Cuando todavía no se ha efectuado la cosecha de manzana, la temporada 2016 parece estar en agonía productiva y comercial. Las causas van desde problemas climáticos pasando por nula rentabilidad para los hombres de campo, hasta llegar a una baja calidad y escasez en sus rindes con mercados disputados tanto en el frente interno como externo.
La voz de los productores y de dirigentes empresariales se replica sobre el Valle de Uco, justamente donde el cultivo logra mayor protagonismo -más precisamente el 98,04% del total cultivado-, según el Instituto de Desarrollo Rural (IDR).
Para reseñar la caída de su producción: si hace unos 15 años atrás la manzana ocupaba 15 mil hectáreas en el Valle de Uco, esta temporada no llega a las 1.400 hectáreas. En esa línea de investigación, desde el IDR afirmaron que las 3 mil hectáreas con manzanas en toda Mendoza tendrán un rinde para la temporada 2015/2016 de sólo 53.167 toneladas, muy inferior a lo que dejó la temporada 2014/2015, cuando las mismas hectáreas dieron una producción de 88.864 toneladas; es decir, 40% menos.
La realidad preocupante de la manzana en la actualidad es aún más alarmante si se establece una comparación con su mejor promedio histórico de producción en Mendoza, cuando en el 2000/2001 la provincia contaba, según el IDR, con 7 mil hectáreas, las que produjeron 170 mil toneladas de manzana.
De regreso al presente los hombres del sector señalan con extrema preocupación la situación actual y delimitan un futuro comercial aún peor para el fruto. Por lo pronto, y según Armando Brunetti, “la merma es general y varía de una zona a otra pero la caída en la producción de manzana es evidente en toda la provincia”.
En su caso, su producción de frutales, entre los que se codean manzanas y peras, abarcan un porcentaje de sus 160 hectáreas. Este 2016 se enfrenta a un Brasil extremadamente exigente en cuanto a la sanidad de la fruta. “Me han suspendido tres camiones y empaque por el control que realizan sobre plagas como carpocapsa.
En Mendoza, por su ubicación y por cuestiones competitivas, el 95% de la pera y manzana se dirige a Brasil, pero este año (nuestro vecino) está muy exigente por los nuevos requerimientos del sistema de mitigación de riesgo. Ahora hay más factores en contra que beneficios a la hora de comercializar con los brasileños”, detallaba Brunetti.
Otro damnificado es el productor Ariel Gallerani, quien posee 25 hectáreas en Tunuyán. En su caso, por falta de exportación, la manzana arrastra cuatro años de malos precios tanto en pulpa como en fresco, lo que ocasiona que el 2016 esté signado por la baja calidad.
“Hemos trabajado a pérdida; en este contexto no podemos realizar las labores culturales que se necesitan. Este año se abriría el mercado brasileño pero las trabas paraarancelarias que posee son enormes”, explicó el productor sureño.
Más aún, hay productores que están arrancando el cultivo ante un Brasil estricto en sus controles sanitarios. Justamente los vecinos mayores del Mercosur en julio de 2014 dieron a conocer su Instrucción Normativa número 10, mediante la cual el Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento de Brasil declaraba al país como libre de la Cydia pomonella (carpocapsa), una plaga que es el terror para los hombres de campo ya que siendo una larva ataca a la fruta introduciéndose en su pulpa y comiendo de ella por tres semanas.
Rentabilidad una carrera de riesgo
Hoy, si la producción de manzana supera el granizo, la helada, los malos precios y la alta exigencia para exportar puede ser un negocio con rentabilidad normal, pero según Brunetti son tantos los factores negativos que ellos son los que están llevando a que los hombres de campo estén desistiendo de seguir apostando por la manzana.
Es el caso del productor Gionanni Morea. Sus 20 hectáreas ubicadas en Pareditas, San Carlos, fueron vendidas hace 5 años justamente por los precios bajos que le ofrecía el mercado.
Si bien este año la mejora en el tipo de cambio es más evidente, ciertamente es la inflación la que está diezmando también la producción, ya que si el aumento de costos continúa los productores seguirán trabajando a pérdida.
En este arco tan extremo de subsistencia comercial están los casos de los productores Carlos Orlando y Edgardo Sabattini.
En el caso de Orlando posee 20 hectáreas en Tunuyán, de las cuales la mitad corresponde a manzana. En su charla confesó que sus plantas de manzanas están abandonadas porque no poseen calidad para ser comercializadas debido al granizo que sufrieron dos veces el año pasado.
“En los primeros días de marzo retiraremos la manzana de los árboles pero estamos pensando seriamente en erradicar no sólo las manzanas, sino también las peras, que poseen problemas de rentabilidad similares. Hace cuatro años que trabajamos a pérdida; en otras palabras, hemos trabajado para cubrir la inflación de los costos, pero no tenemos rentabilidad”, explicó Orlando.
A corto plazo sus manzanas y peras ya poseen reemplazantes ciertos: ajo y tomate y en una medida mucho menor durazno. “También tengo uva en parrales pero no sabemos aún qué cultivo será más rentable, pero casi con certeza no continuaremos ni con la manzana ni con la pera”, detalló firme el productor valletano.
Otro hombre de campo que ya desistió de la manzana es Edgardo Sabattini, su caso es aún más dramático porque de sus 50 hectáreas en Tunuyán de manzanas decidió arrancarlas por su rentabilidad escasa. “No reemplacé a la manzana, estamos por ahora sin cultivo, esperemos que las condiciones económicas cambien”, apuntó Sabattini.
Para Brunetti la mejora en el tipo de cambio se licúa por la inflación, lo que ratifica, una vez más, que los hombres del sector trabajen a pérdida.
