Proteger un bastión del pasado cuyano

El Museo del Pasado Cuyano “Doctor Edmundo Correas” alcanzó el medio siglo de existencia, cobijando un acervo histórico y antiguo, que es parte de la historia de Mendoza. Pero el edificio que guarda objetos y documentos de la vida institucional y social

Proteger un bastión del pasado cuyano

Cómo no ponderar y admirar las existencias de tiempos pretéritos que guarda el Museo del Pasado Cuyano "Doctor Edmundo Correas", institución que funciona dentro del solar de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza (JEHM), que acaba de cumplir medio siglo de vida.

La fecha nos remite al 24 de mayo de 1967, en que se produjo su inauguración cuando era presidente de la institución el doctor Edmundo Correas, en homenaje a quien se le puso su nombre. Contiene piezas valiosísimas, muchas de ellas pertenecientes a viejas familias de la oligarquía local de los siglos XIX y XX; también documentos de esas centurias y una variedad extensa de objetos, como, a modo de anécdota, una baldosa hexagonal de 1650 de la Iglesia de las Misiones Jesuíticas, y que fuera donada por Juan Domingo Perón.

En un momento difícil de la vida de los museos mendocinos, con algunos cerrados y en proceso de reparación edilicia y de infraestructura, como el Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú-Casa de Fader, surge la imperiosa necesidad de conservar y amparar "templos" como la casona de la calle Montevideo 544 porque allí se conservan los vestigios de lo que somos.

El museo cuenta con 13 salas que llevan por nombre el interés de sus contenidos. Son la sala Cuyana, que resguarda muchas piezas, y a mero título de ejemplo, retratos de personalidades destacadas de Mendoza como Manuel y Laurentino Olascoaga, José Vicente Zapata, Carmen Ponce de Videla, muebles pertenecientes a Manuel Bermejo, Bernardo de O'Higgins y el ex gobernador Luis Molina, la bandera ensangrentada de la segunda batalla de Santa Rosa y elementos de mediciones utilizados por Bernardo Razquin. Luego le sigue la sala de Armas que recuerda la campaña al sur del general Rufino Ortega, para luego ingresar al recinto Unitarios y Federales con elementos que remarcan las luchas facciosas, que abarca la lanza de Facundo Quiroga, la divisa punzó de Genoveva Villanueva y una imprenta de campaña. El patio del aljibe da acceso al espacio Pancho Fierro, que conserva 46 acuarelas del pintor costumbrista romántico peruano; a la habitación de Usos Cotidianos con mobiliario de época, enseres de uso doméstico que incluyen una bandeja utilizada en el casamiento de Mariquita Sánchez y una cama con dosel de Marcos González Balcarce; y a la Sala Civit cuyo fin es rescatar a los gobernadores Francisco y Emilio Civit. En este sector también se encuentran las salas de Gobernadores Siglo XIX y Siglo XX; la Romántica, y la Sanmartiniana, que evoca la epopeya del Cruce de los Andes. Todo esto es el acervo, el patrimonio, las colecciones, territorio fundamental del pasado y la historia. Pero, hay otra realidad en el Museo del Pasado. También se tienen graves problemas edilicios. Las salas de Arqueología y del Petróleo, la capilla del siglo XVIII, y todo el edificio es su parte sur que comprende tres ambientes y reserva técnica, están clausurados por la Municipalidad de la Capital dado su peligroso estado estructural. Si hoy el establecimiento, aunque sea en parte, se encuentra funcionando y puede conocerse su rico contenido, es gracias al apoyo económico que brinda la Fundación Amigos de la Junta y su Museo.

Por eso sostenemos que de ahora en más tiene que producirse una conjunción de factores para que el edificio, mediante un proyecto ejecutivo moderno, sea asegurado arquitectónicamente y en forma definitiva, de modo que todo el museo pueda proseguir con su misión cultural, educativa y patrimonial.

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