelectuales? ¿Qué pasó con aquellos sujetos que deben reflexionar y pensar la escena contemporánea? ¿Existe hoy el intelectual? En caso de responder afirmativamente ¿Cuál sería su rol hoy, su papel en el espacio social? Enzo Traverso, uno de los más destacados historiadores de las ideas del siglo XX, nos invita a la reflexión en este exquisito ensayo recientemente publicado.
Con formato de entrevista, el autor realiza una formidable síntesis sobre la figura del intelectual a lo largo de la historia, sus intervenciones en el ámbito público, su relación –siempre conflictiva- con el universo de la política. Del nacimiento del intelectual con el famoso caso Dreyfus hasta su ocaso con el fracaso de los socialismos reales y la caída del Muro de Berlín.
Es un repaso, también, sobre la actitud crítica de escritores, pensadores y periodistas comprometidos frente a las distintas coyunturas políticas e ideológicas que atravesaron el siglo pasado: la revolución rusa, las dos guerras mundiales, la guerra civil española, la revolución china, la irrupción del fascismo, solo por señalar algunos hechos trascendentes.
Traverso arriesga algunas respuestas a los interrogantes planteados y cuestiona al intelectual de hoy, hiperespecializado en su disciplina, ausente de los debates actuales en el espacio público.
El intelectual en la actualidad es asesor de imagen de los candidatos políticos o, en el mejor de los casos, “expertos” abocados a campos estrechos del conocimiento.
Frente a este horizonte empobrecido, Traverso propone que el intelectual vuelva a involucrarse en los grandes temas de la humanidad, en las problemáticas que afectan a las sociedades, en un cuestionamiento del status quo. A pesar del estado de situación, dice el autor, no todo está perdido y el pensamiento disidente no ha desaparecido.
En un mundo que se presenta “post-ideológico” el intelectual debe reinventarse teniendo en cuenta las nuevas condiciones y volver a tomar posturas universalistas. El sujeto que “piensa y reflexiona” debe adecuarse, con audacia, a los desafíos que plantean los nuevos contextos nacionales y globales.