Controlar con inspectores y atendiendo las denuncias de la comunidad. Sacar los alambrados que afecten el "dominio público" en ríos y arroyos de Mendoza.
Fomentar el cuidado y la conservación de los mismos como una tarea de todos. Colocar cartelería que detalle las acciones permitidas y no permitidas en estos sitios protegidos.
Este paquete de acciones constituyen un desafío que están dispuestos a encarar hoy organismos de Estado, organizaciones civiles y grupos de la comunidad.
La polémica y los reclamos por el acceso público a los cursos de agua ha crecido en los últimos tiempos, como respuesta a un nuevo escenario instalado en nuestra provincia (y el país): el avance del negocio inmobiliario y los alambrados sobre la montaña.
Hasta hace menos de una década, los ahora 'vedados' -pobladores, pescadores, clubes locales, escuelas, senderistas y amantes de la montaña en general- podían remontar o recorrer un arroyo sin problemas. En lo que coinciden los especialistas es que, por tratarse de un fenómeno de relativa corta data, requerirá de la elaboración de nuevas respuestas colectivas, flexibles y acordadas.
En una nota publicada hace unos días, Los Andes reflejó esta problemática en el Valle de Uco, una región conocida por sus entrañables paisajes cordilleranos.
Allí, salvo un puñado de hilos de agua que están cerca de rutas o en campos semi 'vírgenes', la mayoría de los afluentes hoy no permiten que se cumpla el "uso común" del agua, establecido por ley. El Pircas, del Manzano Histórico, es uno de los que cosecha más quejas, pues pasa por muchos campos privados y, además de encontrar alambrados sobre el curso de agua, es posible obtener el permiso de uno de los dueños y ser expulsado por otro.
En el caso del arroyo Grande de la Quebrada, también del Manzano, es más factible el acceso público porque serpentea en paralelo el camino, que sube hacia el Portillo.
En Tupungato, estos conflictos no se dan porque definitivamente el ingreso a sus arroyos de montaña es casi nulo. En esta situación se encuentran, entre otros, el Santa Clara, el San Pablo, Las Tunas, Lencinas, etc.
Mientras tanto, en San Carlos la comunidad también se queja de no tener acceso a ríos que tienen una fuerte vinculación con su historia, como los arroyos La Salamanca y el Aguanda. En el caso del Yaucha, la ruta y el control más presente de la Policía Rural en Pareditas, parecen mejorar el panorama. Por otro lado, los hilos de agua de la reserva Laguna del Diamante también permiten recorrerlos con control.
Tras la publicación, Los Andes recibió un sinnúmero de mensajes de lectores contando sus anécdotas o, simplemente interesados, en una solución al tema.
"A mí me pasó, quise ingresar al Santa Clara en el Parque Tupungato. En en RIM 11, nos autorizaron, pero luego arriba, en el dique Las Tunas, el encargado no nos dejó pasar porque dijo que pertenece a un conocido privado. En el puente del río Las Tunas, también hay alambrado. Terminamos comiendo por ahí y volvimos. Mucha bronca", expuso Alejandro.
Trabajo conjunto
"Si la gente quiere remontar un río por la ribera, puede hacerlo. Ahora, si para llegar allí debe pasar por un campo privado, deberá obtener primero el permiso del dueño", señaló Juan Pablo Yapura, jefe de Gabinete del Departamento General de Irrigación. El funcionario destacó que el ente tiene una "presencia permanente" en los afluentes, gracias al control diario que realizan los 139 inspectores de cauce repartidos en toda la provincia.
Sin embargo, reconoció que hay sitios de montaña, donde el control periódico se hace más difícil. Para estos casos, dijo es importante el "control" de la gente, que haga su denuncia. "Son nuevas demandas que van apareciendo y hay que tratarlas y para ello tendrán que surgir nuevas políticas y dinámicas entre los distintos actores", dijo Yapura.
Un principio de esta acción compartida es el trabajo que encarará la gente de Aguas Libres, una fundación que se está conformando en Mendoza para asegurar el acceso público a los hilos de agua.
Jorge Aguilar Rech, uno de sus mentores, anunció que han obtenido el compromiso de Irrigación de notificar y exigir a los privados que cambien los alambrados por guardaganados en el Pircas.
"La idea es seguir monitoreando lo que sucede en otros arroyos", acotó este arquitecto ambientalista. Sin embargo, avanzar en el acceso público deberá ir de la mano de un mayor control y "autocontrol" de la sociedad, "ya que el 20 por ciento de la inversión se nos va en limpiar cauces", dirá Yapura.
En este sentido, Aguas Libres ya está gestionando con Vialidad la colocación de cartelería en cada uno de los hilos de agua. "Como lo hemos venido haciendo, queremos ayudar también a prevenir la contaminación de ríos y arroyos”.