Próvolo: comienza un histórico juicio que atraerá la atención internacional

Horacio Corbacho, Nicola Corradi y un ex empleado del instituto, Armando Gómez, son los únicos acusados en esta instancia.

Próvolo: comienza un histórico juicio que atraerá la atención internacional
Próvolo: comienza un histórico juicio que atraerá la atención internacional

El viernes 25 de noviembre de 2016 a las 19.30, el ayudante fiscal que se encontraba de turno en la Oficina Fiscal 10 (Maipú) llegó a la sede del hasta entonces tranquilo y hermético instituto religioso para chicos sordos Antonio Próvolo, ubicado en Boedo al 385 (Luján de Cuyo). Hasta ese momento la institución y sus albergues eran considerados de referencia para los chicos y adolescentes sordos e hipoacúsicos. Incluso, para muchos grupos parroquiales era también el escenario de retiros. No se tenían más noticias que esas sobre el lugar.

Sin embargo, unas horas antes de que se apersonara en el lugar el funcionario judicial, había llegado a la Justicia una aberrante noticia que convertía al Próvolo en escenario de escalofriantes episodios que tenían a los chicos que allí estudiaban y dormían como víctimas de una pesadilla hecha realidad. 

A raíz de una primera denuncia, la Justicia mendocina empezaba a investigar la posible comisión de los delitos de abuso sexual y corrupción de menores sordos; y en la víspera de ese fin de semana largo (el lunes era feriado) se iniciaba la instrucción del mayor escándalo por denuncias de abusos sexuales eclesiásticos registrado en Mendoza.

Dos años y ocho meses después de esa tarde -y tras una extensa investigación que incluyó testimoniales, cámaras Gesell e incontables allanamientos e inspecciones- llega el momento crucial. Pasadas las 9 de mañana comenzará el juicio por la primera de las tres causas en que fue dividido el caso. Un  caso que tiene a 14 acusados (13 imputados y un condenado) y a más de 20 víctimas que declararon desde noviembre de 2016.

La causa 1 llega a debate con tres imputados: los curas Nicola Corradi (83) y Horacio Corbacho (59) y el ex administrativo y jardinero Armando Gómez (49, quien tiene una discapacidad auditiva). Entre los tres contabilizan 28 hechos de abusos sexuales y corrupción de menores, divididos en 16 por los que se acusa a Corbacho, seis contra Corradi y otros seis contra Gómez. Pero la causa supo tener cinco acusados, si se incluye al ex monaguillo ya condenado y a otro ex administrativo que fue declarado inimputable. Los imputados podrían recibir penas de 50 años de prisión.

El más joven y el más complicado

Aquella tarde de noviembre de 2016, al funcionario judicial lo acompañaba una inspectora de la Unidad Investigativa de Maipú, y el objetivo de la visita era exigir a los responsables del instituto -haciendo cumplir el oficio del fiscal Fabricio Sidoti (por aquel entonces fiscal a cargo de la instrucción)- la entrega a la Justicia de los legajos del personal docente, de los alumnos y del personal religioso del establecimiento.

“Un sacerdote que dice llamarse Horacio” –siempre de acuerdo al acta- fue quien recibió a los funcionarios judiciales a última hora de aquella tarde mendocina en el ingreso del imponente predio lujanino de seis hectáreas, y fue él quien se contactó con la directora del establecimiento (no se encontraba en el lugar) para notificarla de las novedades.

El cura no era otro que Horacio Hugo Corbacho Blanck (nacido en Morón, Provincia de Buenos Aires), quien se encontraba viviendo en el instituto.

Detenido en la cárcel de Boulogne Sur Mer, sobre él recaen las acusaciones más atroces de los ex alumnos, quienes lo identifican por medio de lengua de señas como “el de la seña de dos dedos en la frente, por arriba de la ceja”.

De las 16 imputaciones que pesan sobre el más joven de los curas, ocho son por abuso sexual agravado con acceso carnal (violaciones), mientras que otra es por tentativa de abuso sexual. Por abusos sexuales simples -la mayoría, tocamientos-, el sacerdote tiene cuatro imputaciones, mientras que como autor de abuso sexual agravado y como partícipe de otro de estos episodios tiene una imputación más por cada hecho. La acusación formal restante es por corrupción de menores (obligarlos a ver videos y revistas pornográficas).

