Que este 22 de octubre prime la concordia política

Que este 22 de octubre  prime la concordia política

La realidad social contemporánea de la Argentina nos muestra un enfrentamiento de intereses sectoriales e ideológicos, donde los diferentes grupos o sectores civiles buscan imponer un modelo de país por encima de los intereses reales y esenciales de la sociedad. Hoy en día somos cómplices, víctimas, actores, victimarios, etc., de un partidismo exagerado, donde el debate de lo que queremos y debemos ser, no se da en un ámbito de diálogo y respeto sino, al contrario, se ha entrado en una vorágine de intolerancia, mentiras y vulgaridades. No se piensa en el bienestar de la familia argentina sino que el objetivo es la captura de poder, seguida de su ostentación.

Nuestro país viene de atravesar una década de perdición, corrupción política, social y cultural. Hemos perdido el respeto por lo que es la Argentina ya que ignoramos su historia, somos desmemoriados de la grandeza de nuestros próceres y de las calamidades cometidas por nuestros dirigentes. 
Se ha perdido el sentido común de las cosas y, en efecto, el hecho de poder alcanzar el fin último de toda sociedad que es el Bien Común. El Bien Común de la Argentina está teñido bajo toda esta pelea o batalla ideológica, cultural y de poder que hoy se vive.

No sirve al país que la definición electoral se base en la imposición de modelos sectoriales que sólo beneficiarán a pequeñas minorías en detrimento de los demás sectores sociales. El populismo kirchnerista es un ejemplo concreto que, bajo la bandera socialista y de ayuda a los desprotegidos, entregó un país con 30% de pobreza, 50% de pobreza infantil, inseguridad y narcotráfico en cada esquina, una decadente instrucción escolar, desempleo del 10%, economías regionales paradas, desconectados con el comercio del mundo, y un escandaloso vaciamiento de las arcas públicas.

Todo esto es muy triste; más cuando vemos que su principal líder se vuelve a presentar como candidata en defensa del bienestar de sus compatriotas, algo absurdo, un absurdo que permitimos.

En la otra vereda se encuentra la coalición de Cambiemos, promotores de un sana república y objetores de todo aire populista. En el corto plazo el Gobierno de Macri ha demostrado tener capacidad por mejorar la realidad cruel del país. Su plan de "Pobreza Cero", su guerra al narcotráfico y las mafias, son cabal ejemplo de querer terminar con nuestros dramas estructurales. Ha habido un serio compromiso por reconocer la verdad y la pobreza social que padecemos: la mejora del Indec, el aumento de la AUH, la presencia del Estado en villas y barrios, la apertura al crédito para la clase media, el plan maestro para la educación, la ley de emergencia contra el narcotráfico, etc., son el compendio de un abanico de políticas que recién comienzan pero no deben ser contingentes, ya que necesitamos políticas de Estado. En eso Cambiemos debe mostrar más determinación y más consenso.

Es momento de establecer un pacto social por el que todos los argentinos quedemos dentro del círculo virtuoso del desarrollo y crecimiento. Que queden afuera la corrupción, el chantaje y el populismo que tanto mal nos han hecho.

Para que una sociedad tenga la posibilidad de subsistir es necesario un acuerdo que subordine los intereses sectoriales al bien del conjunto social. Esta voluntad de concordia política se funda en un repertorio de principios básicos. No puede ni debe negar nuestra historia; debe estar al servicio de la vida y la familia; debe procurar la dignidad de cada argentino a través de la educación, el trabajo y la salud; debe respetar la Constitución y debe promover el desarrollo y el humanismo en todos los órdenes; debe estar al servicio de la dignidad de la persona desde los inicios de su vida en la concepción hasta su muerte natural, teniendo a Dios como fuente de toda Razón y Justicia.

La solidaridad política marcada en una amistad por el interés general, basada en principios, tradición, legado de los próceres, sucesos y logros comunes; debe marcar nuestra pujanza y fortaleza como pueblo. Este sello cultural marca nuestro Norte que, a la vez, va a ser el sostén ante cualquier adversidad, corrupción, miseria o crimen contra la patria.

Éste es el desafío que deben hoy asumir nuestros gobernantes: el de enfocar el rumbo a seguir respetando toda diversidad sectorial que se subordine al bien común. Donde el Estado no deje de hacer ni haga todo por sí mismo. Que las partes se subordinen al bienestar del Todo Social, y que se abandonen las luchas sectoriales que buscan hacer de ese todo una parte. Que el partido sea arma de construcción y no de destrucción.

Es momento de una clara Concordia Política, que busque enderezar el rumbo de la Nación, que respete y no niegue la historia y la identidad que heredamos de nuestros Padres de la Patria. Que respete la dignidad de la persona y que favorezca siempre la vida.

Donde se termine con la pobreza, la falta de saneamiento ambiental, una instrucción escolar de mayor calidad, más trabajos dignos y salarios justos, donde la familia sea el eje de construcción social; donde el hombre y la mujer unidos puedan sostener y fortificar a los futuros ciudadanos de la Nación. Y principalmente que respete la autoridad, como la misma Constitución Nacional afirma, … "invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia"…  Que este 22 de octubre prime la Concordia Política.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Los Andes.

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