La noticia le cayó como un balde agua helada que llega desde Siberia a la cadena ganadera argentina. El servicio sanitario ruso anunció que detectó la presencia del anabólico ractopamina en la carne vacuna que proviene de cinco frigoríficos argentinos y también de dos paraguayos.
La ractopamina es un promotor de crecimiento, que mejora la tasa de conversión del alimento en carne en la fase final del engorde. Se utiliza en Estados Unidos y más de 20 países, pero está prohibido en la Unión Europea y en otros 150 países.
En la Argentina este anabólico no está autorizado y en teoría no se utiliza, aunque hubo varios idas y vueltas (en el 2011, por ejemplo, se lo autorizó) y los productores de cerdos vienen reclamando que se les permita utilizarlo para poder competir con otros países que sí lo usan, como Brasil (que también tuvo dificultades con Rusia por este mismo tema).
En Estados Unidos, este anabólico fue aprobado en diciembre de 1999 -hace 20 años- por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).
Pero en octubre de este año, muchos jugadores importantes del negocio porcino, por ejemplo el gigante de la carne JBS, anunciaron que dejarían de utilizar este aditivo para no tener dificultades en el mercado chino, que está aumentando sus importaciones de cortes porcinos en forma masiva por el impacto de la fiebre porcina africana en su propio rodeo.
Este viernes, se reunirán las autoridades sanitarias rusas con sus pares de Argentina y Paraguay para analizar un tema que puede poner en riesgo las exportaciones de carne a un cliente relevante de la ganadería argentina (es el quinto destino para la carne vacuna).