La propuesta de desmantelar el arsenal químico ruso es una jugada maestra del presidente
Vladimir Putin
, que le permite presentarse como el campeón del derecho internacional, pero la partida diplomática con Estados Unidos recién empieza y se anuncia para Rusia más difícil de lo que parece.
La jugada diplomática permitió a Rusia, uno de los principales aliados del presidente sirio Bashar al Asad, salir del aislamiento diplomático de los últimos dos años.
La propuesta ofrece una salida honorable a los occidentales, pero también le permite al Kremlin restaurar su prestigio adoptando el papel de defensor del derecho internacional.
Para aprovechar el efecto sorpresa y la acogida positiva que tuvo la propuesta, Putin publicó el miércoles una columa en el diario
a fin de "dirigirse directamente a los ciudadanos y personalidades políticas estadounidenses"
"Partimos del principio que en el mundo actual, complejo y lleno de turbulencias, mantener el orden legal es uno de los pocos medios para evitar que las relaciones internacionales se hundan en el caos", dice Putin en la tribuna libre de un tono mordaz.
"No defendemos al gobierno sirio sino el derecho internacional", afirma el presidente ruso, quien advierte que utilizar la fuerza por fuera de la legítima defensa o del marco de una decisión de la ONU, "es inaceptable" y "constituiría un acto de agresión".
Putin advierte además sobre las consecuencias para la imagen de Estados Unidos de una nueva intervención militar.
"En la cabeza de millones de personas del planeta no consideran más a Estados Unidos como un ejemplo de democracia sino como un jugador que apuesta exclusivamente a la fuerza brutal
", dice Putin.
Más allá de que a muchos occidentales no les guste, en esta crisis Rusia efectuó una jugada genial, estiman observadores rusos.
"El plan permite a muchas personas salvar la cara y salir de un callejón sin salida en forma elegante", dice Fiodor Lukianov, jefe de redacción de la revista "Rusia en la política mundial".
"Sin embargo, la lucha por la victoria política recién comienza", agrega Lukianov.
"A corto plazo, la iniciativa rusa le conviene a todo el mundo, no le pide nada imposible a nadie", admite Andrei Baklitski, del Centro de investigación política de Rusia.
Pero Rusia puede caer en su propia trampa, advierte Baklitski.
"Si Siria comienza a disimular las armas químicas, Rusia arriesga su reputación", dice . "Y en ese caso no será Estados Unidos el que tendrá que insistir para que Siria cumpla con sus obligaciones sino la propia Rusia", agrega.
La primera dificultad será lograr una posición común en el Consejo de Seguridad de la ONU, dice Lukianov.
"La batalla por la formulación va a ser ardua. Los países occidentales creen sinceramente que hay que definir claramente una nueva "línea roja", sin la cual, desde su punto de vista, Siria llevará a la comunidad internacional por las narices", dice Lukianov.
"Pero Rusia teme encontrarse en una situación en la cual cualquier incidente o dificultad en la ejecución del pal, lo que parece inevitable, podría ser interpretado como un pretexto para una respuesta" militar, que es justamente lo que Moscú quiere evitar desde el inicio del conflicto sirio.