Los otros imputados

De regreso al 25 de noviembre de 2016 y al predio de calle Boedo, cerca de las 21 -y luego de la llamada de Corbacho- llegó al instituto quien era directora del instituto educativo por aquel entonces (quien también está imputada, aunque en la causa 3). Fue ella quien identificó a los curas Horacio y Nicola como el personal religioso que se desempeñaba en el lugar, además de mencionar a otro trabajador (distinto al que será enjuiciado desde mañana con los sacerdotes). Eran los tres presentes en el establecimiento aquella noche.

Ese otro trabajador en cuestión es un ex administrativo, luego declarado inimputable. 

El padre Nicola -o Nicolás-  es el cura Nicola Bruno Corradi Soliman (83 años, nacido en Verona, Italia) y quien también estaba viviendo en el instituto.

Corradi aguarda el juicio en la modalidad de prisión domiciliaria -dada su avanzada edad- y cuenta con 6 imputaciones por parte del Ministerio Público Fiscal.

Identificado por las víctimas con la seña de “dos dedos en el cuello, como un revólver”, el octogenario sacerdote tiene un par de imputaciones como partícipe de abuso sexual agravado, y otro par por episodios de corrupción de menores.

Además, el fiscal Gustavo Stroppiana (quien encabezó la mayoría de la instrucción al reemplazar a Sidoti) lo imputó por un hecho de abuso sexual agravado y otro de abuso sexual en tentativa. A diferencia de Corbacho, el cura Corradi no tiene imputaciones por abusos con acceso carnal.

Corbacho, Corradi y el ex administrativo que fue imputado en un principio fueron trasladados ese mismo viernes de noviembre del 2016 a la Oficina Fiscal 15 de Luján.

Mientras que el martes siguiente, en las celdas ya se había completado el quinteto de los primeros detenidos con el ex monaguillo Jorge Bordón y el ex jardinero Armando Gómez también tras las rejas.

Nacido en Mendoza, Gómez -alias Pilo, y a quien las víctimas identifican con "la seña del teléfono en la oreja"- también está detenido en Boulogne Sur Mer. Es hipoacúsico y trabajaba como jardinero mientras estuvo en el Próvolo. Tiene seis imputaciones por parte del Ministerio Público Fiscal.

En un par de hechos , Pilo está imputado por abuso sexual con acceso carnal, mientras que en la misma cantidad de episodios la imputación es por corrupción de menores. A ellas se suman una imputación por abuso sexual agravado y otra por abuso sexual simple.

Todas las denuncias contra los curas y contra los empleados del Próvolo provienen de ex alumnos del instituto, quienes manifestaron haber tenido entre 5 y 16 años al momento en que se produjeron los ataques.

En muchas de las declaraciones y en diversos procedimientos de Cámara Gesell, las víctimas se refirieron además a golpes y maltratos físicos recibidos por parte de los denunciados.

Ya hay un condenado y uno declarado inimputable

En setiembre de 2018, y en lo que iba a ser la audiencia preliminar previa al juicio que comienza mañana, el Caso Próvolo tuvo su primera confesión y condena a nivel mundial.

Esto, si se tiene en cuenta que cuando tomó estado público la causa local se reactivó una anterior en Italia y salieron a la luz episodios similares en el Próvolo de La Plata -en ambas sedes con el cura Corradi entre los acusados-.

El ex monaguillo Jorge Luis Bordón Caserini (chubutense, 63 años) solicitó al juez un juicio abreviado. Este recurso permite "negociar" una condena  cercana a la mínima que corresponde según el delito, mientras que el imputado reconoce la autoría de los hechos por los que está acusado. En el caso de Bordón (el de la seña de "panza abultada", según el lenguaje de los chicos) reconoció la autoría de los 12 hechos por los que estaba imputado (tres episodios de violación, dos de abuso sexual agravado, cinco de tocamientos y dos de corrupción de menores) y fue condenado a 10 años de prisión.

