Podría decirse que Google lidera en todo lo referido a internet. Pero el uso del potencial no es al azar, ya que el gigante tecnológico anunció el final apresurado de Google Plus (Google+), su intento fallido por competir con Facebook, Twitter e Instagram, pero que terminó en un escándalo por filtración de datos, pese a que nadie lo utilizaba.
La red social debutó en 2011 con un diseño similar al de Facebook, que ya tenía más de 800 millones de usuarios seducidos, mientras Twitter era la opción preferida para el microblogging.
Google+ inició como una plataforma con alcance masivo que, por su formato, mutó hacia un espacio utilizado principalmente por profesionales interesados en temas específicos y que pueden ver las actualizaciones de sus contactos. Fotografías, videos, chat, avisos y eventos componen su inicio, bastante deslucido para los tiempos que corren.
Y no es que tuvo que remarla desde abajo como sus competidores: tener Gmail habilita la creación de un perfil. Claro que otra cosa es el tiempo de uso y actividad. En enero pasado, un reporte de ComScore reveló que los usuarios pasan apenas tres minutos al mes en Google+, mientras que en Facebook, siete horas y media. Otro dato alarmante: el 90% de las sesiones duran menos de cinco segundos.
Eric Schmidt, ex CEO de Google, se atajó de las críticas en varias oportunidades, alegando que Google+ no era precisamente una red social, sino que funcionaba como un "servicio de identidad".
¿Una especie de LinkedIn? "Internet sería mejor si supiéramos que el usuario es una persona real en lugar de un perro o una persona falsa", justificó, en referencia al valor agregado de Google+.
Sin embargo, la experiencia dista bastante de ser lo suficientemente agradable. Los llamados "círculos" (ahora "comunidades") espantan a los usuarios, ya que restringen el contenido en listas personalizadas y simplificadas, algo ilógico en una época signada por el "stalkeo" y la vinculación efectiva. En la otra vereda está Facebook, que es una fuente inagotable de información superficial sobre la vida personal.
A su favor, vale ponderar, Google+ facilita la integración con otras aplicaciones como Drive, Maps, Docs o Calendario, salvo por un detalle que, años atrás, desató la ira generalizada. Cuando Google asumió que la red social era un fracaso, obligó a crear una cuenta en Google+ para descargar apps desde Google Play o para comentar los videos de YouTube, además de dejar una app preinstalada en los dispositivos con sistema operativo Android. Afortunadamente, luego hubo una lógica marcha atrás, sana para los usuarios, pero negativa para la empresa.
Entonces a nadie sorprendió el reciente reporte de Google+, que anunció el final de su fallida red social para abril de 2019.
Una grave filtración de datos de más de 52 millones de usuarios propulsó la drástica decisión. Según lo trascendido, una actualización provocó que los desarrolladores de Google tuvieran acceso a la información personal, incluso la de quienes habían optado por mantener sus datos en rango privado. Se trata de la segunda vulnerabilidad del servicio en el año, ya que en marzo hubo un incidente similar, pero recién fue reconocido por Google en octubre pasado.
"Entendemos que crear productos confiables que protejan sus datos impulsa la confianza del usuario. Siempre hemos tomado esto en serio y seguiremos invirtiendo en nuestros programas de privacidad", explicaron desde Google.
El que mucho abarca...
Google+ no es el primer fracaso de la subsidiaria de Alphabet. El recordado Picasa, editor de imágenes y servidor de almacenamiento, fue reemplazado por Photos en 2016.
A Wave le deparó otro trágico destino. Reunía en una misma plataforma el chat y la edición de documentos en tiempo real y de manera colaborativa. Pero la interfaz era confusa, el diseño era aburrido y, simplemente, la gente prefirió seguir con el tradicional Docs, sin tanta intromisión y acoso por mensajería. El servicio duró alrededor de un año antes de ser dado de baja en agosto de 2010.
Otra aplicación que murió fue Google Reader, la aplicación de lectura de RSS. Por su parte, Google Video, que permitía subir videos y compartirlos, dijo adiós en 2009, tres años después de la histórica adquisición de YouTube. Terminó como un simple buscador de material audiovisual.
Pero no todo es intangible. En 2012 llegaron los Google Glass, una experiencia de realidad aumentada -¿adelantada a su época?- que costaba 1.500 dólares. La "futurista" propuesta nunca enamoró al gran público, aunque sigue desarrollándose para entornos laborales.