Justamente la suba de precios es el agujero que ha drenado la escasa o nula rentabilidad.
“En nuestro caso en el 2011 teníamos un precio de $ 1,20 el kilo del cajón de manzana, realizamos una inversión de riego por goteo para 16 hectáreas a través de un crédito del Fondo de la Transformación y Crecimiento pensando que iba a aumentar la producción de la finca. Hoy si la fruta fuera buena valdría $ 1,30, lo cual demuestra que no tuvo variaciones cuando los costos en estos 5 años se han disparado más del 250%”, expresó Gallerani.
Clima y precios
También los desajustes meteorológicos han perjudicado a la fruta en la provincia.
Las lluvias abundantes que marcaron la primavera de 2015 ocasionaron que en la floración, cuando la fruta logra su polinización por parte de las abejas, no fuera hecha justamente por las lluvias constantes.
Pero allí no termina todo, el granizo en tres oportunidades se ensañó con algunas regiones de la provincia, logrando no sólo dañar la carne de la fruta, sino también diezmar la producción .
“La calidad de las manzanas temporada 2015-2016 es de media para abajo”, sentencia categóricamente Gallerani.
En esa línea, según los hombres de campo más del 50% de fruta en planta está perdida y esta realidad será palpable en toda la provincia.
"Las abejas no pudieron polinizar porque cuando llueve no salen y si el fruto no es polinizado se cae", explicó más detalladamente Gallerani.
Y Brunetti agregó que justamente la calidad de la floración se vio en problemas ya que las lluvias afectaron el cuaje, que ocasiona falta de semilla, lo que lleva a que la manzana tenga deformación o experimente poco crecimiento. Lo que en otras palabras explica la baja calidad y cantidad que reina en esta temporada para la manzana.
Si la escasez será moneda corriente este año habría que prever precios más tonificados, pero nuevamente el pronóstico de los hombres del sector es deprimente. Mendoza produce sólo el 10% de la producción de manzana del país ya que el grueso llega del Valle del Río Negro y de Neuquén, dos regiones que si bien registran mermas productivas están lo suficientemente consolidadas para abarcar y abastecer el mercado interno.
“El país produce más de lo que consume, por lo tanto no hay variación en el precio. Aumentaría los valores comerciales de la manzana si se lograra exportarla. Esperamos este año en nuestro caso un precio normal de $ 4 el kilo que le permite al productor cubrir sus costos. Cuando hay merma en la producción los únicos costos que bajan son los relacionados a la cosecha y fertilización, en tanto los vinculados a personal permanente, riego, combustible y curación se mantienen”, detalló Brunetti.
Más aún, en el caso de Gallerani en diciembre del año pasado tuvo que tirar manzanos por la brecha de precio que existe entre la producción de la finca y el de góndola.
“El año pasado nos pagaron $ 3 el kilo en la quinta, en tanto en cualquier verdulería de barrio y supermercado se lo vendía a $ 30, justamente marcado por los sobrecostos de la cadena de transporte y comercialización”.
Con tantas pérdidas para los hombre de campo igual urge cosechar a pesar de todo.
“Nuestro objetivo es cosechar porque el fruto en el suelo genera carpocapsa y grafolita, que perjudican la sanidad del fruto en años venideros”, subrayó Gallerani.
Las otras señales
Como la cosecha todavía no arranca, desde la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas (Aspeff) aseguraron que el mercado de precios para la manzana está en formación.
No obstante, el empacador Juan Riviera, presidente de la asociación, estimó que “todavía no tenemos precios, pero con los problemas que tenemos con Brasil, nuestro principal mercado y la baja demanda que existe del producto en el mercado interno, las perspectivas no son tan alentadoras”.
El mercado de Brasil es estratégico para la comercialización de manzanas mendocinas.
Sin precio ni rentabilidad
Para los productores, si la situación continúa con rentabilidad en caída libre, en tres o cuatro años no quedará manzana en el Valle de Uco. “No nos cierran los números, el año pasado el kilo de manzana para industria lo pagaron a $ 1,20, con sólo recolectarla de ese kilo se lleva $ 0,60, por lo que la mitad queda para sustentar el trabajo del año entero que incluye combustible, mano de obra y labores culturales”, explica Gallerani.
El ahogo financiero que someten los industriales a los productores también fue narrado por el productor sureño Santiago García, tal vez su caso es el que más describe y delinea presente y futuro de la manzana.
“Tengo 68 años, desde hace 45 años me dedico a la manzana, he cosechado unos 150 millones de kilos y en todos estos años no he ganado nunca. A lo sumo me he salvado económicamente por temporadas. Pero este año estoy pensando en desistir, el productor pequeño está acabado y los grandes ya están variando hacia otros cultivos. En mi caso aún no he cobrado la fruta cosechada el año pasado”, apuntó el productor.
En el caso de García el ahogo financiero, además de obedecer a las causas climáticas e inflación en costos -que redunda en menores laborales culturales que llevan a una escasa y baja producción-, le agregó otro factor más: las demandas legales del marco laboral.
“La ley 931 de aporte del Estado nos obliga a grandes desembolsos para el personal. Hoy sólo el aporte patronal para tres obreros ronda unos $ 20 mil. Con esos valores hay muchos que están apostando por la chacra; en lugar de lidiar con tantos hombres se concentra en menos obreros y son cultivos de rotación más dinámicos, además de poseer mejores perspectivas de rentabilidad”, detalló García.
“Pagan un monto mínimo por entrega de fruta y el resto de los pagos los realizan cuando termina la cosecha, liquidándonos el pago de la fruta con cheques que son liberados a partir de junio, julio y agosto, o sea que venimos a cobrar recién a mitad de año”, resaltó Gallerani.