Producción: continuará la escasez de hortalizas livianas

Las siembras de acelga, espinaca, arveja, brócoli, repollo, lechuga, haba y remolacha, entre otras, han sufrido inconvenientes por las lluvias. Productores locales aseguran que con este escenario será muy difícil mantener un mercado equilibrado. Precios

Producción: continuará la escasez de hortalizas livianas

Las persistentes lluvias del otoño provocaron un severo desajuste en la oferta de hortalizas livianas, y sus efectos sobre el mercado podrían extenderse al menos hasta setiembre próximo. Es que la producción local de acelga, espinaca, arveja, brócoli, repollo, lechuga, haba y remolacha ha tenido problemas a la hora de siembra a campo de cara a la nueva temporada, por lo que la escasez de producto podría extenderse, según estiman productores y técnicos que recorren habitualmente el cinturón hortícola del Gran Mendoza.

Mendoza cuenta con unas 3.800 explotaciones agropecuarias con parcelas que se dedican a la horticultura, de las cuales 73% corresponden al estrato cultivadas entre 0 y 5 hectáreas, 14% entre 5 y 10 hectáreas y tan sólo el 0,6% al estrato entre 50 a 100 hectáreas. El 70% de los productores son propietarios de la tierra, según destaca un reporte del IDR.

El cultivo que ocupa la mayor superficie es el ajo y le sigue el cultivo de papa. Son también importantes en superficie el zapallo, el tomate para industria, la zanahoria, la cebolla, la lechuga y el maíz dulce. Se suman el melón, el pimiento y las coles, además de acelga, espinaca y rúcula, entre otras.

Un verano complicado
En realidad, los problemas derivados del exceso de humedad vinieron a sumarse al impacto de otros fenómenos, como heladas y granizo, que se habían llevado parte de la producción durante la primavera pasada.

César David Rojas, que explota una finca ubicada sobre la calle Silvano Rodríguez de Kilómetro 8, Guaymallén, estimó que ya se ha perdido alrededor de 50% de la producción potencial de hortalizas livianas, en los últimos nueve meses. Confirmó que “los problemas empezaron con heladas en agosto-setiembre del 2015, que afectaron los cultivos que teníamos bajo nylon para cosechar temprano, después vino el granizo y hasta hace unos días las lluvias”.

Rojas cultiva lechuga y algo de espinaca, y en verano trabaja berenjena, un poco de pimiento y pepino. Vende lo que produce, más lo que compra a otros chacareros de la zona, en el reducido espacio que alquila en una de las naves del Mercado Cooperativo de Guaymallén.

“Había plantado un poco de tomate y berenjena, que es a lo que más me dedico, y algo de pimiento, y me cayó granizo tres veces”, se lamentó el agricultor de Guaymallén.

Agregó: “En la siembra de berenjena temprana, que se hace entre el 20 de agosto y el 20 de setiembre, para cosechar en los primeros días de diciembre me agarró un poco la helada y después el granizo. Esa planta -tratada con un cicatrizante y ayudada con abonos- rebrotó con fuerza, pero a mediados de enero, cuando estábamos preparándonos de nuevo para cosechar, volvió a caer granizo, y a fines de marzo o abril otra vez. Ahora, como tuvimos más de 30 días lloviendo, tenemos el problema del hongo, la mercadería se pudre en la finca. No alcanza a cumplir el ciclo. Aparte tenemos peronospora, que tratamos con agroquímicos  pero al llover se lava la planta y el producto no produce efecto alguno. Calculo que en la siembra temprana perdí un 50%”, resumió Rojas.

Rojas aseguró que tuvo que comprar un cuadro de media hectárea de lechuga para poder abastecer su puesto; “en teoría me iba a dar unas 500 cajas, pero como tuvimos una semana de lluvia, saqué solamente 230 cajas, en ese caso perdimos más del 50%”.

