Los pronósticos agrícolas y su utilidad

Un arma fundamental y de bien público para tomar decisiones acertadas y a tiempo.

Los pronósticos agrícolas y su utilidad

Mientras se desarrollaba la anterior cosecha de uvas comenzó un fuerte debate público sobre la conveniencia o no de dar a conocer el pronóstico de producción de uva a fines de diciembre.

Algunas entidades vitivinícolas de San Juan fueron las más críticas, en tanto otras sostuvieron la conveniencia de seguirlo haciendo y dando a publicidad, práctica que lleva décadas de realización.

Si bien siempre hubo en ciertos sectores un empedernido cuestionamiento de la información producida por el INV, al parecer el detonante fue la diferencia entre el primer pronóstico y el segundo, en febrero, que sería confirmado en la cosecha. El tema es sin duda relevante para la economía vitivinícola y su importancia se extiende a otras actividades económicas vinculadas. Finalmente el INV optó por un camino intermedio, dando a conocer un pronóstico “cualitativo” en diciembre y uno “cuantitativo” a fines de enero.

La importancia del tema obliga a una reflexión seria que ayude a mejorar el funcionamiento de los mercados, que evite subjetividades inconducentes o que lleve a decisiones erróneas de los participantes en la actividad. Convengamos que de inmediato aparece una paradoja difícil de entender: somos fanáticos de ciertos pronósticos, como el del clima, que llega a ser enfermizo y enfermante en ciertos medios; o el obsesivo de los partidos de fútbol y otros eventos deportivos. Luego descalificamos ciertos pronósticos económicos que tienen tanta o más base técnica de sustentación.

Quizás sea necesario recordar que el pronóstico de cosecha es una estimación; trata de conocer el futuro a través de ciertos indicios, calibrados por especialistas; procura reducir la incertidumbre. Así como el pronóstico climático hecho con varios días de anticipación se va modificando a medida que nos acercamos a la fecha, lo mismo ocurre con un pronóstico agrícola.

Es justamente en materia de pronósticos de cosecha, evaluaciones de superficie cultivada, estado de los cultivos donde más avances se han registrado en los últimos años en función de la evolución de la informática, de la facilidad de uso de satélites, entre otras cosas. Así se conocen datos semanales de evolución de las producciones posibles, datos que facilitan el funcionamiento de los mercados y la toma de decisiones de compra o venta, acierten o no quienes las hacen.

Sostener que la publicidad del pronóstico de cosecha es negativa para los mercados, que genera especulaciones, es lo mismo que sostener que es mejor conducir un auto sin tablero de indicadores. Peor aún son expresiones de que ciertos datos deben reservarse porque son estratégicos. Cabe de inmediato preguntarse: ¿reservarlos para quiénes? Esto es un camino al uso de esa información estratégica no para especular sino, simplemente, para hacer buenos negocios. Las estadísticas son bienes públicos que tienen la particularidad de que mientras más personas acceden a ellas, no disminuye la utilidad de cada usuario sino que, por el contrario, aumenta.

Es función del Estado proveer esos datos con la calidad, frecuencia y confiabilidad necesarias. Cuando el Estado deja de proporcionar esa información confiable, como ocurrió con el índice de precios del Indec, aparecen necesariamente los sustitutos, porque no se puede prescindir de esos datos. Esa desgraciada experiencia debería ser tenida muy en cuenta por quienes tienen la responsabilidad de proporcionar la información vitivinícola. Cuando se creó el Observatorio Vitivinícola en el ámbito de la Coviar, se dijo con fundamentos que el propósito de ese organismo sería propender a la democratización de la información adecuadamente elaborada.

Es decir, poner al alcance de la mayor cantidad de productores, industriales, comerciantes, la información disponible. En buena medida esa labor se está realizando y, en consecuencia, será con más información relevante como se contribuirá a que mejore el funcionamiento de los mercados de uvas, vinos y mostos. No hay información estratégica que reservar, salvo aquella que protege a las empresas y productores, debidamente garantizada y especificada en la legislación.

En definitiva, como ha dicho un dirigente de San Juan, “el pronóstico se tiene que seguir dando” ya que “no es lo que daña el mercado. El mercado está muy concentrado, son pocas las empresas que forman precios. El pronóstico no tiene nada que ver con esto”. Clara conclusión: el problema está en otro lado y necesita otras explicaciones.

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