El lunes, examen de Matemáticas. El miércoles, prueba de Geografía. Y el viernes, clase oral de Inglés. Una semana así puede desesperar a cualquiera. ¿Tendré que estar pegado a la silla dos semanas para poder aprobar? ¿Por dónde empiezo?
Saber qué. Lo primero es hacerse un plan y fijarse objetivos muy claros para no perder el tiempo. Es fundamental tener muy claro cuál es el panorama de las cosas que hay que estudiar. Para empezar, vale la pena pensar: ¿Cómo fue el último examen? ¿Qué cosas se sumaron desde entonces? Los padres pueden ayudar a sus hijos revisando los cuadernos y haciendo una lista de los nuevos contenidos.
Organizarlo. Una vez que eso está aclarado, los contenidos deberían agruparse en "pequeñas porciones". Hacer una lista para organizar qué cosas serán abordadas en casa por día puede ser una gran ayuda. Haciendo esa tabla con los jóvenes se puede diagramar un esquema basado en una hora de aprendizaje por día, con la perspectiva de dejar el fin de semana libre.
Descansar. Las pausas y el tiempo libre son fundamentales para que el cerebro pueda recuperarse y volver a generar entusiasmo por nuevos contenidos. Incluso hay pedagogos que recomiendan no volver sobre los temas un día antes del examen.
Un poco de todo. Otros especialistas aseguran que la alternancia entre las disciplinas es fundamental en el proceso de estudio. Es decir: es mejor no estar tres días seguidos estudiando vocabulario de inglés, sino combinar 15 minutos de vocabulario con un rato de Matemáticas o de Historia. Alternando los temas el aprendizaje puede resultar más eficaz.
Para memorizar y no olvidar. De todos modos, hay información que a veces se hace más difícil de retener: fechas, años, leyes de la Física... Hay pedagogos que aseguran que sentarse a estudiar de memoria sirve poco, y que los alumnos no retienen por mucho tiempo lo aprendido.
Una alternativa es aplicar el método de loci, también conocido como "el palacio de los recuerdos". Este método mnemotécnico se sirve del movimiento. Arma un itinerario con lugares conocidos, como el camino de la cama al pasillo, pasando por la cocina y la esquina hasta llegar a la parada de autobús. Las distintas estaciones de ese camino son asociadas a los contenidos que deben ser incorporados, ya sean términos específicos o nombres de la Física.
Un ejemplo: la "fuerza de gravedad" hace que la cama quede pegada al suelo, el pasillo está en un "nuevo tono" (para recordar el nombre del físico Newton) y el sonido de la ambulancia que escucho en la parada del autobús no es "doble", sino que cambia a medida que se aproxima por el efecto Doppler.
Usar los sentidos. Otros alumnos aprenden mejor si apuntan lo que estudian en fichas que pueden leer una y otra vez. En esos casos es porque tienen una mayor memoria visual. Otros, en cambio, aprenden auditivamente y prefieren estudiar en voz alta.
Buscar compañeros. Lo que siempre suele dar buenos resultados es reunirse a estudiar con compañeros. Explicarles a otros lo que se está aprendiendo es un gran camino para incorporar los conocimientos. Por eso los padres también pueden aprovechar el momento para que sus hijos les recuerden leyes de la física o fórmulas matemáticas.
Pero claro, para poder ayudar, la relación debe estar en buenos términos. Si el intento genera constantes peleas, de poco sirve. En esos casos, será mejor que los hermanos mayores o los abuelos ayuden haciendo preguntas o correcciones.
Que aprender no sea un suplicio: claves para sobrellevar la escuela
Cómo ayudarlos a organizarse, qué reglas existen para que memoricen mejor, en qué lugar y con quiénes. Una guía para padres desesperados.
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