El presidente ruso, Vladimir Putin, inauguró hoy al volante de un camión naranja el nuevo puente que enlaza Crimea a Rusia, una obra colosal y muy simbólica, que busca reducir el aislamiento de la península que Moscú anexionó en 2014.
Bajo un sol radiante, Putin, que vestía vaqueros y una cazadora oscura, se instaló al volante de un camión ruso Kamaz, quitó el freno de mano y echó a rodar por el "Puente de Crimea".
Al frente de una columna de una decena de vehículos, recorrió en 16 minutos los 19 kilómetros de la enorme obra que une la península de Kerch, en Crimea, con la península de Taman, en el sur de Rusia.
Al otro lado del puente, en Crimea, una pequeña multitud acogió al presidente con aplausos.
"En varios momentos de la historia, incluso bajo el zar, la gente soñaba con que se construyera este puente. Lo volvieron a intentar en los años 1930, 1940, 1950, y por fin, gracias a vuestro trabajo y vuestro talento, ¡este proyecto, este milagro, tuvo lugar!", declaró Putin. Es un "día excepcional, festivo, histórico", añadió.
La televisión rusa, que transmitió en directo las imágenes de la travesía del camión, saludó a los "héroes" que construyeron este puente.
Moscú adjudicó la obra, iniciada en febrero de 2016, a la empresa del multimillonario Arkadi Rotenberg, socio en la práctica del judo del presidente ruso.
Según un decreto publicado en la página web del gobierno, Stroigazmontaj tenía que entregar el puente antes de diciembre de 2018, con un coste límite de 228.300 millones de rublos (2.900 millones de euros de la época en que fue aprobado).
Pero, durante una visita en marzo, días antes de su reelección en las presidenciales, Putin exigió que el puente estuviera acabado para mayo, "para que la gente pueda aprovecharlo durante la temporada estival".
Crimea es un destino de vacaciones muy popular entre los rusos, y los turistas de ese país constituyen una de las principales fuentes de ingresos de esta península, muy apreciada por sus playas y sus montañas junto al mar Negro.
Coches y autobuses podrán acceder al puente a partir del 16 de mayo, según el Kremlin. Los trenes tendrán que esperar hasta finales de 2019.
El puente, que pasa por la isla de Tuzla, tiene una altura de 35 metros en la parte de su arco central. Los vehículos podrán circular hasta a 120 km/h si el tiempo lo permite, según la agencia de prensa rusa RIA Novosti.
En una entrevista, el primer ministro ucraniano, Volodimir Groisman, acusó a Rusia de "pisotear el derecho internacional" con esta obra. "Rusia lo va a pagar muy caro", agregó.
Ucrania, que denunció varias veces la construcción de este puente como una vulneración de su integridad territorial, registró este martes los locales en Kiev de dos medios de comunicación rusos, la televisión RT y la agencia de prensa Ria Novosti.
Aunque las autoridades ucranianas no vincularon estos registros con la inauguración del puente, la redactora jefa de RT, Margarita Simonian, aseguró en Twitter que Kiev "había decidido vengarse" contra ellos por la construcción de esta obra.
La construcción del puente supone una "nueva violación de la soberanía" ucraniana, advirtió la Unión Europea mediante un comunicado.
El puente contribuirá en principio a reducir el aislamiento tanto geográfico como económico de Crimea, que Rusia anexionó a su territorio en marzo de 2014, tras una intervención de sus fuerzas especiales y un referéndum denunciado como "ilegal" por Ucrania y las potencias occidentales.
A causa del bloqueo impuesto por Kiev y las sanciones occidentales que siguieron a la anexión, la mayoría de los productos alimenticios llegan desde Rusia por ferry, un sistema de entrega que depende de la meteorología, lo que en ocasiones ha provocado escasez.
Crimea depende también de la vía aérea para su abastecimiento, por lo que los productos de consumo corriente han subido mucho sus precios.
"Mucha gente no creía en la viabilidad de estos planes, y Putin demostró una vez más que los planes más ambiciosos pueden ser realizados bajo su dirección", celebró su portavoz, Dmitry Peskov.
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