Es un tema que se repite y todo lleva a indicar que esta oportunidad no será la excepción. En cada año electoral las promesas se suceden por parte de quienes tienen la responsabilidad de la gestión pública, pero muy pocas veces se llega a las concreciones. El caso puntual y muy sensible para la población es sin dudas el ferrocarril y en ese marco de situación Mendoza fue una de las provincias perjudicadas por las promesas incumplidas.
El tren Mendoza-Buenos Aires se encuentra desde hace más de cuatro años en “lista de espera”, a pesar de los anuncios, de los llamados a licitación y de las vagas explicaciones de los funcionarios de turno.
La desaparición del tramo que unía Mendoza con Buenos Aires, en la década del 90, caló hondo en el sentir de muchos mendocinos. Fueron decenas de estaciones ferroviarias que se cerraron y también decenas de pueblos que quedaron marginados o que sufrieron graves consecuencias económicas, como sucedió con Palmira, donde se encontraban los talleres de reparaciones o Monte Comán, en San Rafael, que constituía el punto de recepción de las frutas y las verduras del Sur de la provincia para derivarlos hacia el principal centro de consumo. En el medio quedaron también pueblos fantasmas que no se han recuperado del fuerte efecto recibido.
En los casi 20 años que pasaron desde aquella decisión del Gobierno nacional, han sido muchas las promesas y las explicaciones, pero todo quedó en la nebulosa. Algunos afirmaban que el tramo resultaba antieconómico por los problemas que presentaba el cruce de la laguna La Picasa, en las cercanías de Rufino. Sin embargo, pese a la construcción de un puente y a la solución de ese inconveniente el tren sigue sin efectivizarse.
Durante la gestión de Néstor Kirchner se anunciaron cuatro mega proyectos ferroviarios y hasta se realizaron las licitaciones respectivas entre 2006 y 2008. Se trató de la mejora de los servicios de pasajeros al interior y el transporte urbano porteño; los trenes bala a Rosario y Mar del Plata; el servicio de alta prestación a Mendoza y la incorporación de tranvías para la ciudad de Buenos Aires.
En uno de esos casos, el del tren bala, nunca se pagó el anticipo para la fabricación de los coches y hasta se desmanteló el equipo de técnicos que estaba trabajando en el proyecto. Respecto del tren “de alta prestación y rápido” para Mendoza, hay cuatro grupos preclasificados que siguen esperando que el Gobierno fije la fecha para entregar las propuestas respectivas, según se señala en un reciente informe, en el que se indica también que se contemplaba una inversión de 2.500 millones de dólares para incorporar formaciones que podrían circular a una velocidad de 160 kilómetros por hora y la renovación total de más de 1.100 kilómetros de vías.
Reiteramos, el año electoral es propicio para los anuncios y para las promesas, aunque después no se cumplan. Días pasados el ministro del Interior y de Transporte de la Nación anunció que en 60 días se produciría una “revolución” ferroviaria y luego desde el Gobierno nacional se indicó que se pondrá en marcha un mega plan que consiste en remplazar casi 7 mil kilómetros de vías y la fabricación de trenes de carga y de pasajeros con la participación de la industria nacional. El tiempo dirá si se trata de nuevos anuncios incumplidos pero, si nos atenemos a los hechos, muy difícilmente se alcancen las concreciones.
El tren Mendoza-Buenos Aires es sólo uno de los tantos ejemplos de esa falta de seriedad y de respeto hacia la ciudadanía por parte de quienes tienen la responsabilidad de conducir los destinos del país.
