Una victoria llama a otra victoria, solía decir Carlos Bianchi. El Gallego Méndez, fiel discípulo del Virrey, lo entendió así. Sabía que el batacazo Monumental podía dar a sus dirigidos dos cosas: una inyección anímica fundamental o una peligrosa dosis de relajamiento. Por suerte, fue lo segundo.
Claro que la contienda no iba a ser nada fácil. Enfrente tenía nada menos que al líder a la zona: el equipo de Darío Franco ponía los tapones en el verde césped del Malvinas Argentinas como puntero con puntaje ideal y una gran cantidad de goles a favor.
En consecuencia, revalidar los pergaminos evidenciados en Núñez no sería una tarea sencilla. Mucho menos después de que el Sabalero se pusiera en ventaja con un lindo gol del Gringo Sperdutti tras una gran jugada colectiva del Negro santafesino.
Luego de un buen inicio, jugando en campo rival y con un par de situaciones que merodearon el arco de Broun, Godoy Cruz perdía en el amanecer del partido. Pero el carácter del jugador de Godoy Cruz volvió a relucir. Abecasis robó un balón y del resto se encargó Pol Fernández. Zapatazo cruzado, abajo y golazo. Justicia.
El Tomba siguió siendo superior. Aplicando esa presión alta, con salida desde el fondo y la búsqueda constante de los dos Tanques, el Tomba metió al Sabalero contra su arco. Se le negó a Pol Fernández, también a Zuqui y al Morro. El empate (1-1) con el que se fueron al descanso tenía sabor a poco.
Lo bueno de esta historia es que en el amanecer del complemento, otra vez Carabajal le sacó lustre al botín derecho y metió un verdadero golazo.
Méndez movió el banco obligado por las circunstancias. Zuqui, Carabajal y Pol Fernández salieron lastimados y los que ingresaron lo hicieron con buen pie.
García definió sobre la línea una gran jugada de Ayoví y Ángel González puso el broche a una noche de ensueño. El hincha se fue cantando, feliz, ilusionado y con una total confianza en este Godoy Cruz 4G: gana, gusta, golea y goza.
