Miles de manifestantes inundaron ayer el aeropuerto de Hong Kong, donde debieron ser cancelados todos los vuelos, en medio de un rebrote de las protestas pro democracia en la excolonia británica. En paralelo China eleva la tensión y asegura que ve "señales de terrorismo" en la "violencia extrema" registrada en las manifestaciones.
Unos 5.000 manifestantes ocuparon la terminal del aeropuerto internacional de la ciudad-estado por cuarto día consecutivo y obligaron a suspender al menos 130 vuelos de salida y 6 de entrada, informaron autoridades de la terminal que esperan reanudar los vuelos hoy aunque solicitaron a los pasajeros que no acudan al lugar si no tienen sus vuelos confirmados.
Los manifestantes que se congregaron en el aeropuerto lo hicieron para protestar contra el uso de la fuerza por la Policía durante el fin de semana, en que hubo graves enfrentamientos como los registrados en una estación de subterráneos donde agentes antidisturbios dispersaron a la multitud con gas lacrimógeno y balas de goma, de acuerdo con la prensa local.
Ojo tapado
La represión ocasionó 45 heridos en la zona de Tsim Sha Tsui, en el centro de la ciudad, y muchos manifestantes cubrieron ayer sus ojos con parches en señal de protesta por las lesiones sufridas por un asistente a esa marcha.
Personal del hospital señaló que la persona herida necesitará una prótesis ocular y probablemente una reconstrucción facial.
Hoy, los manifestantes portaron carteles con mensajes como "Hong Kong no está a salvo de la Policía" y denunciaron que los efectivos policiales dispararon gas y balas de goma a muy corto alcance, incumpliendo los estándares internacionales.
Entrada la tarde, los activistas comenzaron a abandonar el aeropuerto tras desatarse el rumor de que la Policía podría llevar a cabo una operación a gran escala en cuanto el último vuelo entrante llegara desde Shanghai.
Violencia extrema
Por su parte, Beijing juzgó los sucesos del pasado fin de semana con más dureza de la habitual al calificar de "violencia extrema" los "ataques" de manifestantes a comisarías y policías, lo que, según las autoridades, constituye "un serio delito penal y una señal de terrorismo".
El portavoz del Ejecutivo chino para los Asuntos de Hong Kong y Macao, Yang Guang, declaró en conferencia de prensa que los policías fueron atacados con cócteles molotov ayer y que algunos agentes resultaron heridos.
"Los manifestantes radicales usaron armas peligrosas contra el cuerpo policial, y esto constituye un serio delito penal y una señal de terrorismo", declaró Yang en una comparecencia en la que no se admitieron preguntas.
"Estos actos ponen en peligro el orden jurídico y social de Hong Kong, y son una grave amenaza para la gente de Hong Kong", añadió, al tiempo que renovó su apoyo a la Policía y al sistema judicial de la región autónoma para "restaurar el orden" de acuerdo con la ley, "sin vacilación o misericordia".
Pedido de contención
En una rueda de prensa organizada por la Policía hongkonesa, en tanto, Tang Ping-keung, comisionado adjunto de Policía (Operaciones), admitió que la institución se había infiltrado entre los manifestantes para arrestarlos, y aseguró que esta táctica está justificada dada su "violencia extrema".
Amnistía Internacional (AI) pidió ayer a la policía "contención" para evitar una mayor escalada de la violencia en respuesta al lanzamiento de gas lacrimógeno y balas de goma. La entidad resaltó que los agentes dispararon gas contra los manifestantes "a bocajarro" dentro de una estación de subte, lo que "puede causar lesiones graves e incluso letales".
La peor crisis política vivida en décadas en Hong Kong continúa tras dos meses de protestas que, pese a estar originalmente dirigidas contra un polémico proyecto de ley de extradición, derivaron hacia demandas más amplias sobre los mecanismos democráticos de la ciudad.
Claves
Dos meses. Es lo que duran las protestas contra la ley de extradición en Hong Kong. 5.000. Es el número de manifestantes que se congregó ayer en el aeropuerto de Hong Kong.