Producciones regionales: alerta por la competitividad

Un nuevo índice elaborado por Coninagro y Ecolatina muestra datos negativos para el agro.

Producciones regionales: alerta por la competitividad
Producciones regionales: alerta por la competitividad

La competitividad del sector de carne avícola cayó en 2018, con respecto al año anterior, un 6,3%; la de la carne bovina bajó 6,1% y la del cultivo de hortalizas disminuyó un 2,1%.

Esto, en el marco de una caída generalizada para las economías regionales de 3,4% el año pasado. Los resultados surgen de un estudio que Coninagro (Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada) le encargó a la consultora Ecolatina y que servirá para diseñar políticas diferenciadas para los diversos sectores.

"El índice confirma lo que surge cuando uno habla con los emprendedores de algunas de las actividades agrícolas que están medidas por el índice, que son la mayoría", planteó el presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto. En este sentido, señaló que hay una incidencia muy fuerte en los últimos meses de las altas tasas de interés.

El relevamiento muestra que en el cuarto trimestre del año pasado se produjo un empeoramiento de la competitividad, vinculada a la aceleración de la inflación, la profundización de la retracción del poder adquisitivo de los salarios (que habría superado el 12% interanual) y una acentuación de la recesión de la actividad (desde Coninagro estiman que rondaría en un 5,4% del PBI en este período).

Esto se tradujo, para las economías regionales, en un marcado incremento de los costos, por sobre la inflación general, como consecuencia de la depreciación cambiaria. Se observó particularmente en el precio del combustible, la energía eléctrica y ciertos insumos, pero no en el costo laboral. Pero sobre todo, en una imposibilidad de trasladar ese incremento al precio en su totalidad, debido a la caída del consumo.

Concentración

Sobre este último punto, Iannizzotto subrayó que se ha generado una fuerte asimetría en el comportamiento del sector primario y el de los grandes comercializadores. Así, mientras los productores y las pequeñas y medianas empresas han mantenido o bajado sus precios, pese al aumento de costos, por la disminución de la demanda; las grandes empresas que llevan los productos a las góndolas han aumentado los valores.


    Presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto.
Presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto.

Es que estas tienen “espalda” para afrontar la espera hasta que la situación se revierta y, por otro lado, indicó Iannizzotto, como la tasa de interés es tan alta, su rentabilidad no está vinculada en este momento a las ventas sino al negocio financiero.

En cambio, se observa que algunas pequeñas y medianas empresas, del rubro frutihortícola e incluso bodegas, están cerrando o no han podido desarrollar su actividad con normalidad, lo que favorece una mayor concentración. 

"Desde Coninagro insistimos en que esta situación financiera está destruyendo al sector productivo", indicó. Y añadió que el reciente anuncio del presidente Mauricio Macri, de una línea de financiamiento de 100 mil millones de pesos para las pymes, con una tasa de entre 25 y 29%, es una buena señal. Pero manifestó que sigue siendo un porcentaje alto, que la inflación no cede y el tipo de cambio sigue subiendo.

Los beneficiados

No todas las dimensiones analizadas mostraron un retroceso: el sector externo tuvo un crecimiento en el tercer trimestre de 2018, en comparación con el mismo período de 2017, de 7,9%. Esta cifra permitió, de hecho, atenuar la disminución del índice de competitividad en 2,4 puntos porcentuales, con lo que quedó en -3,9%. 

Como se resalta en el estudio, la cotización del dólar subió 124% en el promedio trimestral, a lo que hay que restar los efectos de la inflación para llegar a una mejora interanual de 30%. A su vez, cuando se consideran las retenciones, el incremento en la competitividad cambiaria en el tercer trimestre fue de 26,5%, con lo que es el más alto desde 2015.

Iannizzotto comentó que los sectores vinculados a commodities pudieron ubicar más fácilmente sus productos en el mercado, por lo que sus índices de competitividad fueron favorables. En particular, en los productos que se cultivan en zonas más cercanas a los puertos, que tienen costos logísticos menores. Este fue el caso del maíz, por los altos rindes, pero también de la soja y del trigo. Los granos tuvieron una variación interanual positiva de 1,9% en 2018.

Políticas diferenciadas

Aunque, como destaca el titular de Coninagro, es muy bueno que el productor de maíz tenga una cosecha abundante y buenos precios, esta suba impactó en el importe final de la carne vacuna y aviar, lo que, a su vez, generó una caída en el consumo. El índice de competitividad del sector avícola se redujo 6,3% en 2018 y el de la carne bovina, 6,1%.

"Se entrecruzan los datos y se va explicando el por qué de las subas o las bajas de uno y otro producto", explicó Carlos Iannizzotto. Así, comentó que estos datos permiten ver de qué manera se pueden compensar las asimetrías con políticas diferenciadas para cada sector, de manera de evitar que se desaliente uno en favor de otro.

El relevamiento

Para llegar a estos datos, se relevó la situación de 18 economías regionales: algodón, arroz, carne bovina, carne avícola, cítricos, granos, hortalizas, leche, maní, manzanas, miel, ovinos, papa, peras, porcinos, vino y mosto, y yerba mate.

En el cálculo del Índice de Competitividad se consideraron diversas variables: los recursos naturales presentes en la región que favorecen -o no- el desarrollo de la actividad productiva, la infraestructura de servicios, la población (mano de obra), el entorno macroeconómico e institucional, el desempeño económico, el mercado internacional, y la calidad y diferenciación de los productos provenientes de una determinada economía regional. 

Además, se analizó el impacto de situaciones como la salida del cepo cambiario, la caída del consumo, la sequía, el incremento de las tarifas, el ajuste fiscal, etc. 

Proyección 2019

A modo de escenario para los próximos meses, el análisis realizado por Coninagro y la Consultora Ecolatina plantea que el consumo interno continuará debilitado por el arrastre de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios en 2018. A esto se suma la incertidumbre propia de un año electoral y el sostenimiento de altas tasas de interés para intentar contener la inflación y mantener en calma el mercado cambiario, que no permiten avizorar inversiones que podrían mejorar la competitividad de las economías regionales.

Tampoco estiman que vaya a disminuir el impacto en los costos de nuevos aumentos en las tarifas de servicios públicos, combustibles y tipo de cambio (este, hacia el segundo semestre). 

Como contracara, señalan que la situación en el mercado externo mejoraría porque el tipo de cambio real no debería mostrar atrasos con el esquema de bandas que se actualizan periódicamente. Asimismo, se espera una buena cosecha y recientes acuerdos comerciales permitirán la recuperación o la inserción en mercados internacionales. Y se proyecta un crecimiento de la economía mundial de 3,7% para 2019, lo que generaría una mayor demanda de alimentos.

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