Por Maxi Salgado - Editor de Más Deportes msalgado@losandes.com.ar
“Vuele bajo, porque abajo, está la verdad, eso es algo que los hombres, no aprenden jamás”.
Esa frase de Facundo Cabral viene a la perfección para describir lo que fue esta semana la realidad del fútbol.
Mientras la noticia de los sobornos de la FIFA, en el que quedó implicado -¡oh, sorpresa!- Julio Grondona y con ello toda la conducción de la AFA y del continente suramericano, nuestra provincia se vio conmocionada por la gran actuación que Huracán Las Heras tuvo frente a
Boca Juniors en el partido que jugaron en San Juan por la Copa Argentina.
Más de 10.000 hinchas lasherinos estuvieron acompañando a su equipo. Cuando uno ve que esas cosas pasan, se da cuenta de la importancia de lo grande que es el fútbol como movimiento social. Por que la verdad que mantenerse en pie después de todo lo que le han pegado es digno de admiración.
El tema de la FIFA y las coimas, no debería quedar sólo en un análisis de si los dirigentes son ladrones o no. Es que eso lo definirá alguna justicia del mundo y los responsables irán presos. Pero este escándalo tiene secuelas que son imperceptibles, pero más peligrosas.
Según algunos números oficiales, hay 250 millones de jugadores de fútbol en el mundo y 4.000 millones de hinchas. Ellos son los que le dan vida a la actividad. Ellos son los que producen las fortunas que se reparten un puñado de ancianos que se creen inmortales.
A esa gente es a la que estos señores que llegan al fútbol para cambiar su status han herido moralmente. Estos señores deberían ser ejemplos para millones de niños.
“El fútbol debería ser una fuerza para el cambio positivo en el mundo, no un obstáculo. Lo mismo va para la FIFA. Debemos hacer lo correcto, aunque cueste. Porque ese es nuestro deber. Es lo que el mundo espera. Si no lo hacemos, ¿quién lo hará?”, dijo Blatter hace un año en la apertura del Congreso que se hizo en Brasil por el Mundial. Qué lejos se está hoy de esa realidad.
Justo cuando el fútbol, deporte machista por excelencia, estaba tratando de saldar esa deuda con la sociedad. La creación de los torneos femeninos e incluso el ingreso de los equipos de damas al FIFA 2016, algo que la propia casa del fútbol había pedido, era una buena señal hacia la sociedad mundial.
FIFA es quizá en este momento el monopolio más importante del planeta, ya que su influencia no está limitada nada más que a un país. Los intentos de establecer ligas independientes siempre han fracasado. El negocio de la federación es enorme. Las cifras oficiales no parecen tan fuertes en un principio. En 2014, según el informe financiero oficial, FIFA tuvo ingresos por 2 mil 96 millones de dólares y gastos por mil 955 millones, lo que dejó un remanente de 141 millones de dólares. La FI FA acumulaba reservas de mil 523 millones de dólares al final de 2014.
Si todo ese dinero se hubiera repartido equitativamente y llegara a esas instituciones como Huracán, en la que la pasión puede más que la economía, ¿se imaginan las cosas que se podrían hacer en pos de la sociedad?
“Una de las importantes lecciones de este caso es que no podemos parar hasta que digamos que ésta no es la forma en la que las cosas deben ser, que pueden ser de otra manera y que deben ser diferentes. El fútbol es un deporte igualitario. Es el deporte rey porque el campo es plano y está disponible para cualquiera. No importa de dónde vengas, si eres chico o chica, rico o pobre, puedes disfrutarlo”, dijo una fuente del FBI, y eso es lo que deberíamos rescatar para que el deporte esté a salvo.
Ojalá todos entendamos que la salida está en las bases. Hay que inculcarles a los chicos que el fútbol es mucho más que ganar fama y dinero. Principalmente a los padres, que quieren salvarse con su hijo y se vuelven locos en las canchas.
El fútbol es un deporte que, como los demás, te puede formar como persona y darte valores, aunque hay principios “básicos” en esos valores, algo que esta dirigencia inescrupulosa no posee.
Pero lo más importante es creer que no todo lo que rodea al fútbol, es lo que parece. La muestra gratis de ello lo dieron los hinchas de Huracán, que fueron en masa a ver un partido que sabían que perdían. Pero su pasión fue más fuerte.
Yo quiero seguir creyendo que los valores, por más que estén muy escondidos, siguen estando vigentes. Ojalá así sea.