Tras la confirmación de que el profesor de música
hallado sin vida la semana pasada en su casa de Ciudad fue asesinado
. La Policía detuvo a un hombre como presunto autor del homicidio. La necropsia confirmó que la víctima murió tras ser asfixiada.
Finalmente, los cabos sueltos que había en torno a la muerte de Alberto Chalar (el docente de 45 años fallecido en la madrugada del 30 de enero) comenzaron a atarse y a dar fin al misterio que había en torno a su muerte.
Ayer por la mañana, desde el Cuerpo Médico Forense le informaron a la fiscal que investiga el caso, Cecilia Bignert, que Chalar había sido asesinado. "La necropsia determinó que murió por asfixia por oclusión de las vías altas (la nariz y la boca)", indicó la investigadora. Si bien resta determinar el modo en el que se produjo la asfixia, los pesquisas analizan por estas horas las dos almohadas y las sábanas para saber si esos podrían haber sido los elementos homicidas.
Con la confirmación del crimen, la fiscal pidió la detención de un hombre que estaba en la mira desde el mismo momento de descubierta la muerte. Se trata de un joven de 24 años de nombre Maximiliano, con quien Chalar mantenía reiteradas comunicaciones telefónica hasta poco antes del momento de su muerte.
La detención del sospechoso se produjo ayer por la mañana a metros de un hostel de Ciudad donde este hombre estaba alojado.
El teléfono y el fletero, claves
Los pesquisas llegaron a Maximiliano después de analizar las últimas llamadas y mensajes que realizó Chalar desde su teléfono celular, todos dirigidos a un mismo número, el del sospechoso.
Según dijeron las fuentes consultadas, en los mensajes quedó en evidencia que ellos iban a encontrarse la noche en que ocurrió la muerte de Chalar, en la casa de la víctima, ubicada en calle Córdoba al 117 de Ciudad. Los investigadores creen que ese encuentro tuvo relación con la orientación sexual de Chalar y que se habrían conocido a través de una página web dedicada a la concreción de citas. En este punto es importante la declaración de los allegados de la víctima, quienes dijeron que no conocen al detenido y que no sabían qué relación tenía con el docente, por lo que se supone que se conocían desde hacía poco tiempo.
Otro dato clave fue el aportado por el fletero contratado por el sospechoso para hacer la supuesta mudanza. Según declaró el conductor, un hombre lo llamó por la tarde del miércoles 29 de enero y le consultó por el costo de un viaje desde un departamento de calle Córdoba hasta Dorrego. Tras las preguntas de rigor, el fletero y el anónimo interesado quedaron en volver a comunicarse antes de las 6.30 del jueves para concretar los detalles del traslado. Y así se hizo: el interesado lo llamó al fletero a las 6.20 para que fuera hasta Córdoba al 117, pero cuando el transportista llegó al lugar y vio movimientos raros, se fue.
Si bien las comunicaciones que recibió el fletero fueron hechas a través de un número privado (es decir, programado para que no se identifique quién llama) los investigadores lograron descubrir el número a través de la compañía de teléfonos, y para su sorpresa, las llamadas habían salido del celular de Maximiliano.
Esto indica que el asesino había premeditado al menos cometer el robo.
Ante estas evidencias, el sospechoso quedó detenido y era inminente su imputación por homicidio criminis causa. Es probable que sea sometido a una rueda de reconocimiento para que quienes lo vieron en los alrededores del departamento de Chalar lo identifiquen.
El crimen
El cuerpo de Chalar lo encontró el hombre que vivía con él -un inquilino- en la madrugada del jueves 30. Según la declaración de este hombre, ambos estuvieron juntos hasta las 23.30 del miércoles ya que habían ido en bicicleta hasta el Club Mendoza de Regatas pero luego se separaron; Chalar volvió a su casa y su compañero partió desde el Parque a visitar a una amiga, explicó en su declaración.
Cuando el hombre volvió a su departamento, a las 6.30, halló a Chalar muerto, desnudo, en su cama.
La puerta de ingreso al edificio estaba sin llave y antes de entrar a su casa vio a un hombre que salía del edificio con una mochila.
Por eso, el hombre que vivía con el docente pidió ayuda al encargado de una playa de estacionamiento para ingresar. Cuando lo hicieron vieron que en el pasillo -común a todos los departamentos- había varios objetos de la casa de Chalar: sillas, microondas, un monitor, un aire acondicionado portátil, macetas y latas de conserva, un teclado, entre otras cosas.
Los elementos estaban apilados como si alguien fuera a realizar una mudanza. El inquilino también vio a un taxi flet, cuyo conductor declaró que lo llamaron y fue, pero se retiró cuando vio que todo "era muy raro".