En medio de la maraña de lianas del Parque Nacional Aguaragüe, el petróleo de antiguos pozos que se ha filtrado durante décadas satura el suelo y ha dejado manchas oscuras en el lecho rocoso de los arroyos que llevan agua a los indígenas guaraníes de las cercanías. El hedor del petróleo en el terreno alrededor de los pozos viejos es abrumador. David Benítez, quien vive en el parque y pastorea su ganado entre los pozos, pasa entre sus dedos un poco de tierra contaminada.
“El olor es mucho más fuerte en el verano, cuando no hay agua para pasar el petróleo por las quebradas hacia abajo'', dijo el campesino de 47 años.
Se prevé que el papa Francisco hablará de los costos ambientales del desarrollo cuando se reúna con el presidente de Bolivia, Evo Morales, y el de Ecuador, Rafael Correa. Francisco acaba de emitir una encíclica en la cual exhortó a tomar medidas drásticas para detener el cambio climático y la producción de “residuos” y “porquería”. Los guaraníes luchan desde hace tiempo por defender sus tierras en este parque estrecho de 110 kilómetros de longitud que bordea los yacimientos de gas natural más ricos de Bolivia. Francisco ha dicho que los pueblos indígenas son los mejores guardianes de la naturaleza, porque para ellos la tierra es sagrada, y que los gobiernos deben buscar mejores relaciones con ellos.
El respeto a los pueblos originarios, el alivio de la pobreza y la disminución del derroche son parte del llamado de Francisco a pasar a la acción. Pero sus detractores deploran lo que llaman la falta de realismo de esas recetas, tratándose de economías en desarrollo como Bolivia y Ecuador que dependen en gran medida de la minería, el petróleo y el gas.
Morales, a quien muchos consideran un héroe ambientalista por exigir a las naciones ricas que tomen medidas contra el calentamiento global, es criticado por los ambientalistas locales, quienes dicen que valora más la extracción de recursos que el agua limpia y los bosques.