Los productores de la zona Este volvieron a protestar. De acuerdo con sus planteos, con los actuales precios de la uva los viñateros no alcanzan a cubrir los gastos que les demanda el cuidado de las fincas. Pero lo que no se tiene en cuenta es cuántos quintales de uva producen por hectárea y, si nos atenemos a las cifras, se llega a la conclusión de que, con el promedio actual por hectárea es muy difícil la recuperación.
Con un hecho no menos inquietante: se produce un círculo vicioso, porque el productor, con lo que logra por su cosecha, no puede mejorar sus viñedos, no realiza las tareas de mantenimiento ni de reimplantación, debe dejar de lado la utilización de agroquímicos y tampoco puede abonar la tierra para mejorar la producción. De allí que resulte necesario estudiar la posibilidad de implementar el plan contemplado por la Proviar, de apoyo a los pequeños productores para que puedan recuperar sus plantaciones.
A los efectos de establecer objetivamente la realidad de la situación, debemos tomar en cuenta un estudio hecho llegar por la Unión Vitivinícola Argentina, que señala que, en Mendoza, el promedio general por hectárea -tomando como base la cosecha 2013- de las variedades rosadas, que incluyen a la criolla grande, cerezas y moscatel, es de 165 quintales por hectárea. Individualmente, el estudio indica que el promedio por hectárea de las 16.524 hectáreas de criolla grande es de 192 quintales; el de las 16.630 de cerezas, de 161 quintales y el de las 7.101 de moscatel rosado de 109.
En el caso de San Juan, las 11.128 hectáreas de cereza dieron un promedio de 219 quintales por hectárea; las 518 de criolla grande, de 163 y las 84 de moscatel rosado de 150.
Si nos atenemos a las cifras, sólo en el caso de Mendoza, también cabría señalar que hay viñateros que, con un mantenimiento acabado del viñedo y con las tareas culturales necesarias alcanzan producciones de entre 300 y 400 quintales por hectárea, lo que determina que hay miles de pequeños productores que no llegan a los 110 ó 120 quintales. En este último caso, con esos números, los pequeños viñateros no podrán subsistir por más que se produzca una mejora sustancial en el precio de las uvas y del vino.
El estudio sobre la cosecha 2013 también hace referencia al rendimiento de las variedades tintas y blancas. En el caso de las blancas, las 9.415 hectáreas de Pedro Giménez dieron un promedio de 132 quintales; las 3.398 de torrontés riojano de 165; las 1.474 de ugni blanc de 127; las 811 de Gibi, de 114; las 504 de suavignonasse, de 93; las 329 de moscatel de 167; las 270 de Natacha de 125; las 215 de torrontés sanjuanino de 69; las 209 de torrontés mendocino de 76 y las 206 de moscatel amarillo y blanco, de 92 quintales por hectárea.
En referencia a las blancas finas, las 5.377 hectáreas de chardonnay tuvieron un promedio de 117 quintales; las 2.146 de chenin de 140; las 1.843 de Sauvignon blanc de 117; las 740 de semillón de 94 y las 491 de viognier de 144. El promedio general dio 128 quintales por hectárea.
Con respecto a las tintas, el promedio de las 27.660 hectáreas de Malbec fue de 113 quintales por hectárea; el de las 12.578 de cabernet Sauvignon de 86; el de las 8.648 de syrah de 127; el de las 4.933 de Merlot, de 94; el de las 1.302 de pinot negro, de 133; el de las 395 de cabernet franc de 73; el de las 333 de petit verdot, de 75; el de las 242 de tannat de 114; el de las 15.198 de bonarda de 141; el de las 5.808 de tempranillo de 129; el de las 2.422 de aspirant bouchet, de 92; el de las 1.966 de sangiovese de 94; el de las 642 de bequignol de 80; el de las 345 de barbera de 79; el de las 200 de ancellotta, de 102 y el de las 108 de alicant bouchet de 59. El promedio general de las variedades tintas fue de 114 quintales por hectárea.
En San Juan los promedios son mayores en los casos de las variedades rosadas, aunque en el caso de las criollas grande y chica y de moscatel rosado las hectáreas implantadas no superan las 600, razón por la cual no mueven la aguja en el promedio general. Sin embargo, en el caso de las cerezas la vecina provincia cuenta con 11.128 hectáreas implantadas tienen un rendimiento promedio de 219 quintales.
En el caso de las uvas blancas, haremos alusión sólo a las que cuentan con importante cantidad de hectáreas. En la Pedro Giménez, las 2.571 hectáreas tuvieron un promedio de 186 quintales; las 2.229 de moscatel, de 155; las 1.745 de torrontés sanjuanino de 150 y las 775 de Chardonnay, de 112 quintales/ha. En las tintas, las 1.985 de Malbec, de 141; las 3.076 de syrah de 114; las 1.717 de cabernet Sauvignon de 93 y las 2.217 de bonarda de 149 quintales/ha.
Los números son elocuentes y brindan un panorama amplio sobre la realidad de la vitivinicultura respecto del rendimiento en cada una de las variedades. Sobre esos números habría que trabajar para establecer posibles soluciones a los efectos de evitar, como está sucediendo, que surjan planteos tomados solo desde la situación de los pequeños productores, a los que hay que ayudar para que puedan recuperar sus fincas y hacerlas más competitivas.
España
La información fue dada a conocer por el sitio elmundovino.com y hace referencia a la cosecha de España, una de las principales competidoras de la Argentina en el plano de los vinos a granel. Según se indica, por primera vez desde que existen las estadísticas, España se ubicó en 2013 en el primer puesto en la producción de vinos, advirtiendo también que, en lo que a precios se refiere, los vinos españoles son los más bajos del mundo en promedio, superando sólo a Sudáfrica, un país que produce sobre todo graneles muy baratos.
Se indica que España, con 50,6 millones de hectolitros, superó a Italia (48 millones) y a Francia (43,8 millones), destacando que la pasada campaña se cerró con un stock de 27,9 millones de hectolitros. En los hechos, se trata de más de medio año de vino en bodega, mientras los argentinos nos alarmamos cuando ese stock llega a superar los 4 meses.
Otro de los aspectos que inquieta es que España se verá obligada a exportar la mayor parte de su producción en razón de que el consumo interno ha caído como consecuencia de la situación económica y no representa mucho más de la quinta parte de la producción.