El mensaje que a través de WhatsApp llegó a millones de celulares generó conmoción en el Gobierno. Sucede que, durante una reunión de Gabinete ampliado, que presidía Mauricio Macri, muchos funcionarios recibieron la “información” que señalaba que en el hospital Posadas, de Buenos Aires, había 400 personas internadas padeciendo los síntomas propios de la epidemia. Desde el Poder Ejecutivo y también desde el nosocomio desmintieron la información, pero en la mayoría de la gente quedó la duda sobre qué es realmente lo que está sucediendo.
El dengue es una enfermedad infecciosa causada por un virus que es transmitido por mosquitos. Causa síntomas gripales y, en algunos casos, suele evolucionar hasta convertirse en un cuadro potencialmente mortal. Se ha insertado en países de clima tropical aunque, en los últimos años, se ha extendido y, se indica, ha provocado que más de la mitad de la población mundial se encuentre en riesgo de contraer la enfermedad. Se presume que entre 50 millones y 528 millones de personas suelen ser afectadas anualmente.
Más allá de la intención de disminuir la alarma producida por el mensaje de WhatsApp, el Gobierno admite que el virus llegó a la Argentina “para quedarse” como consecuencia de las nuevas características climáticas. Esencialmente en las zonas que ahora podrían ser calificadas de subtropicales, como Misiones y Formosa, advirtiendo también que hay afectados en todas las provincias y que la epidemia podría terminar con números superiores a los de 2009, que fue el año en que se registró mayor cantidad de contagios.
Por su parte, el director nacional de Epidemiología confirmó que el pico de afectados por el mosquito llegará “a fines de marzo”, advirtiendo además que el número de enfermos va en ascenso y que de los 15 mil casos actuales, podría llegarse a los 20 mil. Se considera que la disminución se producirá “con los primeros fríos”, en razón de que la Argentina no es un país donde se den las condiciones para que la epidemia dure todo el año.
Si bien en Mendoza no se han detectado casos suficientes como para despertar la alarma, también se desconoce si la población ha tomado la suficiente conciencia de los peligros que la acechan. La lucha no debe estar dirigida hacia la enfermedad en sí sino que debe direccionarse hacia el objetivo de evitar la proliferación de los mosquitos transmisores.
Para ello no se necesitan grandes inversiones sino la tarea común y necesaria de evitar la existencia de elementos en los que el mosquito pueda reproducirse, como baldes o cubiertas de autos que puedan estancar agua, especialmente en épocas de lluvia como la que estamos atravesando; renovar el agua de floreros y bebederos de mascotas y tapar los almacenajes de agua, entre otros aspectos, además del uso de repelentes y de la colocación de tela mosquitera en las ventanas.
Pero esa advertencia necesita ser incentivada a través de una campaña que deberían iniciar las autoridades, a los efectos de alertar suficientemente a la población. Es más, en San Juan, por ejemplo, además de la campaña de “descacharrado” actual, se ha dispuesto que se inicie otra a partir de setiembre, con la llegada de las altas temperaturas. Todo lo que se haga en materia de prevención debe ser bienvenido, sobre la base de información que genere que la población se ocupe del problema y no que se preocupe porque la epidemia ya está instalada.