El juicio por el
homicidio de Guadalupe Di Falco
transita sus últimos tramos en los Tribunales de San Luis.
Del hecho están acusados por el crimen propiamente dicho, la pareja compuesta por Miguel Ángel Riquelme y Dora Videla, mientras que la mendocina Débora Di Falco, madre de la menor fallecida, está acusada de abandono de persona agravado por el vínculo y arriesga una pena de 5 a 15 años de prisión,
En el último día de debate de esta semana declararon los especialistas en psiquiatría Graciela Rickard, Verónica Fourcade, Miriam Bottino, Elida Weinstock y Cristian Mayor.
Llamada a declarar Rickard sobre la evaluación psicológica -realizada junto al psiquiatra Gonzalo Mayor- a Miguel Ángel Riquelme, informó que el imputado posee un nivel intelectual normal, un tipo de pensamiento concreto y pensamiento coherente. En relación a su conducta, sostuvo, no se observó una capacidad crítica ajustada a las circunstancias, es decir, la incapacidad de realizar una autocrítica, y un nivel elevado de egocentrismo y narcisismo. Además, se observó en su personalidad la ausencia de capacidad empática, escasa tolerancia a la frustración y conductas hostiles hacia el exterior.
Rickard afirmó que estas últimas características conforman lo que se denomina "trastornos de personalidad" y explicó que conllevan a que "no le importe o no interese el dolor del otro".
En función de esta descripción, afirmó, su personalidad encuadra en la posibilidad de la inclinación hacia las conductas delictivas y la violencia. Por último, sostuvo que Riquelme tuvo la capacidad de comprender y elegir la conducta al momento de actuar y que no presentaba síntomas de angustia.
Después, Fourcade reconoció que en una entrevista mantenida con la directora y la secretaria del colegio donde asistían los niños, sostuvo que ellas le informaron que los menores prácticamente no asistían a clases y que en una oportunidad, Riquelme y Videla fueron al establecimiento y tuvieron una discusión, en la que Videla sacó un cuchillo y pretendió agredir a Riquelme.
Estado de conmoción
Luego Bottino reconoció la pericia psicológica realizada a Débora Di Falco. Declaró que la joven, al momento de realizar el estudio, se encontraba en un estado de conmoción emocional, que se manifestaba como "crisis de llantos, crisis nerviosas, enojos y mucho odio". Afirmó que la imputada presentaba indicadores propios de lo que se denomina un duelo complicado. "Di Falco poseía un sentimiento constante de culpa y se sentía responsable de lo ocurrido a su hija", afirmó la profesional.
Dijo que en su relato la imputada fue coherente con las cosas que decía y sus manifestaciones físicas -rostro desencajado, temblores, ira, abatimiento, descompostura-. "Manifestaba sus deseos de morirse, de irse junto con su hija, y la imposibilidad de tener un futuro".
Destacó también la alteración del sueño profundo por las pesadillas que al día de hoy mantiene la imputada y el sentimiento de "no servir para nada y de no haber podido cuidar a su hija".
Además, manifestó la postura de Di Falco respecto de su vida y de la sociedad, indicando que desde la infancia se sintió "estigmatizada", así como el gran sentimiento de odio que la invade, hacia sí misma, hacia su madre y hacia Riquelme y Videla.
Seguidamente, destacó su difícil historia de vida, puesto que fue internada de pequeña en dos oportunidades en instituciones de menores, la primera vez a los 6 años porque era constantemente dejada encerrada en su casa, y a los 14 porque su propia madre la hacía ejercer la prostitución, pero en ambas situaciones fue finalmente restablecida a la casa de su progenitora.
Por último, destacó los avances realizados por la imputada, ya que ha retomado sus estudios, consiguió un trabajo matutino y pudo dejar las drogas y el alcohol. Preguntada por el tribunal sobre si la imputada puede reinsertarse en la sociedad, arriesgó que "su reinserción está muy relacionada con el resultado de este debate oral".
El último perito en prestar declaración fue la Lic. Élida Beatriz Weinstock, quien reconoció su autoría del informe realizado a la Sra. Videla y afirmó que tiene un coeficiente intelectual inferior, pero dentro de la normalidad, que emocionalmente es una persona inestable y egocéntrica, y que está en condiciones de construir un discurso falaz y mantenerlo para su propia defensa. Además, afirmó que la imputada posee una personalidad impulsiva: "Puede pasar del deseo al acto, sin mediar la reflexión", así como que nunca demostró sentimiento de angustia ni dolor ante la muerte de Guadalupe.
El debate finalizará la semana que viene.