“Si los incas hubieran estado drogados no hubieran sido capaces de construir el Machu Picchu”, lanza el doctor en Antropología Leonardo Feldman para derribar el mito que asocia el consumo de la planta de coca a la cocaína.
Es que si bien es cierto que de ella, con el uso de productos químicos, se obtiene la pasta base, la hoja de coca tiene propiedades que la convierten en un alimento completo y una medicina, además de favorecer ciertos estados espirituales.
Feldman viajó a Perú para postular para una maestría en Arqueología Andina en la Universidad de San Marcos. Hasta ese momento desconocía las propiedades de la coca, pero llegó a sus manos un folleto que contenía una tabla nutricional de esta planta comparada con otros alimentos y se sorprendió con los altos valores de calcio, hierro, fósforo, magnesio, proteínas, aceites esenciales, minerales, vitaminas (A, B1, C y E), tiamina, niacina y riboflavina.
A partir de esto, su tema de investigación viró hacia el estudio de la coca desde el punto de vista antropológico, histórico, arqueológico, que luego profundizó para completar su doctorado en Ciencias Sociales.
También incluyó la revolución del consumo en Lima, luego de que en 2006 se emitiera un programa televisivo con alto rating en el que se explicaron las bondades para la salud de este producto casi desconocido.
La respuesta de la población fue casi inmediata y acudió a las dietéticas a pedirlo. Así, el polvo resultante de la molienda de la hoja seca de coca, en el proceso de elaboración del té -que se utilizaba para alimentar animales-, empezó a ser vendido como un suplemento alimentario.
Y además, como una medicina para ciertas dolencias como el estrés, depresión, anemia, osteoporosis, presión arterial (ya sea alta o baja, la regula).
En general, detalla Leonardo Feldman, las personas buscan harina de coca para mejorar su nutrición -varios médicos naturistas han comenzado a recomendarla- o por una dolencia particular.
Sin embargo, con el tiempo notan que mejora su estado general y que les produce un bienestar que excede lo físico, ya que además favorece el “buen vivir”: una mayor conciencia y conexión con la naturaleza.
El contexto actual, de un número creciente de personas que buscan un modo de vida saludable y el consumo de medicinas naturales, ha favorecido una revalorización de ciertos productos conocidos por los pobladores originarios desde hace miles de años.
En el caso de la coca, existen diversos registros históricos del uso medicinal que le daban los incas, aunque con el tiempo ese saber se perdió.
Sin embargo, para llegar a este punto hubo que luchar con algunos prejuicios que asocian a la hoja de coca (verde) con la cocaína (blanca) o la gaseosa (negra). En el camino, el presidente de Bolivia, Evo Morales, logró que la ONU aceptara el “akuyiku” (el colocarse algunas hojas frescas en la boca para obtener el extracto).
Por otra parte, el papa Francisco bendijo hojas de coca y pidió “akuyikar” durante su visita a Bolivia en 2015.
En Argentina, el artículo 15 de la ley 23.737, que modifica el Código Penal en lo referido al narcotráfico sostiene: “La tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural destinado a la práctica del coqueo o masticación, o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia o consumo de estupefacientes”.
En Mendoza, las hojas de coca se consiguen en las ferias de frutas y verduras, y la harina en el Centro Apu Aconcagua (en Chacras de Coria) y en dietéticas, a veces mezclada con maca y algarroba.
El antropólogo mendocino explica que su uso se ha ido extendiendo “de boca en boca” y que se recomienda empezar con una ración de una cucharadita diaria, que se puede mezclar con panificados (al 5%) u otras preparaciones.
Medicina ancestral
Leonardo Feldman participó de una charla sobre medicina ancestral que se ofreció el miércoles en la Secretaría de Cultura, a modo de cierre de un mes de celebraciones a la Pachamama, organizadas por la comunidad Inka Q’olla en Mendoza y el ballet Raíces Danzas Andinas.
Entre los disertantes estuvo Noemí Jofré, de la comunidad huarpe, quien expuso sobre los usos tradicionales del algarrobo dulce, “el árbol sagrado”, en diversas preparaciones y para distintas dolencias.
También habló Vicente Mik’o Tiko, amauta (sabio) de la comunidad Inka Q’olla, quien explicó que productos como la papa y la cebolla se pueden utilizar para ciertos malestares y cómo influyen los colores y la música para mantener el estado de salud.