Esa intención de asumir el protagonismo, de imponer condiciones, es compromiso exclusivo del local. El dueño de casa carga con esta mochila, lo que suele actuarle en detrimento de sus sanas pretensiones.
Sobre todo cuando corren los minutos y el objetivo no se conquista. Si bien Maipú, tanto como Gimnasia, son equipos agresivos en condición de visitante, custodian primero el cero en su arco y a partir de allí construyen su actuación.
Se toman todas los recaudos y se juega con la alarma encendida de todo lo que pueda suceder de mitad de cancha hacia atrás. El local siempre debe arriesgar más y, agazapado, hay que estar lúcido para exprimir al máximo el menor descuido (que seguro va a haber).
Justamente a esa condición de visitante es a la que mejor le han sacado provecho los equipos mendocinos.
Maipú sacó seis de los nueve puntos de su haber fuera de calle Vergara. Si bien fueron ante los equipos más flojos de la zona (Tesorieri y Andino) le sirvieron para colocarse en posición expectante (está segundo, a un punto de los líderes).
Es decir, el Cruzado tiene un 67% de efectividad como visitante y este porcentaje, extrañamente, cae en casa donde acumula el 50% en dos presentaciones (victoria ante Gimnasia y derrota ante Unión de Villa Krause). Sin embargos los números de efectividad son muy atractivos. Hasta el momento es campaña de ascenso.
Por el lado de Gimnasia el panorama, si bien es similar en cuanto a la mayor efectividad fuera del Legrotaglie, no es el mejor. El Lobo sabe que de mantener estos porcentajes se queda afuera del primer ascenso.
Jugó tres partidos en casa y sólo pudo quedarse con el 44% de las unidades en juego. Como visitante mejora el porcentaje (aumenta al 50%) pero por ahora no alcanza.
Proyectando estos números, se le viene lo mejor a Maipú, que deberá disputar dos de los próximos tres afuera de calle Vergara. El Mensana, mientras, dos de los próximos tres los juega en el Parque.
El Cruzado si mantiene sus números está en la charla. El Lobo, en tanto, deberá inflar los suyos.