La pequeña isla italiana de Lampedusa, es desde hace varios años la puerta de entrada a Europa de miles de inmigrantes ilegales.
Pese a que los cerca de 6.000 residentes de Lampedusa han resistido en estos años con sobriedad a la emergencia humanitaria creada por la llegada de los inmigrantes provenientes de África, Medio Oriente y Asia, la situación económica de la isla no es fácil.
La isla, en el archipiélago de las Pelagias en el mar Mediterráneo, ubicada a 205 km de la isla de Sicilia y a 113 km de Túnez, estuvo a lo largo de los siglos bajo el dominio de los griegos, los romanos y los árabes, para pasar luego a franceses y malteses antes de convertirse en el territorio italiano más al sur.
Un simple y sugestivo monumento sobre el mar, llamado la “Puerta de Europa”, con objetos tridimensionales que recuerdan lo que se carga y pierde en esa dramática travesía, rinde homenaje a todos los inmigrantes que han perdido la vida intentando entrar al viejo continente.
Cerca de unos 20.000 muertos en los últimos 25 años, según cálculos de Naciones Unidas.
El éxodo de inmigrantes se ha agudizado tras las protestas en 2011 en el mundo árabe, por lo que la alcaldesa, Giusi Nicolini, pidió oficialmente ayuda a la Unión Europea.
En 2011, cerca de 50.000 emigrantes y sin papeles pasaron por la isla que cuenta con un centro de detención para indocumentados, en el que suele haber problemas de hacinamiento.