"Hay tiempo. Todavía tengo unos días más". Ésta es la frase típica de un procrastinador, es decir, aquél que posterga indefinidamente una tarea o una actividad. Este fenómeno, que ya ha sido estudiado por psicólogos y psiquiatras, ahora encontró nuevos aliados: internet y las redes sociales, donde esta palabra se repite con frecuencia.
La frase "dejar para mañana lo que puedes hacer hoy" le cabe a la perfección a aquellos que retrasan lo que deben hacer confiados en que más tarde podrán dedicarse a esa tarea pendiente sin ninguna dificultad. Sin embargo, como explicó la psicóloga Elisa Mieras, "implica postergar el deseo, el hacer, y quedarse pensando en forma circular sin llegar a hacer la actividad".
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra procede del latín ?procrastinae', que quiere decir ?diferir' o ?aplazar' y que, en este caso, es no ir a la acción del deseo, no alcanzarlo nunca, lo que causa angustia, malestar y conflictos personales, de trabajo o de pareja, entre otros. Lo grave es que una persona se quede inhibida en la postergación, es decir, que no termine haciendo nada por dejarlo todo para más adelante.
Según Mieras, la procrastinación es inconsciente ya que se trata de un mecanismo defensivo que utiliza la estructura obsesiva del pensamiento. "No es una patología sino que el yo se defiende, huye de una situación peligrosa. Pero si ese mecanismo se utiliza en todas las situaciones termina transformándose en un síntoma", detalló la especialista.
La psicóloga Alicia Montón coincide en que no se trata de una enfermedad y que la postergación es usada como mecanismo de defensa, aunque si se hace muy rígido puede llevar a un trastorno, aunque advirtió: "Se puede controlar con tratamiento psicológico acompañado de actividad física, que permite que el pensamiento se libere".
Montón agregó que cuando el psiquismo se siente en peligro, según la estructura del pensamiento, se defiende. "El fóbico opta por aislarse en tanto que el obsesivo controla, para que nada le salga mal. Por ejemplo, una amiga le dice a otra que el novio la engaña y ésta para protegerse usa la negación y le dice a su amiga que no le cree o que se ha confundido, porque es algo que le hace daño. En la procrastinación pasa algo similar", indicó.
Enganchados por la red
En el caso de internet, la procrastinación generalmente ocurre cuando se posterga alguna salida o un trabajo y se privilegia navegar por la red. Por ejemplo, cuando estamos conectados tenemos todo el mundo al alcance de las manos: información, los amigos, una familia virtual, los diarios o lo que sea que uno necesite. Y sumergirse en esos aspectos hace ver a la persona que su vida es un desastre, con lo que prolonga su estadía en los sitios web.
La psicóloga Mieras eligió un caso concreto de procrastinación: los videojuegos. "Pasarse dos o tres horas jugando para postergar enfrentarse a estudiar para un examen, lo que está relacionado con recibirse. El sujeto quiere estas cosas, es un deseo, pero le causa angustia pasar por estas situaciones".
Por su parte, Montón aseguró que entendiendo a Facebook como un vicio, se puede decir que la gente, por estar en la red social, pierde sus objetivos concretos sobre lo que puede hacer, pero que lo que hay que hacer es observar cada caso en particular, porque no es recomendable generalizar.
Del ocio al vicio
Muchas veces, al llegar tarde a un encuentro con amigos decimos: "Perdón, es que me colgué en internet". Es importante dejar en claro que "colgarse" no es lo mismo que procrastinar, ya que en el primer caso puede contemplar un momento de ocio, mientras que en la segunda situación el sujeto sufre. "Hay que ver cómo está usado el término, porque colgarse no equivale en todos los casos a postergar. Puede haber otra causa inconsciente", detalló Montón.
Un caso típico es el de Felipe, el personaje de Quino en la tira Mafalda. El chico siempre dejaba para después sus deberes escolares, situación que lo angustiaba mucho. Pero finalmente tampoco los hacía, porque estaba disfrutando de su angustia por no hacerlos. Él no se colgaba, simplemente postergaba y sufría.
"Procrastinar no es un momento de ocio; tiene un sentido más profundo que no se puede tomar con liviandad. En el caso del ocio uno es capaz de poner un límite. Uno dice: ?Bueno, hasta acá llegué, ahora me pongo a trabajar'. Cuando una persona procrastina le puede poner palabras a esa situación y sin embargo sentir una resistencia que no nos permite hacer nuestras tareas y nos hace sufrir", deslizó Mieras.
Postergadores mendocinos
Ale S. (24) admitió que usa mucho las redes sociales y que procrastina, pero también encuentra el lado positivo: "Hoy en día muchas páginas y blogs que visito para inspirarme -por diseño sobre todo- tienen fanpage acá en Facebook. Así que se vuelve demasiado el tiempo sin querer que uno pasa en esta red. Por eso he optado por desactivar el chat y así paso menos tiempo conectado".
Eliana (27), en tanto, reconoció que sus amigas muchas veces la han retado por postergarlas. "Me retan porque en vez de prestarles atención estoy tuiteando, mirando algo en el muro de Facebook o haciendo el check in en el Foursquare" (red social de localización).
Lucas, profesor de ecología y un entendido del tema, recomendó: "Somos la primera generación que quiere llevar adelante una vida sin renunciar a las cosas que nos gustan, eso es multitasking. El desafío está en esa delgada línea entre aquello que puede ser enriquecedor y el mero pasatiempo vacuo que, además de restar nuestra productividad, nos aliena de nuestro entorno. Desenchufarse del celular y la web cuando podamos y conectarse con el cosmos circundante es necesario para mantener nuestro equilibrio".