Punto muerto

Godoy Cruz no despega. La palomita de Ayoví salvó la ropa de otra caída, pero no alcanza para capear la crisis. Ya son cinco las fechas sin triunfos.

Punto muerto
Punto muerto

El Gato mete mano, rota, cambia los intérpretes y también el sistema, pero no hay caso: la música sigue siendo la misma. Godoy Cruz no aprende la lección. La facilidad con la que le convierten los rivales es exasperante. Tanto que cada puñalada que recibe parecen sacadas de un compacto con las 39 veces que Sebastián Moyano la fue a buscar al fondo del arco en el torneo de Transición pasado.

Ayer quedó demostrado que el rivadaviense no tiene la exclusividad de la culpa. En un lógico intento de preservarlo, Daniel Oldrá probó con el debutante arquero Rodrigo Rey. Sin embargo, las falencias defensivas volvieron a estar a la orden del día.

Mariano Pavone y compañía son fieles testigos de las licencias que ofrece el Expreso a la hora de cerrarle los caminos al adversario. El repaso de cada cachetazo que recibe deja en evidencia la inocencia que muestra a la hora de marcar.

Porque si a Pavone lo dejás darse vuelta, es casi seguro que la jugada terminará en gol, penal, travesaño (como esa impresionante volea de Villalba que devolvió el horizontal) o en una increíble situación desperdiciada por Rolón cuando estaba mano a mano con el arquero y levantó el remate.

Eso sí, no le des otra porque... tenés que sacar del medio. Lo peor de todo (y lo que resulta más difícil de entender) es que el rival pase por caja para facturar después de ¡un previsible pelotazo de setenta metros! que Caraglio peinó para dejar al Tanque mano a mano con Rey.

Una verdadera pena. Porque nadie en su sano juicio podrá negar que Godoy Cruz es un equipo voluntarioso del mediocampo hacia arriba. Aun con sus limitaciones, con su falta de jerarquía individual y su promedio de edad más bajo de los treinta elencos que compiten en el certamen, tiene la sana intención de atacar. De hecho, en el primer tiempo generó seis situaciones claras para convertir. Así y todo se fue al descanso mordiendo el polvo.

Entonces, no todas son malas. Una virtud de Godoy Cruz es que siente cada golpe en la mandíbula. Reacciona, banca la apuesta a pesar de los vaivenes en el juego.

Y, caprichos de la pelota, apenas un rato después de encontrar el empate -tras el penal atajado por Alan Aguerre a Leandro Fernández- cambió el viento y volvió a sentirse sin nada en apenas un ratito. Porque diez minutos después del golazo (por la jugada colectiva) de Fernández, Pavone aprovechó el rebote largo de Rey y puso el 2-1.

Otra vez, a remar contra la corriente. Por eso el Gato quemó las naves, se la jugó y mandó a la cancha a Juan Garro, Agustín Díaz e Iván Bella. Eso sí, al igual que hace una semana en Mar del Plata, Oldrá no apeló a Leandro Caruso. Por jerarquía y experiencia, resulta extraño que el Rifle no tenga lugar en este joven equipo. Ni siquiera como una opción para el complemento.

Está claro: el empate del ecuatoriano Jaime Ayoví a poco del final no alcanza para eludir el temporal (sumó apenas dos puntos de los últimos quince) de un Expreso que necesita urgente pisar el embrague, poner primera y acelerar en busca del destino que parece haber perdido.

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