Se acerca la fecha de inicio del próximo gobierno y aún no hay precisiones acerca de las medidas que planea aplicar el presidente electo. Hay muchas medidas que aparecen como posibles pero falta el hilo conductor que les dé el grado de verosimilitud como para que los ciudadanos y los empresarios puedan tomar decisiones.
Por lo que se sabe, la primera tarea que debe enfrentar el próximo gobierno es atender el problema de los vencimientos de deuda del primer semestre, que se estiman en $ 750.000 millones, entre vencimientos en pesos y en dólares. Lógicamente, el gobierno no dispone de estos fondos y tampoco tiene crédito. Además, un tercio de vencimientos son con organismos del Estado, entre ellos la Anses, que debería cumplir el deseo de Alberto, de dar un 20% de aumento, lo antes posible.
No obstante, en el equipo del nuevo gobierno se mantiene la idea de generar un shock de emisión monetaria para movilizar la economía. Esta idea no es tan fácil de llevar adelante sin enfrentar costos elevados, toda vez que el mismo gobierno planea un acuerdo social que permita contener la inflación en un máximo de 40%.
Una de las medidas que permitirían aumentar el nivel de monetización sería una decisión que tomaría la nueva conducción del Banco Central (que estaría al comando del economista Miguel Pesce) de bajar la tasa de política monetaria, que actualmente está en 63%, a 40%. Los economistas del nuevo gobierno confían en que una brusca baja en el costo del dinero podría posibilitar la reactivación de la economía vía crédito y no exigiría tanta emisión.
Los economistas que acompañan a Alberto Fernández están convencidos de que la emisión monetaria no causa inflación sino que ésta es la consecuencia de las acciones de grupos concentrados y de las expectativas de los actores económicos. Por esta razón creen que, entre el cepo y un cambio de expectativas, la emisión monetaria no sería un impulsor de la inflación. Hasta ahora, estas teorías nunca han sido demostradas y, si bien las expectativas juegan un rol importante, está claro que la inflación es, básicamente, un fenómeno monetario.
Contradicciones que requieren respuestas
Uno de los interrogantes es el referido al tipo de cambio. Hasta el momento, el Banco Central ha conseguido mantener al dólar contenido en un nivel cercano a los $ 60, con no mucha dispersión respecto de las versiones Blue, o dólar Bolsa. Todo esto porque no hay mucha disponibilidad de efectivo, mientras las posiciones de Leliq han bajado notablemente.
Con este panorama, y ante el anuncio de un aumento de las retenciones a las exportaciones, los empresarios están adelantando la liquidación de la nueva cosecha, pero no hay compradores. Por esta razón, el Banco Central, a veces ayudado por otros bancos oficiales, está comprando un promedio de U$S 100 millones diarios, emisión que la autoridad monetaria ayudaría para dar liquidez a un fin de año que, estacionalmente, registra un aumento de la demanda de pesos para enfrentar pagos especiales, como aguinaldo o vacaciones.
El gobierno, además, valora que el tipo de cambio esté tranquilo, pero sabe que, con una inflación proyectada del 40%, deberá actualizarlo en forma gradual para no dejar fuera de ruta a los exportadores a los cuales, además, les va a aumentar las retenciones. Los aumentos del dólar pueden seguir presionando la inflación por lo que tiene la intención de desindexar algunos rubros y desdolarizar otros.
Desdolarizar y desindexar
Una de las herramientas para controlar la inflación será desdolarizar las tarifas de los servicios públicos, pero se enfrenta a varios problemas. En principio, los contratos firmados con las empresas por los que se consiguieron compromisos de inversión. Cambiar las pautas puede generar juicios, caídas de las inversiones y problemas a futuro en la calidad de los servicios. Además, habrá que esperar nuevos juicios ante el CIADI donde se perdieron todos los que se iniciaron por efecto de la pesificación asimétrica de Duhalde.
En principio, esta decisión incluiría a los precios de los servicios públicos como luz y gas, pero habría un problema con los combustibles: la falta de claridad está casi paralizando Vaca Muerta y para el gobierno es prioridad retomar el ritmo de las inversiones y producción, pero para esto necesita establecer reglas claras y no puede desconocer que el crudo cotiza en dólares y esto se traslada a los combustibles. La mitad de la energía se genera con combustibles y no será fácil despegar estos precios de las variaciones del tipo de cambio.
Esta descripción pone de manifiesto que en el futuro gobierno hace falta compatibilizar muchos factores para poder alcanzar los objetivos que propone el próximo presidente. Reactivación del consumo, mayores exportaciones, control cambiario, control de tarifas, planes alimentarios, negociación con los acreedores y el FMI. Son demasiadas piezas de formas muy raras para cerrar un complejo rompecabezas llamado Argentina.