En realidad la idea es sencilla: en el mundo moderno, los objetos comunes pueden volverse “inteligentes”. Es decir, “pueden hablar entre sí y con el resto de Internet”. Este término del que hablamos, “Internet de las Cosas”, tiene su origen en los países desarrollados, donde es muy común que se lo conozca con la sigla en inglés de “Internet of Things” entonces puede reconocerse por las tres iniciales “IoT”.
Si bien el concepto es un poco abstracto, ha estado ganando bastante terreno en los últimos años. La idea que intenta representar queda graficada por su nombre, es decir, cosas cotidianas que se conectan a Internet, aunque en realidad es mucho más que eso.
Para entender de qué se trata el Internet de las Cosas, hay que saber que sus orígenes y fundamentos no son en lo absoluto nuevos. Desde hace ya más de 30 años se viene trabajando con la idea de hacer un poco más interactivos todos los objetos de uso cotidiano. Ideas como el hogar inteligente, también conocido como la casa del mañana, han evolucionado antes de que nos demos cuenta en el hogar conectado para entrar al Internet de las Cosas.
El Internet de las Cosas potencia objetos que antiguamente se conectaban mediante circuito cerrado, como comunicadores, cámaras, sensores, y demás, y les permite comunicarse globalmente mediante el uso de la red de redes.
Si hubiera que brindar una definición ajustada sobre el Internet de las Cosas, quizás lo mejor sería decir que se trata de una red que interconecta objetos físicos valiéndose de Internet. Los nombrados objetos se manejan con sistemas incorporados, es decir, hardware especializado que le permite no solo la conectividad a Internet, sino que además programa eventos específicos en función de las tareas que le sean programadas o indicadas desde lugares alejados o remotos.
Como ya se ha explicado, el secreto en todo esto está en los sistemas incorporados. Entre ellos se encuentran chips y circuitos que comparados con, por ejemplo, un smartphone, podrían parecer muy precarios, pero que cuentan con todas las herramientas necesarias para llevar a cabo las tareas especializadas muy específicas que se les indique.
No existe un tipo específico de objetos conectados a Internet de las Cosas. En lugar de eso, se los clasifica como objetos que funcionan tales como, sensores y mecanismos que realizan acciones activas. También están aquellos que cumplen ambas funciones.
En cualquier de estos casos mencionados, el principio es el mismo y la clave es la operación remota. Cada uno de los objetos conectados a Internet tiene una IP específica (una dirección IP es un número que identifica, de manera lógica y jerárquica, a una interfaz en red) y mediante esa IP puede ser accedido pare recibir instrucciones. Asimismo, puede contactar con un servidor externo y enviar los datos que recoja.
¿Cuánto tiempo falta para que podamos usarlos?
Una de las preguntas más comunes con el Internet de las Cosas es cuándo estará finalmente dentro de nuestras vidas. La respuesta es que progresivamente y a pasos acelerados, está incorporándose en la vida hogareña desde hace ya algunos años.
A diferencia de algunas tecnologías mucho más populares entre las sociedades consumistas, el Internet de las Cosas no ha encontrado una gran expansión en ese mercado. Quizás sea porque la tecnología está aún está en desarrollo, o quizás los grandes del sector no han visto la oportunidad comercial para adoptar una política de llegada a la gran masa de la sociedad. Sin embargom y como sucede en todo lo que se refiere a nuevas tecnologías, es el sector privado donde el Internet de las Cosas se está haciendo cada vez más popular.
En la industria
La industria de producción en masa ya cuenta desde hace un largo tiempo con la robotización en reemplazo de la mano de obra humana. Efectivamente, el Internet de las Cosas se encarga de controlar los procesos de fabricación, robots ensambladores, sensores de temperatura, control de producción. Casi toda la infraestructura está conectada a Internet para generar ahorros de tiempos y eficiencia en el ahorro energético.
Existe también a nivel urbano lo que se da en llamar el “control de infraestructura urbana”, que permite controlar semáforos, puentes, vías de tren, cámaras urbanas, etc. Cada vez más ciudades implementan este tipo de infraestructuras basadas en el Internet de las Cosas que permiten monitorear el correcto funcionamiento de sus estructuras, además de adaptar más flexiblemente su funcionamiento ante nuevos eventos.
Puede ser utilizado también en el control ambiental. Una de las áreas en las que está teniendo más éxito el Internet de las Cosas, ya que permite acceder desde prácticamente cualquier parte a información de sensores atmosféricos, meteorológicos y sísmicos.
Otras industrias, como la del petróleo, han hecho uso de sistemas con arquitectura IoT para monitorear factores críticos en sus procesos de producción y tratamiento del crudo, reduciendo costos.
También hay aplicaciones del Internet de las Cosas para el transporte, la industria energética y prácticamente todos los sectores comerciales. Como ya se mencionó, el gran sector al que aún no llegó de manera masiva y sigue pendiente es el mercado de consumo masivo, es decir, los hogares, un lugar al que probablemente en cuestión de un tiempo mediato se observe la gran explosión del IoT.
Sin lugar a dudas, el Internet de las Cosas tarde o temprano será parte de nuestra vida cotidiana.