La primera nota sobre Plato Lleno Mendoza la leí casualmente en este diario, y la respuesta al mail de contacto fue tan inmediata como lo fue mi decisión de participar.
Cuando uno piensa en Plato Lleno lo primero que hace es relacionarlo con la posibilidad de darle de comer a alguien que lo necesita, que se ayuda compartiendo la comida con el prójimo. Pero este proyecto tiene una particularidad, que hace que la solidaridad sea infinita...
Nuestra premisa es #LaComidaNoSeTira y promover al consumo de los alimentos, evitando el desperdicio.
La tarea solidaria empieza con el cuidado del medio ambiente y del planeta Tierra, que nos dan la posibilidad de generar alimentos y que, si por el manejo inconsciente esos alimentos terminan en la basura, todo el esfuerzo y el uso de los recursos naturales no solo fueron en vano, sino que generaron pérdidas económicas y ecológicas irreversibles.
Y la solidaridad continúa en la posibilidad de llenar platos de personas de bajos recursos, siendo el nexo entre el que da y el que recibe.
En pocas palabras, empezamos ayudando a reducir la contaminación ambiental y terminamos acercando comida nutritiva a los que más la necesitan.
Para Estela De Gobbi, una de las voluntarias, “proyecto Plato Lleno es mucho más que una iniciativa que recupera alimentos excedentes para llevarlos a lugares que los necesitan, es un espacio que permite unir la solidaridad, generosidad y amor por el prójimo de innumerables personas que sueñan con un mundo mejor”.
Y eso es lo que nos moviliza, la posibilidad de aportar nuestro granito de arena en una “tarea” desinteresada, que surge desde el corazón y que, como resume Mabel Abad, una de las voluntarias que pertenece a Plato Lleno Mendoza desde sus inicios, tiene un eslogan que de tres pasos: “el que da lo hace con alegría; el que recibe, con mucho agradecimiento, y a nosotros nos produce felicidad. Somos solamente la mano que recibe para dar”.