La donación de órganos y tejidos supone la extirpación de esas partes vitales de una persona que ha fallecido (un donante) y la colocación de los mismos a alguien que, en muchos casos, está muy enfermo o se está muriendo (un receptor).
Los órganos que se pueden trasplantar incluyen el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, el intestino y el páncreas. Los tejidos que se pueden trasplantar incluyen las válvulas cardíacas y otro tejido cardíaco; tejido óseo, tendones, ligamentos, piel y partes del ojo, como la córnea y/o la esclerótica.
Son episodios muy determinantes y excepcionales en la vida, por medio de los cuales se puede ayudar a otras personas que necesitan un trasplante.
La situación en este plano de la salud en Mendoza se ha manejado con mucha seriedad, cautela y profesionalismo por parte del área que el Estado asigna para atender el delicado proceso: el Instituto Coordinador de Ablación e Implante de Mendoza (Incaimen).
Se trata de un equipo de hombres y mujeres que siempre se desempeñó con mucha dedicación y empeño y que, al finalizar el año pasado, alcanzó una posición de excelencia. Sus autoridades anunciaron que la donación de órganos y tejidos en la provincia de Mendoza sigue en alza, alcanzando en diciembre el número más alto en sus estadísticas, ya que fueron 48 las personas que ofrecieron sus órganos para que otros tuvieran mejor calidad de vida.
El número fue considerado significativo, por cuanto en 2016 y 2017 el número de donantes alcanzó a 46 personas. Pero en 2019, además de los 48 donantes señalados hubo 27 de tejidos solamente, lo que hace un total de 75 dadores.
Además, desde el Ministerio de Salud de la provincia señalaron que hasta los últimos días del año que acabamos de despedir se llevaron a cabo 114 trasplantes de órganos, 117 de córneas y 48 de médula ósea. “Ha sido fundamental informar a la gente porque cuando conoce de qué se trata el proceso, se pierde el miedo”, fue la explicación de la doctora Gabriela Hidalgo, directora del Incaimen.
La médica hacía referencia de esa manera a la actitud de muchos años para informar y orientar a los familiares de potenciales donantes y superar el inicial rechazo familiar al pedido de donación de órganos para trasplante.
También ha cooperado, para que se entienda mejor esta práctica médica, la Ley Justina, inspirada en el caso de Justina Lo Cane, una adolescente de 12 años que murió hace más de un año en la Fundación Favaloro mientras aguardaba recibir un corazón. Esta norma establece que todas las personas son donantes, salvo que en vida hayan expresado lo contrario. En tal sentido habilita la ablación de órganos y/o tejidos a todo ser humano capaz mayor de 18 años que no haya dejado constancia expresa de su negativa.
Tras este dramático caso y la sanción de la ley, las donaciones de órganos enfrentan otra realidad y por supuesto se espera que en los próximos años, mejoren aún mucho más. El desafío para Mendoza (y así contar con todo lo relacionado con trasplantes en la Provincia) es inaugurar el Centro de Trasplante de Médula Ósea que se está terminando en el Hospital Central.
Asimismo, un aspecto sobre el que se debate y profundiza en el medio -un tema para nada menor-, es que todos los equipos de salud que actúan en terapia intensiva de los nosocomios estén concientizados y capacitados para informar a la familia en caso de trasplante de tejidos, como las córneas. Esto es así porque en muchos fallecimientos los tejidos nunca son tenidos en cuenta y se pierde una gran posibilidad de que los seres queridos de alguien fallecido los donen. Por eso se trabaja en capacitación y desde la mirada y acción de los cuerpos interdisciplinarios. Es importante que todo este camino de la ablación y el trasplante esté precedido de una labor de concientización y que la población médica se encuentre preparada para casos puntuales que involucran temas éticos y que sea una práctica más incorporar a los actos médicos el llamado al Incaimen.