Las pérdidas han sido mayores en otros casos. Rojas resumió que “en general, si un productor cosechaba 1.500 cajas de lechuga, hoy está cosechando alrededor de 300”.

Oferta y demanda
El de la verdura es un negocio que netamente se tensa por oferta y demanda, y los precios siguen esa dinámica.

Patricio Barbera -que acota su actividad al segmento comercial del negocio- ya está cerrando su temporada, que inicia a fines de octubre, con la venta de tomate, pimiento, pepinos y berenjenas, que adquiere exclusivamente en invernaderos de la zona. Apuntó que, a pesar de tratarse de producciones bajo cubierta, “igual han sido perjudicadas por las lluvias” y eso se reflejó en los precios, que experimentaron incrementos relativos muy variables.

Agregó: “En los últimos dos meses, hubo aumentos que rondaron entre 100% y 1.000%. En promedio ha subido todo entre 400% y 500%. Hay productos que más o menos se han mantenido, como la cebolla, la papa, pero han aumentado los precios de berenjenas, zapallitos, pepinos, zanahoria, lechuga”.

Para Barbera todas las producciones que han sido afectadas por las lluvias han subido su precio por la escasez, no por la inflación.

“Esto se mueve por oferta y demanda. Por eso, no se puede comparar la verdura con cualquiera de los productos alimenticios industrializados”, agregó.

“Los precios pueden subir mucho o bajar mucho, dependiendo del volumen disponible y de la demanda que tenga un producto. Nunca he visto inflación en la verdura, nunca vi que los precios de los productos de la chacra hayan aumentado porque aumentaron los fertilizantes y los agroquímicos, los combustibles, la energía eléctrica. Aumentan cuando la oferta no alcanza para cubrir la demanda, y bajan cuando la gente consume menos de lo que se ha producido”.

La oferta seguirá escasa
La firmeza de los precios se explica por la confluencia de dos factores. Por un lado, la menor disponibilidad de producto, y por otro, una demanda que se mantiene tonificada y, al parecer, está dispuesta a convalidar valores altos. Es que buena parte de la producción de Mendoza llega mucho más allá de las fronteras de la provincia, a mercados que, en algunos segmentos, tienen mayor poder adquisitivo.

Rojas explicó, en ese sentido, que “como tenemos clientes que cargan para Neuquén y Santa Fe, nos está faltando mercadería”, y aseguró que “la demanda es mayor que el año pasado, a pesar del aumento de los precios”.

Gerardo Martí, presidente del Mercado Cooperativo del Acceso Este, advirtió por su parte que “vamos a tener problemas dentro de tres meses, porque hay mucha gente que tiene en invernadero los plantines de verduras de invierno, pero durante el mes de mayo no pudo plantar debido a las lluvias”.

Señaló que ya tendrían que haberse trasplantado “algunas lechugas, repollo, una acelga de esta época; algunos han sembrado cebolla y otros no; el ajo viene atrasado. Creo que la menor producción y la repercusión en precios las podemos llegar a tener en unos tres meses, a partir de setiembre”.

Estas proyecciones se corresponden con las que se manejan en ámbitos técnicos. En efecto,  Mabel Pereyra, coordinadora del Proyecto Regional con Enfoque Territorial de la Estación Experimental Agropecuaria Mendoza del INTA, señaló que “las siembras tardías de verano -tomates, melones, choclos- como las normales de otoño -acelgas, espinacas, arvejas, brócoli, repollo, lechugas de otoño e invierno, habas y remolachas-, también han sufrido inconvenientes por el exceso de lluvias, tanto en el desarrollo -las que lograron instalarse- como, lisa y llanamente, por la imposibilidad de sembrar durante el mes de mayo y lo que va de junio”.

La profesional apuntó que “estos eventos ya se han notado en las verdulerías con mayores precios y menor calidad” y advirtió que “muy posiblemente los próximos meses tengan un correlato similar, con ausencia o disminución de volúmenes disponibles, calidad comprometida y mayores precios”.

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