José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
A Francisco Pérez le quedan muy pocos días para dejar en manos de Alfredo Cornejo la conducción de la Provincia. Punto final para una gestión que se retira en medio de una crisis financiera descomunal, histórica, y que transfiere a la futura administración un panorama complejo.
Un gobernador que aspiró a dejar su impronta luego de los cuatro años que le marcó el mandato constitucional, se aleja en la más absoluta soledad, con numerosas promesas incumplidas (ver página 2A) y sin ningún tipo de respaldo político. Su ciego apego al cristinismo terminó en un desprecio y ninguneo humillante. Su esperanza en algún anclaje nacional post kirchnerista se esfumó con la derrota de Scioli. Su nula experiencia para asumir la conducción partidaria, luego de un año de derrotas en serie, deja al Frente para la Victoria mendocino, y muy especialmente a su principal estructura, el justicialismo, en una situación casi anárquica, como pocas veces se vio.
Hasta hace poco más de un año, Pérez aún soñaba con compartir una fórmula presidencial o ser parte de un equipo ministerial de un líder justicialista que sucediera a Cristina Fernández. Hasta en algún momento se llegó a plantear la posibilidad de forzar una interpretación de la Constitución de Mendoza para viabilizar la participación de Pérez en la elección de senador nacional sin necesidad de esperar un año después de ser gobernador, como marca la Carta Magna provincial.
El anuncio de renuncia a la actividad política luego del 9 de diciembre, día del traspaso de mando a Cornejo, fue la despedida voluntaria de alguien que ya había sido marginado mucho antes por el grueso del justicialismo local. Lo acompañará hasta el último día el círculo íntimo que todavía frecuenta los despachos de la Casa de Gobierno, unido a él más que nada por el afecto personal que por el vínculo político.
Disgusto y fuerte replanteo. En general, en el justicialismo dicen que se encuentran ante una "triste despedida" del poder y un "mal ejemplo de gestión". "No se puede pretender gobernar llamando a colaborar a amigos y socios. Se debe recurrir a los mejores cuadros partidarios disponibles, que el justicialismo siempre tuvo. Con más razón cuando no se tiene experiencia de gestión", fue la sincera reflexión de un dirigente vinculado al sector Azul del PJ.
En un año electoral para el olvido emerge especialmente, en los sectores vinculados a los intendentes que lograron mantener la conducción de sus departamentos, una fuerte autocrítica, antes de barajar y dar de nuevo pensando en una nueva conducción partidaria y en el rol de opositor en el que queda ubicado el peronismo de aquí en más.
Las miradas críticas apuntan hacia líderes que cayeron en desgracia por el mal desempeño electoral y por falencias o escándalos en la función pública, como Miranda, López Puelles, Lobos, Ciurca, etc. Además del Gobernador, claro. Hay quienes hasta miran con cierta añoranza al gobierno previo de Jaque. “Por lo menos, el arrastre de Cristina permitió al peronismo ganar y dejar en el poder a Pérez”, es una reflexión que surge en este duro momento.
Dirigentes con años de experiencia opinan que el escenario actual posiblemente haga que el PJ mendocino no tenga un claro conductor durante mucho tiempo. Tal vez genere alguna expectativa el reacomodamiento nacional que encaran gobernadores e intendentes. Será cuestión de ver cómo se desarrollan los hechos. Pero es indudable que el justicialismo deberá demostrar que es capaz de constituir una buena oposición para recuperar credibilidad.
La vuelta de página. Dentro de pocos días Cornejo tendrá que hacerse cargo de una pesada herencia por los problemas financieros provinciales. El futuro mandatario ya había admitido que no podría ser indiferente al pago de sueldos de noviembre. Las trabas se suman porque a los paros anunciados a partir de mañana por los gremios estatales si los salarios no llegan a estar depositados, se suma el complicado panorama con los dueños de colectivos, lo cual acentúa el mal humor social por tratarse de un servicio de fuerte incidencia.
Los más de cinco meses de eterna transición no han impedido que a Cornejo lo desvelen los problemas financieros de la provincia, todo lo contrario. De todos modos, la llegada de Mauricio Macri a la Nación le abre mejores perspectivas que si hubiera ganado Daniel Scioli, más allá de que el bonaerense había prometido buen tratamiento a Cornejo. Macri, a priori, otorga al nuevo gobernador mendocino mayor comodidad de gestión y la posibilidad de acordar rápidamente salida a las urgencias para pagar sueldos y deudas que deja la administración que se retira.
En general se espera que, con otro tipo de relación, a Mendoza se la respete sin necesidad de un encolumnamiento irrestricto como el que mostraron Jaque y fundamentalmente Pérez con los gobiernos de Cristina Fernández.
El fallo inexplicablemente tardío de la Corte Suprema sobre los desvíos de la coparticipación hacia la Anses cayó como un balde de agua fría a la futura administración macrista, pero pone a Mendoza indudablemente a la expectativa. Se trata de montos muy tentadores para una provincia en rojo casi crónico, por ahora. Opinan en el radicalismo que habría que pedir el cese de las retenciones como primera medida y recién después ver lo de la deuda de la Nación con Mendoza. Está claro que la designación de un economista al frente del Ministerio del Interior, Rogelio Frigerio, está anticipando que esa área del gobierno de Macri tendrá fuerte participación en las negociaciones con las provincias en tiempos de escasos recursos, como los actuales y los que vendrán.
Finalmente, antes de asumir Cornejo ya pondrá a prueba en la semana que se inicia a sus legisladores con la discusión de la nueva ley de Ministerios.
La importante reducción de áreas reflejará uno de los desafíos de gestión del nuevo gobernador: menos gastos y burocracia para revertir años de parate y aislamiento provincial.