Peleamos todos los días por una igualdad en todos los ámbitos de la vida, pero tomamos con naturalidad que, al menos en el deporte, las cosas no sean así y, lo que es peor, lo alimentamos. Esta semana se nos fue René Houseman, uno de los mejores jugadores de la historia del país, quien fue uno de los tantos que tuvo una vida complicada, plagada de excesos y al que el fútbol le dio la espalda, más allá de que muchos quieran negarlo.
En estos últimos tiempos los clubes de la Superliga piden a gritos que quieren ganar más que los otros clubes sólo por tener categoría superior. Una locura y que echaría por tierra la principal virtud que tiene ese torneo: la democratización. Lo llamativo es que es proporcionalmente atractivo para unos (los del ascenso) como molesto para los otros. Claro que es molesto hasta que se necesita de la competencia para jugar Copa Libertadores y entonces gana protagonismo.
Una doble moral, muy de moda en estos tiempos. Nos enteramos, gracias a ese reclamo, que Boca y River ganan un plus. Los mismos dos que más reciben por su participación de la Superliga y entonces alimentamos una grieta que se va agrandando. Ahora también se ha abierto la discusión de que Vélez reciba menos que los otros grandes (Independiente, Racing y San Lorenzo).
En el medio, nos olvidamos de que el fútbol femenino también existe y entonces las chicas tienen que hacer malabares para poder estar representando al país en un certamen internacional. Después las criticamos con una liviandad increíble porque “no ganan nada”. Lo que tiene una pata de razón, porque lo que no ganan es dinero en una clara muestra de desigualdad.
Como siempre y para todo, copiamos el modelo europeo aunque siempre con un jet lag de casi diez o veinte años.
Porque mientras acá esto es incipiente, en el mundo ya se habla de la libertad de cada uno de los clubes para negociar sus derechos y no depender de una corporación. Además ya se busca otras plataformas para llegar a los aficionados: on demand. Varios clubes firmaron para transmitir sus partidos por Facebook live y la MSL, la AFA de los Estados Unidos, hizo un convenio con Twitter para que 24 partidos sean pasados por la red del pajarito. Con esta movida, los auspiciantes pagan menos que por un segundo de televisión y se puede llegar a mayor cantidad de espectadores.
Además las redes ven que se les cae la "audiencia" y salen a buscar nuevos usuarios. El equipo de fútbol inglés de alto vuelo Manchester City ha anunciado una nueva asociación con el gigante digital estadounidense Amazon.
La compañía tendrá acceso tras bambalinas a los líderes de la Premier League para producir una serie Amazon Prime Original de múltiples episodios que seguirá la temporada 2017/18 del equipo. El documental contará con la acción de los partidos, el metraje de las sesiones de capacitación y proporcionará una visión de las entrevistas y reuniones ejecutivas.
También hay clubes que están planeando negocios en lo digital que van a dar buenos réditos. Por ejemplo, Amazon pagará a Manchester City (al menos 13 millones de dólares) para producir una serie Amazon Prime Original de múltiples episodios que seguirá la temporada 2017/18 del equipo. El documental contará con la acción de los partidos, las sesiones de capacitación y proporcionará una visión de las entrevistas y reuniones ejecutivas.
La serie se lanzará en el servicio Amazon Prime Video, que está disponible en más de 200 países y territorios.
También Juventus anunció una asociación similar con Netflix, que verá a los campeones italianos protagonizar una de las documentales originales de la plataforma de suscripción digital.
Amazon ha hecho sus primeras movidas en la transmisión de deportes en vivo el año pasado, llevando transmisiones simultáneas de los partidos de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL).
Mientras todo esto pasa, hay otro fútbol en el mundo. El fútbol de los humildes, el fútbol que transforma vidas, pero no por los millones que da a los protagonistas sino porque sirve para olvidarse de una realidad cruda. Como la realidad que vive la selección de Matabeleland, la selección africana que participará del Mundial de Fútbol de Conifa (Confederación de Asociaciones Independientes de Fútbol), el que se jugará previo al de la FIFA en Londres.
Matabeleland es el único equipo del sur de África que juega en un mundial (Conifa o FIFA). El equipo busca utilizar el fútbol para construir la paz, la justicia restaurativa, la esperanza y la transformación de una región subdesarrollada de Zimbabwe.
Esos muchachos no tienen plata ni para pagarse los pasajes a Londres y han tenido que hacer una campaña por las páginas de financiamiento colectivo para poder sustentar su sueño.
El equipo tiene dos pelotas para entrenarse, viajan todos en una camioneta, como si fueran obreros golondrina para ir a cosechar.
Ese país no tiene acceso a ver partidos por plataformas digitales. El gobierno no permite sacar más de 14 dólares por día en los cajeros. Con eso se debe vivir. Casi como el corralito de Cavallo en nuestro país. Para ellos, ver a su equipo compitiendo a nivel mundial, más allá de que la competencia no sea la oficial de la FIFA y sus socios capitalistas, es lo más importante que les pasará en 2018.
Acuciados por el mismo problema, Islas Kiribati (un archipiélago ubicado en la zona central oeste del océano Pacífico, al noreste de Australia) tuvo que renunciar a su participación y fue remplazado por Tuvalu, un grupo de nueve islas en el Pacífico Sur que se independizó del Reino Unido en 1978 y que tiene una población de 11.097.
La literatura del fútbol pretende hacer creer al mundo que en una cancha de fútbol triunfa el que más rodee a los jugadores de toda esa cháchara camelera de la industria del bluff.
Es un buen momento para que el discurso no quede sólo en eso. El deporte iguala dentro de un campo de juego y debería pasar lo mismo en la sociedad. El altruismo no debería ser sólo el que nos permite salir en los medios. Es más importante cuando ayude a cambiar la vida de las personas.
Creo que lo inteligente es darnos cuenta de que la función moral, educativa y formativa del deporte se hace no compitiendo.
Ojo, esto no pasa sólo con estos casos. En nuestra provincia, muchos chicos sueñan con alguna vez llegar a jugar en una cancha con público, pero viven en lugares alejados a los que nadie irá a buscarlos y el sueño se transforma en quimera.