Los mercados internacionales han profundizado las exigencias en lo que a sanidad animal y vegetal se refiere. Lo hacen con justificada razón, ya que el ingreso de una plaga puede generar millones de dólares en pérdidas y años de trabajo para erradicarla nuevamente.
Lo sabemos muy bien en Mendoza con lo que ha sucedido con el ingreso de la polilla de la vid, en la que, por desidia o errores de parte de los organismos específicos y también de los propios productores, la plaga se ha dispersado y está afectando a casi toda la provincia. Y lo sabe muy bien la Argentina cuando por años vio prohibido la exportación de carne vacuna hacia otros países como consecuencia de la aftosa.
Fueron millones de dólares los que el Gobierno derivó hacia el Senasa para derrotar la aftosa, hasta que logró su objetivo. Y fueron millones también los que se derivaron en la Provincia para el funcionamiento del Iscamen, que ha cumplido con creces su objetivo pero que aún resta mucho por hacer y, en este último caso, es necesario el complemento adecuado por parte de la población en general.
Muchos mendocinos no comprendían en un principio el método de erradicación “natural” de la plaga a través de la liberación de machos estériles, pero los resultados han demostrado su efectividad en el centro y el sur de la provincia, zonas que han sido ya calificadas de “libres de mosca”, lo que permite la derivación de los productos hacia mercados exigentes, como es el caso de los Estados Unidos.
También resulta interesante la decisión de establecer controles sanitarios intra provinciales, en las zonas de Zapata y de Ñacuñán, para evitar la propagación de la plaga, como lo son también los ubicados en los ingresos a la provincia. Además, las provincias vecinas, como San Juan y Río Negro también han establecido controles sanitarios, con lo que la posibilidad de que alguna plaga ingrese por el norte y el sur son prácticamente nulas. Lo que exige, también, profundizar la actividad en el control de Desaguadero, para evitar sorpresas.
Sin embargo, el último informe dado a conocer por el Iscamen constituye un serio llamado de atención y obliga a profundizar las actividades. De acuerdo con el organismo especializado, los oasis Este y Norte constituyen áreas de “escasa prevalencia” de la plaga, lo que de hecho implica la presencia del insecto.
Atribuyen la situación a la combinación de una serie de factores, entre los que figuran altas temperaturas, inviernos más débiles y los problemas económicos que han derivado en la menor utilización de agroquímicos por parte de los productores. El problema afecta a un 30% de la producción, pero debe recordarse que se trata de una plaga de rápida propagación, razón por la cual deben profundizarse las tareas que se han venido desarrollando. Por de pronto, se ha anticipado que desde la primavera de 2012 hasta las últimas semanas de mayo del corriente año se liberó un promedio semanal de 220 millones de moscas estériles, cubriendo así más de 130 mil hectáreas de las zonas aún afectadas.
Resta ahora la colaboración de la población en general, la que debe respetar los consejos del Iscamen en lo que hace a la recolección total de los cítricos antes del 30 de agosto, en razón de que se trata de las frutas que sirven de reservorio del flagelo. Y respetar también los controles que se realizan en los puestos sanitarios en lo que al traslado de frutas se refiere. Cabe recordar lo señalado por los profesionales, en el sentido de que resulta más difícil la lucha contra el flagelo en las áreas urbanas que en las rurales.