Esta confesión puede resultar clave de cara al juicio que comienza mañana, así como también para todo el caso.

En tanto, en abril del año pasado fue declarado inimputable el quinto acusado de la causa 1. Se trata de un ex administrativo, que es sordo y tiene discapacidad mental. El hombre venía del Próvolo platense junto a Corradi y -de acuerdo a declaraciones en la causa de aquella ciudad- sufría permanentes abusos por parte de Corradi desde niño.

Durante uno de los allanamientos en el Próvolo mendocino se encontró una bombacha infantil con restos de semen. Al someter este material a examen genético, se determinó que el ADN pertenecía a este ex administrativo (su nombre se mantiene en reserva por disposición judicial).

Denuncian poca colaboración de la Iglesia 

Los abogados querellantes de la causa, Sergio Salinas y Oscar Barrera, han denunciado a lo largo de toda la instrucción la falta de colaboración de la Iglesia Católica en general y del Vaticano en particular en el Caso Próvolo.

En paralelo a la investigación penal, la Santa Sede inició su propia investigación canónica y designó a los curas Dante Simón y Juan Martínez como encargados. Ellos llevaron adelante la primera parte -recolección de pruebas y testimonios- y hasta fue por recomendación de lo aquí recavado que el Vaticano ordenó la intervención del Próvolo a nivel mundial, designando a monseñor Alberto Bochatey como interventor.

No obstante, de los resultados o el avance de la causa canónica no se conoce información. Y tampoco ha sido aportada a la causa penal ante las reiteradas solicitudes de los querellantes y el fiscal. Por esta razón es que Salinas denunció la falta de colaboración hace un año. Por estos días, desde el Ministerio Público Fiscal analizan pedirle al Papa la apertura de esos archivos.

Oportunamente, los voceros del Vaticano se ampararon en el Concordato firmado por el Estado Argentino y la Santa Sede, donde se reconoce y garantiza a la Iglesia “su jurisdicción en el ámbito de su competencia, para la realización de sus fines específicos”.

“Hemos tenido a Corbacho sentado en nuestra mesa, con nosotros”

Ariel es el papá de una de las ex alumnas del instituto, quien también es una de las denunciantes. Su hija acusa concretamente al cura Horacio Corbacho y a la monja Kumiko Kosaka.

“Cuando me enteré de todo fue un momento muy difícil. Me llamó por teléfono un funcionario judicial y me contó que mi hija estaba involucrada en el Caso Próvolo. Yo iba manejando, pero cuando llegué a casa y puse la tele, vi que estaba el instituto en el noticiero. No lo podía creer”, resalta el hombre, quien en estos más de dos años ha estado acompañando a su hija y los otros denunciantes en todo momento (junto a su familia).

"Primero contó que era testigo, pero a la semana se animó a contar que era víctima también. Tenía 15 o 16 años cuando fue abusada. Es muy duro ver cómo a los chicos les cuesta contar lo que vivieron", siguió el hombre.

La decepción con la Iglesia Católica en general y con el papa Francisco es muy fuerte para toda la familia. "Al principio te cuesta creer que los curas hayan hecho algo así, es muy decepcionante. La Iglesia no ha hecho nada. Y el papa Francisco estuvo en Chile, pero no fue capaz de preocuparse o venir a ver lo que pasaba en 'su casa'; en esta 'Casa del Terror' que era el Próvolo. Encima este instituto, hasta que pasó lo que pasó, era visto como el mejor colegio para los chicos. La desilusión es muy grande", acotó.
Incluso, Ariel recordó los momentos compartidos con el más joven de los curas y con Bordón. "Hemos estado con Corbacho y con Bordón en nuestra casa, ellos han estado sentados en nuestra mesa", rememoró.

Durante los primeros días posteriores a que salieran a la luz las denuncias, este hombre se paró frente a los medios y llamó a todos los chicos que tuviesen algo para denunciar.

"Después de eso, la oficina fiscal se llenó. Había chicos de Catamarca, de Tucumán, de todos lados. Nosotros estamos apoyando a nuestra hija y a todos los chicos. Creo en la Justicia, y en que va a haber una condena ejemplar", se esperanzó.

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